https://godskingdom.org/blog/2023/05/the-meaning-of-44/
La forma hebrea de escribir el número 44 es juntando las letras mem (40) y dalet (4).
Mem (מ) es agua, que significa un flujo de historia o tiempo. Daleth (ד) en hebreo es puerta y también es el número 4. Cuatro es el número de la Tierra (creación material). El número 44 es un doble cuatro, que es una forma más intensa de cuatro. El número 44 significa “pueblo elegido”.
La palabra hebrea adama significa “tierra, suelo”. Adán recibió su nombre para ser identificarlo con la tierra. Es por eso que Dios le dijo en Génesis 3: 19, “hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; porque polvo eres, y al polvo volverás”.
Todos los hijos de Adán podrían ser llamados “hijos de los hombres”, es decir, hijos de Adán, pero el término “Hijo del Hombre” después tomó un significado más profético en Daniel 7: 13. Allí se refiere al heredero de la herencia de Adán, a quien se le dio dominio en Génesis 1: 26. En los días de Jesús, se entendía que el término hacía referencia al Mesías (Mateo 26: 63-64), Aquel escogido para recibir el dominio más alto. Pablo lo llama “el último Adán” y “el segundo hombre” en 1ª Corintios 15: 45, 47.
Se trata de ser “elegido” según la presciencia de Dios para alcanzar la plena estatura de Cristo. Aquellos que forman el Cuerpo de Cristo y que están en unidad con Él también son “elegidos”, porque son prolongaciones del mismo Jesucristo. Ser escogido se logra por la morada del Espíritu Santo. El Espíritu se nos da primero como prenda (Efesios 1: 14) hasta que Dios considere oportuno darnos nuestras vestiduras de gloria, que ahora están reservadas para nosotros en el cielo (2ª Corintios 5: 1).
Estas son las vestiduras espirituales que se les quitaron a Adán y Eva cuando pecaron y fueron encontrados “desnudos” (Génesis 3: 7). Cuando Jesús murió en la cruz para pagar su deuda por el pecado, esas prendas deberían haber sido devueltas a sus dueños originales. Después de todo, la deuda había sido pagada. Sin embargo, Dios escogió retenerlas durante la Edad Pentecostal, convirtiendo a Dios en nuestro Deudor. Luego nos dio el Espíritu como prenda (como garantía) de su deuda.
Los deudores son los obligados a dar prenda hasta regresen a pagar sus deudas en su totalidad. En 2ª Corintios 5: 5, Pablo se aparta de su griego normal y usa la palabra hebrea arrabon, que se traduce como “prenda”. La misma palabra aparece en Génesis 38: 17-18 y 20, donde Judá le dio a Tamar una prenda (arrabon) sobre su deuda. Esta promesa no pretendía ser un pago inicial de su deuda, ya que tenía la intención de recuperar su sello, su cordón y su bastón más tarde cuando regresara para pagar su deuda con ella.
En la discusión de Pablo en 2ª Corintios 5: 1-5, la prenda de Dios es el Espíritu Santo, que basta hasta que Él devuelva las vestiduras de gloria a los que son escogidos. Pablo nos dice en Romanos 11: 1-7 que ser “escogidos” tiene que ver con el Remanente de Gracia—aquellos que tienen la fe del Nuevo Pacto, que son los hijos de la promesa. “Los demás fueron cegados” (Romanos 11: 7 KJV), y esta ceguera se manifestó principalmente en su falsa afirmación de que fueron escogidos por su genealogía física.
El número 44 tiene una variedad bastante amplia de usos y aplicaciones en las Escrituras.
La 44ª vez que aparece el nombre de Abram es en Génesis 16: 1,
1 Ahora bien, Sarai, la esposa de Abram, no le había dado hijos, y ella tenía una sierva egipcia cuyo nombre era Agar.
Este es el comienzo de la alegoría de la Filiación, mostrando primero lo natural y luego lo espiritual. El siguiente versículo nos dice que Sara le dio a Agar a Abram como esposa para cumplir la promesa de Dios (así pensaba ella). Aparentemente, habiendo sido estéril durante muchos años dudaba de su propio llamado en ese momento. Así que Agar representa a una novia aparentemente "escogida" que daría a luz un hijo de la carne llamado Ismael, quien se suponía que era "escogido".
Abram tenía 86 años cuando nació Ismael (Génesis 16: 16), y durante los siguientes 13 años pensó que Ismael era verdaderamente el heredero elegido. Pero cuando Abram tenía 99 años (Génesis 17: 1), Dios le reveló que el heredero elegido vendría a través de Sara (Génesis 17: 19, 21). Entonces Dios les dio nuevos nombres para reflejar su nueva naturaleza provocada por esta revelación de quiénes eran. Sarai se convirtió en Sara; Abram se convirtió en Abraham.
