[Extracto del Cap. 14-La Ley del Hijo Varón, del libro "Las Leyes de la Segunda Venida"]
Las fiestas del Señor manifiestan el embarazo
Una mujer puede concebir a la mitad de su mes. Así nos encontramos con que la Fiesta de la Pascua se produce a la mitad del primer mes. El óvulo fertilizado se implantará en la pared del útero en los días siguientes; esa implantación está representada por la Ofrenda de la Gavilla Mecida poco después de la Pascua. Esto completa la procreación o engendramiento de la nueva vida.
Siete semanas más tarde, en la Fiesta de Pentecostés, el nuevo embrión habrá desarrollado todos sus dedos de las manos y de los pies y ahora se parece a un pequeño ser humano. El niño ya ha tomado forma.
Meses más tarde, en el día primero del séptimo mes, la Fiesta de las Trompetas, la audición del niño se desarrolla. Hay que escuchar el sonido de la trompeta.
En el décimo día del séptimo mes, el Día de la Expiación, el suministro de sangre del niño es distinto al de su madre. El niño ahora puede producir sus propios glóbulos rojos.
A mediados del séptimo mes, es la Fiesta de Tabernáculos, los pulmones se han desarrollado lo suficiente, de modo que el niño pueda sobrevivir fuera del vientre de la madre y también respirar por sí mismo. Si el niño naciera antes de tiempo, tendría una buena oportunidad de sobrevivir. Así también, los que son traídos a la luz en la Fiesta de Tabernáculos serán los que tienen sus pulmones espirituales desarrollados lo suficiente como para respirar el aliento de Dios; es decir, que son lo suficientemente maduros como para soportar el soplo del Espíritu Santo en su plenitud.
Aun así, hay otra fiesta que tal vez podría encajar en este escenario. Es la Fiesta de la Dedicación, o la Fiesta de las Luces, comúnmente llamada Hanukkah. Es una fiesta pos-mosaica, que conmemora los acontecimientos del año 165 aC. Es una fiesta de ocho días, a partir del 25 día de Kislev, el noveno mes del calendario hebreo. De acuerdo con la Nueva Enciclopedia Funk y Wagnalls Vol. XII, leemos:
"Hanukkah conmemora la nueva dedicación del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo en el 165 aC, después que el Templo había sido profanado por Antíoco IV Epífanes, rey de Siria y señor de Palestina. En el año 168 aC, en una fecha que corresponde al 25 de diciembre en el calendario gregoriano, el templo fue dedicado a la adoración de Zeus Olimpo por orden de Antíoco. Un altar a Zeus se creó en el altar mayor. Cuando Judas Macabeo reconquistó Jerusalén tres años más tarde, después de haber limpiado el templo y poner un altar nuevo en lugar del profanado. El templo fue dedicado de nuevo a Dios con festividades que duraron ocho días. Según la tradición talmúdica, solo se pudo encontrar una vasija del aceite puro de oliva, sellada por el sumo sacerdote, que era necesaria para el ritual rededicatorio, se pudo encontrar, pero la pequeña cantidad milagrosamente duró por ocho días".
Tal vez esta Fiesta de las Luces complete el Ciclo de Parto normal, de nueve meses, de una manera profética, donde el bebé recién nacido sale a la luz del día. También es posible que esto pueda implicar proféticamente que algunos nacerán en Tabernáculos en la Primera Resurrección, mientras que la mayoría serán dados a luz más tarde, en la Resurrección General de los muertos. En otras palabras, algunos estarán listos más temprano en la Fiesta de Tabernáculos, pero la gran mayoría de los creyentes entrarán en la luz de la presencia total de Dios al final de los mil años.
Así llegamos a la conclusión de que los días de fiesta de Israel estaban destinados a retratar el desarrollo de un embrión, desde la concepción hasta el nacimiento. Como las fiestas también fueron diseñadas para mostrarnos el camino del desarrollo espiritual aquí en la Tierra, es evidente que nuestra justificación por la fe (la Pascua) no es el nuevo nacimiento, sino la nueva concepción, que, en última instancia, conducirá a nuestro nuevo nacimiento. La concepción fue por el Espíritu Santo, porque Dios es nuestro Padre. A pesar de que un embrión en un primer momento no se parece en nada a los padres, a medida que pasa el tiempo, el niño cada vez más viene a ser a la imagen de su padre. Así también es con nosotros en nuestra experiencia cristiana.
(Gentileza de PIEDAD H. NAVARRO LÓPEZ)
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