Términos básicos de la Escritura - 9: ¿QUÉ ES LA RESTITUCIÓN?, Dr. Stephen Jones

 



https://godskingdom.org/blog/2023/02/what-is-restitution

Creo que fue San Anselmo (1033-1109 dC) quien dijo por primera vez: “Todo pecado se cuenta como deuda”. Había notado la relación perfecta entre el pecado y la deuda en las parábolas de Jesús. No toda la deuda se incurre a través del pecado, pero todo pecado se trata como una deuda.



La Ley de Restitución

En la Ley de Dios, cuando un juez condenaba a un hombre por pecar contra su prójimo, el veredicto a menudo era poco más que un pagaré que el pecador debía pagar a su víctima. El principio fundacional de la justicia se basaba en la Ley de Restitución. Éxodo 22: 1-4 dice:

1 Si un hombre roba un buey o una oveja y lo sacrifica o lo vende, pagará cinco bueyes por el buey y cuatro ovejas por la oveja. 2 Si el ladrón es sorprendido en el asalto y es golpeado de tal manera que muere, no habrá culpa de sangre por su parte. 3 Pero si el sol ha salido sobre él, habrá culpa de sangre por su parte. Ciertamente hará restitución; si no tiene nada, será vendido por su robo. 4 Si lo que robó se encuentra vivo en su poder, ya sea un buey, un asno o una oveja, pagará el doble.

La restitución varía, dependiendo de la naturaleza del artículo robado. Robar un buey era robar la herramienta con la que un hombre podía ganarse la vida. Un buey en esos días era como hoy un tractor. Sin él, no podría arar su campo. Por lo tanto, la pena era devolver cinco bueyes, suponiendo que el buey ya hubiera sido vendido o sacrificado. Si el buey se recobraba vivo e intacto, entonces la pena era de restitución doble.

Robar una oveja simplemente privaba al dueño de sus bienes, por lo que la pena era una restitución cuádruple. Pero si la oveja se recuperaba viva, entonces la pena era de doble restitución.



¿Qué pasa con los asnos?

En el caso de un asno robado, hay un vacío en la Ley. Si se recuperaba vivo, la pena era de doble restitución, pero ¿y si el asno se vendía o se mataba? La Ley calla en esos supuestos. Creo que un asno debe ser tratado como una herramienta, porque los asnos también se usaban para arar los campos.

Vemos esto en Deuteronomio 22: 10,

10 No ararás con buey y con asno juntos.

Esto muestra que los asnos a menudo se usaban para arar los campos, pero dado que un buey era mucho más pesado y fuerte, un asno no podía igualar la fuerza del buey. Pablo se refirió a esta Ley como un principio en las relaciones de pareja (incluyendo el matrimonio) en 2ª Corintios 6: 14 KJV,

14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia [anomia, “iniquidad”]? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

Un asno es un animal inmundo; un buey es un animal limpio. Sin duda, así es como Pablo estaba aplicando esta Ley al decirle a la gente "no os unáis en yugo con los incrédulos". Hay, por supuesto, otras aplicaciones de este principio, que se encuentran fuera del alcance de este estudio.



Justicia y Castigo

Cuando la naturaleza de un delito hace imposible el pago de la restitución, la Ley normalmente impone la pena de muerte. Es por esto que ciertos delitos son delitos capitales, como el asesinato premeditado, el secuestro, el adulterio y la violación de una mujer casada o prometida. En esencia, la Ley es impotente para corregir el problema, por lo que así remite el caso a un tribunal superior: el juicio del Gran Trono Blanco al final de la Era.

Los asesinos no pueden resucitar a los muertos, los secuestradores no pueden restituir dos personas, los violadores no pueden deshacer su acto. La Ley podría castigar en estos casos, pero es incapaz de hacer justicia. No se hace justicia hasta que todas las víctimas de la injusticia hayan sido reparadas. En el caso de los delitos capitales, castigar al pecador en sí mismo no hace justicia a la víctima.