Ismael era el hijo de Abram; Isaac era el hijo de Abraham. El nacimiento de Ismael ocurrió antes de que la hey (ה) fuera plantada como semilla espiritual en medio de su nombre (Abra-H-am). La hey indica el soplo de Dios (Espíritu Santo), mostrando que el verdadero “pueblo elegido” son aquellos que han sido engendrados por el Espíritu Santo. En otras palabras, para ser elegido, uno debe tener a Abraham como padre y a Sara como madre. El pueblo escogido de Dios son aquellos que son engendrados por la fe abrahámica y nacidos a través del Nuevo Pacto.
Pablo explica esto detalladamente en Gálatas 4, donde encontramos que Agar y Sara representaban cada una un pacto diferente. Agar representaba el Antiguo Pacto, el Monte Sinaí en Arabia, que era parte de la herencia de Ismael. En Gálatas 4: 22-25 encontramos que aquellos que nacieron a través del Antiguo Pacto fueron los hijos de Agar. Hablando alegóricamente, estos hijos de la carne tuvieron la apariencia de ser escogidos por un tiempo, pero al final, “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1ª Corintios 15: 50).
Pablo escribe en Romanos 9: 6-8,
6 … Porque no todos los que descienden [físicamente] de Israel son Israel; 7 no son todos hijos por ser descendientes [físicos] de Abraham, sino que “a través de Isaac será llamada tu descendencia”. 8 Es decir, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados descendientes.
Pablo explica esto más a fondo en Gálatas 4: 22-31, diciéndonos que los hombres son escogidos no por la genealogía carnal sino por el Espíritu Santo (hey) y la promesa de Dios (Gálatas 4: 28). Los hijos de Abraham, como Isaac, son hijos de la promesa, y los que reciben la palabra perdurable son engendrados por medio de sus oídos (1ª Pedro 1: 23-25). Asimismo, Sara es el Nuevo Pacto en esta gran alegoría (Gálatas 4: 24-26). Éstos, Abraham y Sara, son los dos “padres” de los elegidos.
La cuadragésima cuarta vez que aparece el nombre de Abraham es en Génesis 21: 14, donde encontramos que Agar e Ismael son despedidos para resolver el problema de quién era el verdaderamente elegido:
14 Entonces Abraham se levantó temprano en la mañana, y tomó pan y un odre de agua, y se los dio a Agar, poniéndolos sobre su hombro, y le dio el niño, y la despidió. Y ella partió y anduvo errante por el desierto de Beerseba.
La alegoría bíblica muestra que hay una fuerte disputa (43) entre Agar y Sara. Por lo tanto, 44 es la resolución de 43 (resolución de la disputa). ¿De quién era el verdadero hijo elegido? ¿A quién se le dio la promesa de heredar el Reino? Ismael era mayor, por lo que normalmente habría sido el heredero. Pero Ismael nació tras haber sido engendrado naturalmente como hijo de la carne y no era el heredero prometido a Abraham. Por la providencia de Dios, el heredero vendría solo a través de Sara, porque ella también tenía una promesa de Dios. Además, viendo que Sara tenía 90 años cuando dio a luz a Isaac, el evento adquirió un carácter sobrenatural. Así que en Romanos 4: 19 Pablo habla de “la esterilidad de su matriz”.
La incertidumbre de Abraham en el libro de Génesis continuó a lo largo de la historia hasta el presente. Muchas personas creen que el pueblo escogido son aquellos que pueden rastrear su genealogía física hasta Abraham, como si esto los calificara para heredar el Reino de Dios, ya sea que tengan o no la fe del Nuevo Pacto. Al igual que con el mismo Ismael, estos parecen ser elegidos, pero al final, deberán ser "echados fuera" (Gálatas 4: 30).
La cuadragésima cuarta vez que se menciona a Isaac es en Génesis 26: 25, que sigue a la afirmación de Dios de que su promesa se refiere a Isaac.
25 Y edificó allí un altar, e invocó el nombre del Señor, y plantó allí su tienda; y allí los siervos de Isaac cavaron un pozo.
