Términos básicos de la Escritura - 25: ¿QUÉ ES LA CORTE DIVINA O TRIBUNAL CELESTIAL? - Parte 1, Dr. Stephen Jones

 



La Corte Divina es terrenal como celestial al mismo tiempo, sin embargo, la primera decisión (contra Adán y Eva) fue dictada únicamente desde el Cielo en Génesis 3: 17-19. Vemos la decisión del Cielo nuevamente cuando Dios hizo pacto con Noé (Génesis 9: 9). Esa decisión, basada puramente en la promesa de Dios, fue una provisión del Nuevo Pacto. Lo mismo puede decirse de la promesa a Abraham en Génesis 17: 2-4,

2 Estableceré mi pacto entre Mí y vosotros, y os multiplicaré en gran manera. 3 Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4 En cuanto a Mí, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de una multitud de naciones.

Cada vez que Dios da su Palabra, queda escrita en los registros oficiales de la Corte Divina, haciéndola una certeza, porque no depende de la voluntad del hombre.



Los tribunales terrenales

Parece que la Corte Divina fue traída a la Tierra en tiempos de Moisés. Esto se hizo a través del consejo de Jetro, el suegro de Moisés, quien notó que juzgar las disputas abrumaba a Moisés. Leemos en Éxodo 18: 21-24,

21 Además, escogerás de entre todo el pueblo a hombres capaces, temerosos de Dios, hombres de verdad, que aborrecen las ganancias deshonestas; y los pondrás sobre ellos como jefes de mil, de centenas, de cincuenta y de diez. 22 Que ellos juzguen al pueblo en todo tiempo; y sea que toda disputa mayor te la presenten, pero toda disputa menor la juzgarán ellos mismos. Así os será más fácil, y ellos llevarán la carga con vosotros… 24 Entonces Moisés escuchó a su suegro e hizo todo lo que él le había dicho.

Vemos, pues, cómo el mismo Moisés fue el primer juez en el primer Tribunal Divino, juzgando las disputas entre los israelitas. Esto era demasiado poco práctico para un grupo tan grande de personas, por lo que creó cuatro tribunales inferiores y jueces sobre decenas, cincuentenas, centenas y millares. A esto se sumaba el [mal llamado] “vengador de la sangre” (pariente redentor) que se encargaba de resolver las disputas dentro de cada familia.

Años más tarde, este arreglo basado en niveles o capas fue reemplazado por el Sanedrín, un grupo de 70 rabinos que servían colectivamente en el lugar de Moisés (Mateo 23: 2).

Moisés mismo sirvió como un tipo terrenal de la Corte Suprema de Justicia hasta que fue reemplazado por el Mesías mismo. Juan 5: 27 dice,

27 y Él [Dios] le dio [a Jesús] autoridad para ejecutar juicio, porque Él es el Hijo del Hombre.

Mediante este arreglo, los jueces de los tribunales inferiores podían apelar al tribunal superior a ellos si no conocían la Ley de Dios lo suficientemente bien como para juzgar un caso correctamente. Tales apelaciones podrían llegar hasta Moisés, quien también tenía el derecho de pedirle a Dios un gobierno del Cielo, como vemos en el caso de la Segunda Pascua en Números 9: 8,

8 Entonces Moisés les dijo: “Esperad, y escucharé lo que el Señor mandará acerca de vosotros”.

Así fue como Dios estableció la Corte Divina en la Tierra, como lo es en el Cielo. Esto también muestra cuán importante fue que Cristo viniera a la Tierra y naciera como el Hijo del Hombre. Siendo a la vez el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, esencialmente fusionó el Cielo y la Tierra. Al final del ministerio de Jesús, Él dijo en Mateo 28:18: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”.

Él estableció el modelo para todos los hijos de Dios que vendrían después de Él. Esencialmente, los hijos de Dios debían funcionar como jueces bajo Cristo, así como los jueces fueron nombrados por Moisés. Por lo tanto, Pablo preguntó en 1ª Corintios 6: 2, “¿O no sabéis que los santos juzgarán al mundo?” Pablo esperaba que la iglesia de Corinto tuviera jueces calificados entre ellos para juzgar las disputas entre los creyentes. En otras palabras, estos santos no deberían tener que esperar hasta la Segunda Venida de Cristo para comenzar su práctica de la Ley.

