Términos básicos de la Escritura - 21: ¿QUÉ ES LA JUSTICIA? -Parte 1, Dr. Stephen Jones

 



La justicia se define por la Ley de Dios, que a su vez es una expresión de su naturaleza. La justicia no es distinta de la gracia y la misericordia, porque estas características también son parte de la naturaleza de Dios. Por lo general, estamos acostumbrados a pensar que la justicia y el juicio son sinónimos de condenación. Pero el hecho es que el juicio divino es más amplio que eso, porque incluye todas las decisiones y veredictos de la Corte Divina. Esto incluye veredictos que declaran la inocencia de uno, así como veredictos de culpabilidad.

La palabra hebrea para justicia es mishpat, que la Concordancia de Strong define como “un veredicto (favorable o desfavorable) pronunciado judicialmente, especialmente una sentencia o decreto formal”. Así que la palabra generalmente se traduce como juicio, que cuando se aplica correctamente (según la mente de Cristo) se basa en la justicia.



Juicio Justo

La Ley de Dios nos instruye en los caminos del justo juicio. Por ejemplo, Levítico 19: 15 dice:

15 No harás injusticia en el juicio; no serás parcial con los pobres ni tendrás respeto por los grandes, sino que juzgarás a tu prójimo con justicia [sedek, “justamente”].

De nuevo, leemos en Éxodo 23: 6-8,

6 No pervertirás la justicia debida a tu hermano necesitado en su pleito. 7 Aléjate de la acusación falsa, y no mates al inocente ni al justo, porque Yo no absolveré al culpable. 8 No aceptarás soborno, porque el soborno ciega a los clarividentes y trastorna la causa de los justos.

[Traductor: Juan 7: 24, No juzguéis según las apariencias, sino juzgad CON JUSTO JUICIO]

El soborno es tan común hoy como lo fue en los días bíblicos. En muchos países, es una forma de vida. Cualquiera a quien se le da autoridad para otorgar privilegios es tentado a exigir un soborno. Incluso los cristianos que no tienen la Ley escrita en sus corazones han sido atrapados en el soborno como si fuera esperado y aceptable en su sociedad. Pero esto no es justicia.



Juicio sobre Jerusalén

Los profetas a menudo fueron ejecutados por los líderes religiosos de su época. Jesús mismo condenó a los líderes religiosos de Jerusalén, diciendo en Mateo 23: 29-33,

29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en el derramamiento de la sangre de los profetas. 31 Así que testificáis contra vosotros mismos, que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. 32 Colmad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. 33 Serpientes, generación de víboras, ¿cómo escaparéis de la sentencia del infierno [de la gehenna]?

En otras palabras, habían matado a los inocentes y a los justos en violación de la Ley de Éxodo 23: 7. Dios dice de esto: “No absolveré al culpable”. El justo juicio de Cristo está registrado en Mateo 23: 34-35,

34 Por tanto, he aquí, os envío profetas, sabios y escribas; a algunos de ellos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 para que caiga sobre vosotros [Jerusalén] la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel a la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.

El asesinato de Zacarías está registrado en 2º Crónicas 24: 20-22. La apostasía de Jerusalén trajo la condenación en Jeremías 19: 2, 10-11 en el valle de Ben-hinom (gehenna). Al final, Jerusalén llegó a ser comparable a Sodoma, por su inmoralidad, y a Egipto, por su opresión (Apocalipsis 11: 8). También se dice de Misterio Babilonia en Apocalipsis 18: 24,

24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos y de todos los que han sido muertos en la tierra.

Aquí Juan confirmó la condenación de Jerusalén por Jesús en Mateo 23: 35. Sin duda esto se cumplirá cuando lo haga Jeremías 19: 10-11. Jerusalén es la Gran Ramera de Babilonia que pretende ser la Novia del Mesías. De hecho, es el lugar donde los profetas fueron asesinados, y es la ciudad a la que se le hace responsable por todo ese derramamiento de sangre que se remonta hasta Abel.