Joel 2: 32 dice: “Y acontecerá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será librado”. Pablo cita esto en Romanos 10: 13. Así que Isaac aquí estaba cumpliendo el tipo de salvación o liberación. A esto le siguió la excavación de un pozo para obtener “manantiales de salvación” (Isaías 12: 3). El término “salvación” proviene de la palabra hebrea yeshua (yahshua). Estos son los pozos de Yeshua (Yahshua) el Cristo, profetizados en Juan 7: 37-39. Era una referencia al Espíritu Santo que brotaría de lo más profundo de nuestro ser. Este es el significado de la letra hebrea hey insertada en medio del nombre de Abram para que se lea Abraham.
Así es como debemos interpretar la experiencia de Isaac después de disputar con los filisteos por los derechos de agua. En este caso, los filisteos también representaban a los hijos de la carne que reclamaban ilegalmente las fuentes de salvación de Yeshua (Yahshua).
La 44ª vez que aparece el nombre de Jacob es en Génesis 29: 21,
21 Entonces Jacob dijo a Labán: “Dame mi esposa, porque mi tiempo se ha cumplido, para que pueda ir a ella”.
En la historia leemos que Labán le dio Lea a Jacob con el pretexto de que la hija mayor tenía que casarse antes que la menor. El libro de Jaser nos dice que Lea y Raquel eran gemelas, por lo que a Jacob le habría sido difícil distinguirlas, especialmente si llevaban velo.
No obstante, esta historia también sirve como otro testimonio del plan divino, ya que Lea y Raquel desempeñaron papeles proféticos similares a los que habían desempeñado Agar y Sara en una generación anterior. Lea tuvo más hijos, estando legalmente casada con Jacob. Pero Raquel tuvo una relación de amor con Jacob y fue la que dio a luz al hijo por primogenitura, el “escogido” , como 1º Crónicas 5: 1-2 dice:
1 Y los hijos de Rubén, el primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como profanó la cama de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel; de modo que no está inscrito en la genealogía conforme a los derechos de primogenitura; 2 aunque Judá prevaleció sobre sus hermanos, y de él procedió el príncipe, los derechos de primogenitura pertenecían a José).
Así que la 44ª vez que aparece el nombre de Jacob es cuando reclama a Raquel como su esposa. Ella fue la elegida para dar a luz a José, el hijo por derecho de primogenitura. Solo por esta razón, ella representaba el Nuevo Pacto, como Sara lo representó antes que ella.
También notamos que "los ojos de Lea eran débiles" (Génesis 29: 17), ya sea porque era miope o quizás bizca. Cualquiera que fuera el caso, Pablo nos dice en Romanos 11: 7 KJV que los escogidos constituían solo un pequeño remanente de israelitas, mientras que “los demás estaban cegados”. Más tarde, Pablo calificó su declaración en Romanos 11: 25 KJV, diciéndonos que los israelitas en general sufrían de “ceguera en parte”. Para el apóstol Pablo, la ceguera es la principal característica de aquellos que NO son escogidos.
Por lo tanto, podemos ver tanto a Lea como a Raquel alegóricamente. Lea sufría de ceguera parcial; Raquel no. Lea dio a luz a Judá; Raquel dio a luz a José. A Judá se le dio el dominio temporalmente “hasta que venga Silo” (Génesis 49: 10). Silo era un pueblo de Efraín, una de las tribus de José. A Judá se le dio el dominio, y así Jesús vino por primera vez a través de la tribu de Judá. Pero en su Segunda Venida, Él vendrá con “un manto teñido de sangre” (Apocalipsis 19:13); lo que lo identifica con José, cuya túnica fue teñida en sangre (Génesis 37: 31).
Recuerde que José tuvo dos sueños en los que vio a sus hermanos inclinándose ante él (Génesis 37: 5, 9). Esto se cumplió literalmente muchos años después cuando “viniendo los hermanos de José, se postraron ante él, rostro en tierra” (Génesis 42: 6). Esto incluyó a Judá. Desde un punto de vista profético entendemos que al final, el mandato de dominio de Judá estaría subordinado a José, cuando dos palos de Judá y José se reunieran en la mano de Cristo (Ezequiel 37: 17) en el momento de su Segunda Venida.
Esto también es parte de lo que significa ser elegido.
El nombre de Josué se menciona por 44ª vez en Josué 4: 8,
8 Así hicieron los hijos de Israel como Josué [43] y tomaron doce piedras de en medio del Jordán, tal como el Señor había dicho a Josué [44] conforme al número de las tribus de los hijos de Israel; y los llevaron con ellos al lugar de alojamiento y los pusieron allí.
