Estudio de EFESIOS- Parte 16 - LOS DONES DE DIOS (El ministerio quíntuple es para que los santos ministren, no para que estén en la banca), Dr. Stephen Jones

 




Efesios 4: 7 dice,


7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.


La definición usual de gracia es “favor inmerecido”. Si bien eso es verdaderamente cierto, también es una expresión de la soberanía de Dios. La gracia es algo que Dios hace por su propia voluntad, a diferencia de algo que el hombre hace por la suya. Por eso el Remanente de Gracia es un cuerpo de personas que Dios ha escogido. Romanos 11: 4-6 dice:


4 Pero, ¿cuál es la respuesta divina a él [Elías]? “Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal”. 5 De la misma manera, pues, también ha llegado a haber en el tiempo presente un remanente según la elección de la gracia de Dios. 6 Pero si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia.


Dios escogió y guardó estos 7.000 para Sí mismo por su propia decisión, su propia voluntad; al igual que cuando eligió a Jacob antes de que naciera, para dejar claro a todos que su elección no se basó en las buenas obras de Jacob (Romanos 9: 11). Las obras se hacen según la voluntad del que las hace. Por lo tanto, gracia es la palabra que describe la realización de la voluntad de Dios. Es, por tanto, un favor inmerecido.


Por gracia, Dios da dones. Los salarios se ganan; los dones no se ganan. No se trabaja por un don, ni se da un don a través de oraciones o demandas del que recibe el don. No es apropiado orar: “Dios, dame esta gracia”. Tampoco es correcto preguntarle a Dios: “¿Por qué no me has dado gracia, habiendo hecho tantas cosas por ti?”


Pablo ya nos dijo anteriormente en Efesios 2: 8-9 que la fe es “don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe”. Por eso fuimos salvos “por gracia mediante la fe”. Dios nos escogió por su propia voluntad, habló a nuestros corazones, abrió nuestros oídos y ojos, y debido a su obra de gracia en nosotros, respondimos por fe.


Entonces Dios vio esa respuesta de fe y nos la contó como justicia (Romanos 4: 2-3). No tenemos por qué jactarnos de esto, como si dijéramos que nuestra fe se originó en nuestros corazones. Solo podemos estar agradecidos de que Él nos eligió y plantó la fe que justifica en nuestros corazones. De hecho, la mayoría de nosotros podemos mirar hacia atrás y darnos cuenta de que Dios había estado preparando nuestros corazones mucho antes de que tuviéramos fe en Él. Esa preparación previa fue la manera de Dios de abrirnos los oídos para que escucháramos su llamado.



Varias medidas de fe


El punto es que por gracia a todos se nos dio una medida del don de Cristo. Solo a Cristo se le dio la medida completa del Espíritu y de la autoridad; tenemos medidas (de dones) que, aunque menores, son muy importantes. Pablo los menciona en Romanos 12: 3-4, 6,


3 Porque por la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros... Dios ha asignado a cada uno una medida de fe. 4 Porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función… 6 Puesto que tenemos dones diferentes según la gracia que nos ha sido dada, cada uno de nosotros debe ejercitarlos de acuerdo con esto: si el de profecía, según a la proporción de su fe.


Pablo luego pasa a dar otros ejemplos de estos dones: servicio, enseñanza, exhortación, liderazgo, misericordia e incluso amor. En 1ª Corintios 12: 4 Pablo vuelve a decir: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”. Luego enumera nueve de ellos en 1ª Corintios 12: 8-10: palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, sanidad, realización de milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas e interpretación de lenguas.



El Propósito de la Ascensión


En Efesios 4, sin embargo, Pablo pasó por alto estos dones del Espíritu para mostrar otros dones que le habían sido dados a la Iglesia como un todo. Estos son los cinco ministerios, que abordaremos en breve. Pablo introduce este tema en Efesios 4: 8,


8 Por eso dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva a una hueste de cautivos, y dio dones a los hombres.


La cita de Pablo está tomada del Salmo 68: 17-18,


17 Los carros de Dios son miríadas [lit., “dos veces diez mil”], miles sobre miles; el Señor está en medio de ellos como en el Sinaí en santidad. 18 Has subido a lo alto, has llevado cautivos a tus cautivos; has recibido dones entre los hombres, aun entre los rebeldes, para que habite allí el Señor Dios.