El castigo es efectivo solo en casos menores. Por lo tanto, en algunos casos donde la restitución no es aplicable, la Ley permite palizas de hasta 40 latigazos (Deuteronomio 25:1-3). Jesús se refirió a esta Ley en Lucas 12: 47-48, aplicándola al juicio ante el gran Trono Blanco (Apocalipsis 20: 11-12). Los “muchos azotes” (Lucas 12: 47) están reservados para aquellos que sabían la Ley y, sin embargo, maltrataron a los que estaban bajo su autoridad, “pero el que no la sabía y cometió hechos dignos de azotes, recibirá muy pocos” (Lucas 12: 48).

Jesús luego lo comparó con un "fuego", lo que vincula la flagelación con el "lago de fuego" de Apocalipsis 20: 14. Él dijo en Lucas 12: 49,

49 Fuego he venido a echar sobre la tierra; ¡y cómo quisiera que ya estuviera encendido!

Todo juicio de la Ley es un “fuego”, no literal, sino metafórico. Esto se debe a que Dios pronunció la Ley en el monte desde el fuego que todo lo consume, y Deuteronomio 33: 2 KJV la llama "ley de fuego". Debido a que la Ley está diseñada para ser de naturaleza correctiva, Jesús deseó que ya estuviera encendida. No estaba ansioso por hacer de la Tierra un infierno ardiente, porque tal actitud no reflejaría la mente de Cristo o de un Dios de amor.



Las disciplinas correctivas de Dios

El concepto de un infierno ardiente se basa en la idea de que el castigo es justicia. Pero la Ley de Dios es de naturaleza disciplinaria y correctiva. Así dice el profeta en Jeremías 2: 19: “Tu propia maldad te corregirá. La palabra hebrea utilizada es yasar, “castigar, disciplinar, instruir, amonestar, corregir, enseñar”.

https://www.blueletterbible.org/lexicon/h3256/kjv/wlc/0-1/

De nuevo, leemos en el Salmo 94: 10 y 12,

10 El que disciplina [yasar] a las naciones, ¿no reprenderá? ¿Incluso el que enseña conocimiento al hombre?... 12 Bienaventurado el hombre a quien Tú corriges [yasar], oh Señor, y a quien Tú enseñas con tu ley.

Isaías 26: 9 está de acuerdo con esto, diciendo: “Porque cuando la tierra experimente tus juicios, los habitantes del mundo aprenderán justicia”. En otras palabras, la Ley es una gran maestra, y los juicios de la Ley de Fuego castigan a los pecadores para que aprendan a andar en sus caminos de justicia.

Debemos aprender a pensar en los juicios de Dios en términos de escarmiento, en lugar de castigo. Como hijos de Dios, todos somos castigados para ser corregidos y enseñados. Proverbios 3: 11-13 dice:

11 Hijo mío, no rechaces la disciplina [musar] del Señor ni aborrezcas su reprensión [tokayha], 12 Porque el Señor a quien ama reprende, así como un padre corrige al hijo en quien se deleita. 13 ¡Cuán bienaventurado es el hombre que halla sabiduría y el hombre que gana entendimiento!

Las palabras musar y tokayha son sinónimas de yasar. Hebreos 12: 5-6 se refiere a esta disciplina y corrección, citando Proverbios 3: 11-12.

La Ley de Restitución también corrige a los pecadores así como un padre corrige amorosamente a un hijo indisciplinado. Si un ladrón no tiene bienes para pagar restitución a su víctima, debe ser “vendido por su robo” (Éxodo 22: 3). En tal caso, sería vendido a un redentor, que accederá a hacerse cargo de la deuda que el ladrón tenía con su víctima. La víctima sería entonces pagada en su totalidad de inmediato y, a cambio, el ladrón tendría que servir a su redentor por una cantidad de tiempo equivalente. Durante su tiempo trabajando como esclavo, aprendería hábitos de trabajo y a no volver a robar. Aprendería a respetar los derechos de propiedad de los demás, porque, como esclavo, él mismo se ha convertido en propiedad de otro hombre.