Parece que las iglesias primitivas no comprendieron las Leyes de Dios lo suficientemente bien como para desarrollar un sistema judicial bíblico. Cuando finalmente lo hicieron algunos siglos después, la mayoría de los líderes tenían poca revelación de las Leyes de Dios. A medida que la Iglesia se hizo más poderosa, se volvió más y más corrupta, y cuando el obispo de Roma afirmó sentarse en el trono de Moisés para juzgar al pueblo, apenas se parecía a la Corte Divina en los días de Moisés, o incluso como debería haberse desarrollado bajo Cristo.

De hecho, el obispo romano reclamaba solo autoridad espiritual (celestial) para determinar quién era un verdadero creyente y quién era un “hereje”. La autoridad terrenal se dejó a los emperadores romanos, quienes eran responsables principalmente de amenazar a los "herejes" para que aceptaran los credos establecidos por los Concilios de la Iglesia y ejecutarlos si era necesario.

Esto nos lleva a otra pregunta. ¿Qué haría Dios cuando hubiera una ruptura del orden divino?



Más Tribunales

La Corte Suprema original, donde Moisés consultaba a Dios, estaba en el Tabernáculo en el que Dios se sentaba en el propiciatorio del Arca del Pacto. (Véase Éxodo 33: 8-11.) Hebreos 4: 16 se refiere al propiciatorio como “el trono de la gracia”. Cuando los israelitas adoraron al becerro de oro en Éxodo 32, Moisés fue guiado a mover la tienda con el Arca y establecer la Corte Divina fuera del campamento. Éxodo 33: 7 dice:

7 Ahora bien, Moisés solía tomar [laqah] la tienda y plantarla fuera del campamento, y la llamó la tienda de reunión. Y todos los que buscaban al Señor salían a la tienda de reunión que estaba fuera del campamento.

Esta extraña práctica vino sin explicación, salvo la de que ocurrió después del incidente del becerro de oro. La NASB (arriba) traduce laqah como "solía tomar", lo que implicaría que Moisés lo había hecho desde el principio, pero la KJV lo traduce con mayor precisión "Moisés tomó el tabernáculo y lo montó fuera del campamento". No puedo encontrar ninguna justificación para el "solía tomar" de la NASB.

Por lo tanto, creo que la KJV está en lo correcto y que después del incidente del becerro de oro, Moisés sacó la Corte Divina fuera del campamento. La razón de esto se ve más claramente en el Nuevo Testamento, donde leemos en Hebreos 13: 10-14,

10 Tenemos un altar del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. 11 Porque los cuerpos de los animales cuya sangre es traída por el sumo sacerdote al lugar santo como ofrenda por el pecado, serán quemados fuera del campamento. 12 Por tanto, también Jesús, para santificar al pueblo por su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Salgamos, pues, a Él fuera del campamento, llevando su vituperio. 14 Porque aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera.

El autor de Hebreos se refería principalmente al requisito de Éxodo 29: 14,

14 Pero la carne del toro, su cuero y sus desechos, los quemaréis con fuego fuera del campamento; es una ofrenda por el pecado.

Esto profetizaba del lugar donde Jesús, nuestra gran ofrenda por el pecado, iba a ser crucificado, quemado, por así decirlo, por la Ley de Fuego, "fuera del campamento" (es decir, fuera de las puertas de Jerusalén). El significado profético de esto, como se nos dice, era que nosotros también debemos “salir a Él fuera del campamento, llevando su vituperio”. Este llamado es el tema principal del libro de Hebreos, diciéndonos que debemos dejar el judaísmo y sus prácticas del Antiguo Pacto, porque “aquí” en Jerusalén, “no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad que ha de venir”.

En otras palabras, la Jerusalén terrenal se había corrompido, adorando al becerro de oro una vez más, así que deberemos buscar a Dios fuera del campamento, así como Moisés instaló el tabernáculo fuera del campamento para buscar la voluntad de Dios. Hacer eso, por supuesto, seguramente traería “oprobio” al pueblo de Dios, porque la mayoría de sus amigos y parientes pensaron que esta nueva práctica era herética. ¿No deberían continuar adorando a Dios dentro del campamento, en el templo? La mayoría de la gente asumía que la presencia y el trono de Dios estaban en el Lugar Santísimo del templo, y que no había otro lugar donde los hombres debieran o pudieran acercarse a Dios.

Pero buscar a Dios fuera del campamento estaba plenamente establecido incluso en los días de Moisés. Y cuando la Iglesia también se corrompió, el mismo principio se aplicó igualmente a ella. Para buscar y encontrar a Dios, muchos han tenido que salir de sus campamentos denominacionales.


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