En este caso, las doce piedras representaban a las doce tribus de Israel, que se suponía que eran la nación “escogida”, el pueblo de Dios. Estas piedras fueron llevadas a Gilgal, donde se usaron para construir un altar de testimonio. Esto profetizaba del segundo bautismo de Israel, siendo el primero cuando cruzaron el Mar Rojo (1ª Corintios 10: 2). Este segundo bautismo significaba el bautismo del Espíritu, que los calificaba como testigos de Dios.
Cada piedra representaba una tribu de Israel, y cuando se colocaban juntas, el altar daba testimonio del plan divino, no solo para ellos, sino también para el mismo Jesús, quien más tarde fue bautizado por Juan en ese mismo lugar. El bautismo mismo habla tanto de la muerte como de la resurrección, pero el énfasis principal está en la resurrección.
Entonces todo Israel cruzó el Jordán hacia la Tierra Prometida. Esto fue un tipo del Antiguo Testamento y una sombra de cosas mayores por venir, cuando nuestro propio Josué (Yahshua-Jesús) nos guíe al Reino en su Segunda Venida. En su Primera Venida, vino como un tipo de Moisés (Hechos 3: 22) para sacarnos de la casa de la servidumbre (del pecado). En su Segunda Venida, vendrá como un tipo de Josué (Yahshua, Yoshua), el Efraimita de la casa de José para guiarnos a nuestra Tierra Prometida. En ese momento, Jesús, el ungido elegido, dará la herencia prometida a la Compañía de Isaac de los elegidos.
En el Nuevo Testamento, la 44ª vez que se menciona a Jesús en el libro de Lucas es en el Monte de la Transfiguración en Lucas 9: 35-36,
35 Y salió una voz de la nube, que decía: “Este es mi Hijo, mi Elegido; ¡Escuchadle a Él!” 36 Y cuando la voz hubo hablado, Jesús fue hallado solo.
Aquí el veredicto divino corrige el plan entusiasta de Pedro de construir tres tabernáculos para Moisés, Elías y Jesús. La voz del Cielo declara que Jesús es “mi Hijo, mi Elegido”.
En Juan 4: 50, se menciona a Jesús por 44ª vez en ese libro cuando Jesús le dice al hombre noble: “Ve, ve; tu hijo vive”. La filiación nuevamente encuentra un tema prominente en el número 44 con respecto al “Pueblo Elegido”.
La 44ª vez que se menciona a Pedro en el libro de los Hechos es en Hechos 11: 2. Para tener el contexto, citaremos Hechos 11: 1-3,
1 Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban por toda Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2 Y cuando Pedro [44] subió a Jerusalén, los que estaban circuncidados discutieron con él, 3 diciendo: “Fuiste a los hombres incircuncisos y comiste con ellos”.
Estos eran los “gentiles” que se habían reunido en la casa de Cornelio, el centurión romano. Algunos de los cristianos judíos contendieron (43) con Pedro, pero él defendió a los gentiles, diciendo, en efecto, que ellos pueden recibir la promesa de los padres y también pueden ser elegidos (44). Esto estaba de acuerdo con la Ley de Deuteronomio 16: 10-11, ordenando tanto a los extranjeros como a los israelitas que guardaran la fiesta de las semanas ("Pentecostés"). Asimismo, Números 15: 16 dice:
16 Una misma ley y un mismo ordenamiento tendréis para vosotros y para el extranjero que mora con vosotros.
Aunque que estas Leyes son mandatos bajo el Antiguo Pacto, son promesas bajo el Nuevo Pacto. Por lo tanto, esto no es simplemente un mandato de guardar la Fiesta de Pentecostés; es también la promesa de Dios que ciertamente guardarán Pentecostés. “La promesa hecha por Dios a nuestros padres” (Hechos 26: 6) es igualmente una promesa a los extranjeros, porque todos deberán finalmente conformarse a la naturaleza de Dios, como se expresa en la Ley.
Pedro escribió más tarde en 1ª Pedro 1: 23-25 que recibir la Palabra de Dios es ser engendrado por la simiente incorruptible de la Palabra de Dios. En este caso anterior, la Escritura tiene cuidado de incluir a los gentiles en la 44ª vez que se menciona el nombre de Pedro. Queda claro que los gentiles pueden estar entre el pueblo elegido por la fe y por recibir la semilla de la Palabra.
Todos los grandes temas de las Escrituras se combinan en el significado de este número 44. La Filiación es una gran parte de ella, porque 44 es 22 x 2. El número 22 significa “filiación; Hijos de Luz”. Pero va más allá del 22, porque está ligado a la efusión del Espíritu Santo sobre la verdadera Esposa (Sara, en lugar de Agar). El Espíritu Santo da así testimonio de quiénes son el “pueblo elegido” en la Tierra.
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