Justicia para los extranjeros

Éxodo 23: 9 dice:

9 No oprimiréis al extraño [gar, “huésped; por implicación, un extranjero”], ya que vosotros mismos conocéis los sentimientos de un extranjero [gar], porque también vosotros fuisteis extranjeros [gar] en la tierra de Egipto.

Era común oprimir a los extranjeros y luego negarles la justicia. Los israelitas experimentaron esto durante su estancia en Egipto. Dios recuerda a los israelitas su propia amarga experiencia en Egipto y les advierte que no repitan el pecado de los egipcios.

La Ley del Reino de Dios dice en Números 15: 15-16,

15 "En cuanto a la asamblea, tendréis un mismo estatuto para vosotros y para el extranjero que mora con vosotros, estatuto perpetuo por vuestras generaciones; como tú eres, así será el extranjero [gar] delante del Señor. 16 Una misma ley y un mismo ordenamiento tendréis vosotros y el extranjero [gar] que mora con vosotros".

Por lo tanto, si un juez israelita mostrara parcialidad hacia un israelita y pervirtiera la justicia que se debía a un extranjero, debiera ser llamado juez injusto.



Justicia del Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento, Santiago comenta sobre el principio de la justicia, diciéndonos en Santiago 2: 1-4, 9,

1 Hermanos míos, no mantengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una actitud de favoritismo personal. 2 Porque si entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y vestido con ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, 3 y vosotros prestáis especial atención al que lleva la ropa lujosa, y decís: “Siéntense aquí en un buen lugar”, y le decís al pobre: “Párate allí, o siéntate junto a mi estrado”, 4 ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros, y os hacéis jueces con malas intenciones?… 9 Pero si hacéis acepción de personas, estáis cometiendo pecado y sois condenados por la ley como transgresores.

Santiago se enfoca en la justicia entre ricos y pobres, quienes deben ser tratados con imparcialidad. En nuestro tiempo he visto casos en los que se instruye a los ujieres a sentar a las personas mal vestidas en los balcones superiores, donde quedan ocultas de las transmisiones de vídeo. Esto se hace para proyectar una imagen de prosperidad y éxito, pero es una flagrante violación de la justicia bíblica. En tales casos, esos predicadores rechazan abiertamente incluso las palabras de Santiago y recibirán su recompensa en consecuencia.

Pablo también comenta sobre la Ley de Imparcialidad en Efesios 2: 13-16,

13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que antes estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque El mismo es nuestra paz, que hizo de ambos grupos en uno, y derribó la barrera del muro divisorio, 15 ... para hacer en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, estableciendo así la paz, 16 y para reconciliar a ambos con Dios en un solo cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad.

El “muro divisorio” fue erigido en el atrio exterior del templo en Jerusalén, aunque no había ninguna Escritura que respaldase tal barrera. A los no judíos y a las mujeres se les prohibía cruzar esa barrera bajo pena de muerte, estableciendo así la parcialidad en el culto mismo del templo. Esta violación de la Ley fue corregida por Cristo mismo, quien “derribó la barrera del muro divisorio”. Por esa razón, Pablo pudo escribir en Gálatas 3: 28-29,

28 No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa.

Pablo reconoció las distinciones raciales y de género, por supuesto, pero nos estaba diciendo que todos tienen igual acceso a Dios. No hay “muro divisorio” en el Reino de Cristo, que diga a mujeres y gentiles que deben permanecer “lejos” en su acercamiento a Dios. Todos son un solo Cuerpo, y todos están sujetos a “una sola ley y un mismo ordenamiento” (Números 15: 16), aplicados por igual e imparcialmente de acuerdo con la Ley de la Justicia Imparcial.

Aunque muchos en la iglesia de hoy han reconstruido ese muro divisorio, afirmando que los judíos son "elegidos" en virtud de su raza y, por lo tanto, se les dan privilegios especiales que otros no tienen, llegará el día en que Cristo de nuevo deba destruir este muro divisorio en las mentes y corazones de la Iglesia. La Edad venidera no será gobernada por aquellos que afirman ser descendientes biológicos o raciales de Abraham, sino por los Santos del Altísimo que comparten la fe abrahámica.

Esta es la justicia bíblica.


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