Tenga en cuenta que el salmista se refería al monte Sinaí, donde Dios descendió sobre el monte con “carros”. Deuteronomio 33: 2 dice que “Salió de en medio de diez mil santos”. También es una cita del primer capítulo del libro de Enoc, citado en Judas 14, “He aquí, el Señor vino con muchos miles de sus santos”. (Si Enoc, el patriarca, realmente escribió esto, entonces Moisés estaba citando a Enoc, y no al revés. La mayoría de los eruditos fechan a Enoc después del cautiverio de Babilonia, y si es así, esto significaría que Judas estaba citando el libro, no necesariamente al mismo patriarca).


La escena en el Monte Sinaí también estableció un patrón profético de la Segunda Venida de Cristo. Pablo derivó gran parte de su terminología sobre la Segunda Venida de la descripción de Moisés. Cuando Moisés subió al monte entre la nube "para encontrarse con el Señor en el aire" (1ª Tesalonicenses 4: 17), estableció el modelo, primero, para la ascensión de Cristo después de su Primera Venida, y, segundo, de nuestra propia ascensión para encontrarnos con Cristo en su Segunda Venida.


En los días de Moisés, el pueblo se negó a subir al monte, porque tenían miedo (Éxodo 20: 20), por lo que Moisés subió solo a “la nube espesa” (Éxodo 20: 21). Esto estableció el modelo para el mismo Jesús, quien ascendió al Cielo en “una nube” (Hechos 1: 9).


Moisés ascendió el día de Pentecostés, mientras que Jesús ascendió diez días antes de Pentecostés, pero ambas ascensiones fueron diseñadas para preparar el camino para que Dios le diera dones a la Iglesia. Sin embargo, en los días de Moisés, los israelitas no estaban preparados para recibir los dones espirituales que llegaron después de que los 120 discípulos ascendieron al Aposento Alto. En el Nuevo Testamento, la Iglesia aceptó estos dones, porque la fe del Nuevo Pacto había reemplazado al miedo del Antiguo Pacto.

Jesús les dijo a sus discípulos en Juan 16: 7,


7 Pero Yo os digo la verdad, os conviene que Yo me vaya; porque si Yo no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré.


La “ventaja”, al menos en parte, era que los dones del Espíritu no podían ser distribuidos a la gente hasta que el Espíritu mismo hubiera sido dado. Por supuesto, sabemos que el Espíritu Santo ha estado revoloteando en la Tierra por lo menos desde Génesis 1: 2, y que muchos profetas del Antiguo Testamento ejercieron los dones del Espíritu. Sin embargo, Pentecostés hizo posible distribuir esos dones a un grupo mucho más amplio, de modo que los dones ya no se limitaron a unos pocos.



Descendente y Ascendente


Efesios 4: 9-10 dice:


9 (Ahora bien, esta expresión: "Subió", ¿qué significa sino que también había descendido a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió es también el mismo que subió muy por encima de todos los cielos, para llenar todas las cosas).


Como hemos mostrado, Dios primero descendió sobre el Monte Sinaí con miríadas de santos, y Moisés ascendió para encontrarse con Él (o ellos) en la nube. Se trata tanto de descender como de ascender. Entonces Pablo nos dice que su ascensión al Cielo implica un descenso previo a la Tierra. Pablo va más allá al decir que el descenso de Cristo a la Tierra se completó cuando Él fue “a las partes más bajas de la tierra”, es decir, al hades, la tumba.