En el juicio del gran Trono Blanco, la Ley de Fuego se impone sobre aquellos incrédulos que fueron convocados y sentenciados de acuerdo con la Ley de Dios. Allí se doblará toda rodilla, y todos creerán en Cristo y lo confesarán para gloria de Dios Padre. Sin embargo, siendo nuevos creyentes, necesitarán corrección y necesitarán aprender las Leyes y los Caminos de Dios.

Entonces, la misma Ley de Fuego que ha bautizado a los creyentes en esta vida con el Bautismo de Fuego, también bautizará a estos nuevos creyentes. Los que estén en el Lago de Fuego serán disciplinados y corregidos, porque sus redentores, que los gobernarán, les manifestarán a Cristo. A ésos redentores se les encomendará la responsabilidad de enseñarles justicia mediante el ejemplo personal.

Sin embargo, debemos entender que la verdadera justicia (por la naturaleza de Cristo) restaura lo perdido a todas las víctimas de la injusticia, mientras corrige al pecador y le enseña la justicia. La restitución forma el tejido básico de la justicia divina, pues es directamente proporcional a la gravedad del delito. Esto sigue el principio de “ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo 21: 24), que, lejos de ser cruel o despiadado, es el principio fundamental de la justicia divina. (Tenga en cuenta también que la víctima de la injusticia conserva el derecho de conceder misericordia y gracia).

Solo la restitución proporciona verdadera justicia. Un Infierno ardiente no sería justicia bíblica, porque no hace nada por las víctimas de la injusticia, ni les da a los pecadores ninguna esperanza de ser restaurados a Dios.



El sacrificio de Jesús en la cruz

El Sacrificio de Jesús cumplió las profecías inherentes a todos los sacrificios del Antiguo Testamento. La mayoría de esos sacrificios se cocinaban (para el consumo) o se quemaban por completo. Se aplicaba fuego a esos sacrificios. Entonces, ¿por qué Jesús fue crucificado y no quemado en la hoguera? ¿Se equivocaron?

No, los fuegos de los sacrificios eran literales en el caso de los sacrificios de animales, representando la Ley de Fuego como un todo. Pero ese fuego fue metafórico en el caso de la muerte de Jesús en la cruz. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6: 23), no un infierno ardiente. La Ley hace que el pecado sea pecaminoso, y, por lo tanto, también hace que los pecadores estén sujetos a la pena de muerte.

Jesús tomó ese castigo sobre Sí mismo en la cruz. Si hubiera tenido la intención de abolir la Ley, no habría tenido que morir, “porque si no hay ley, tampoco hay transgresión” (Romanos 4: 15). Si Jesús hubiera abrogado la Ley, podría haber salvado a todos sin tener que morir en la cruz. Pero Jesús confirmó la Ley y se sometió a su juicio por el pecado del mundo. Salvó a toda la humanidad sin desechar la Ley.

Entonces, en el gran Trono Blanco, algunos, al parecer, recibirán flagelaciones (o algún equivalente). Otros serán condenados a pagar una restitución que, por supuesto, no podrán pagar, ya que perdieron todas sus posesiones cuando murieron. Tendrán que ser “vendidos” a redentores que puedan pagar sus deudas y comprar esclavos.

El Lago de Fuego, entonces, será una condición por la cual estos esclavos cumplirán sus sentencias, edificando el Reino de Dios y aprendiendo justicia. Si les fuera posible trabajar lo suficiente para redimirse, entonces podría existir la posibilidad de que pudieran ser liberados antes del Jubileo de la Creación. Pero, en mi modo de ver, esto no será posible, y por eso seguirán sirviendo a sus redentores hasta que el Gran Jubileo libere a toda la Creación en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Romanos 8: 20-22).


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