Su cuerpo fue colocado en la tumba, pero su alma descendió al Hades (Hechos 2: 31), pero no fue “abandonado” allí. Resucitó al tercer día, enseñó a los discípulos durante 40 días (Hechos 1: 3) y luego ascendió al Cielo, “para poder llenarlo todo”. Este es un recordatorio de Efesios 1: 20-23, donde vemos que Cristo ascendió para sujetar todas las cosas bajo sus pies por medio de la Iglesia, “la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.



El ministerio quíntuple


Pablo continúa en Efesios 4: 11-12,


11 Como a unos los constituyó apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio [servicio], para la edificación del cuerpo de Cristo.


El ministerio quíntuple representó cinco dones que Dios le dio a la Iglesia como resultado de su ascensión. No es que estos cinco ministerios fueran desconocidos en los tiempos del Antiguo Testamento, sino que se inició un gran aumento de esos ministerios. Su propósito era equipar a los santos mismos para hacer la obra del ministerio (o “servicio”). Es el principio de la enseñanza a los maestros. Uno también puede verlos como padres de la Iglesia. Es el trabajo de los padres espirituales llevar a los hijos a la madurez para que puedan tener las habilidades para ministrar al mundo.


Desafortunadamente, muchas denominaciones han relegado el ministerio quíntuple a los apóstoles mismos (terminando con la muerte de Juan), o han tratado el ministerio quíntuple como si fueran profesionales llamados a hacer la mayor parte del trabajo del ministerio. Sin embargo, Pablo aclara que el ministerio quíntuple fue un don a la Iglesia para equipar a los santos para ministrar.


Incluso a los "rebeldes" se les permitió beneficiarse de los dones del ministerio (Salmo 68: 18). Tal vez el salmista tenía en mente a Coré (Números 16), como veremos en breve. Por supuesto, tales rebeldes, que buscan llamamientos aparte de la voluntad soberana de Dios, necesitan lidiar con su rebelión interna para alcanzar la estatura de Cristo.


En los días de Moisés, vemos el mismo problema en la Iglesia en el Desierto. El pueblo envió a Moisés al monte para que escuchara a Dios en su nombre (Éxodo 20: 19). Esencialmente, querían un sacerdote profesional para obtener la revelación de Dios, que luego se la diera de segunda mano a la gente. El pueblo tenía miedo de escuchar a Dios por sí mismo, y esto creó una relación indirecta con Dios, caracterizada por el Antiguo Pacto.


Tal clase de sacerdocio prevalece hoy en día en los sistemas eclesiásticos denominacionales. Pero esto va en contra de Efesios 4: 11-12, donde el pueblo, los mismos santos, debían ser los ministros, llevando el evangelio del Reino a todas partes de la Tierra.


Los israelitas bajo Moisés tenían dos problemas. La primera fue que querían que Moisés fuera su predicador profesional, recibiera toda la revelación y luego le dijera a la gente lo que Dios había revelado. El resultado fue que el pueblo se negó a creer lo que Moisés les estaba diciendo. Después de todo, si tenían demasiado miedo de escuchar la Ley de Fuego de Dios por sí mismos, ¿por qué estarían dispuestos a escuchar la misma Ley de fuego de una fuente alternativa como Moisés?


El segundo problema, visto en la rebelión de Coré en Números 16: 3,


3 Se juntaron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: “Habéis ido bastante lejos, porque toda la congregación es santa, cada uno de ellos, y el Señor está en medio de ellos; ¿Por qué, pues, os exaltáis sobre la asamblea del Señor?


Ciertamente, toda la Iglesia era santa (apartada para el servicio divino). El liderazgo fue llamado para equipar a los santos y llevarlos a todos a la madurez, como nos dice Pablo. Sin embargo, fueron demasiado lejos al rebelarse contra aquellos a quienes Dios había ungido para liderar. En ese momento, estos ungidos eran Moisés y Aarón. Hoy son el ministerio quíntuple, cuyos llamados sean genuinos. Su autoridad no debe ser desdeñada.


Mientras el ministerio quíntuple continúe trabajando por sí mismo equipando a los santos para ministrar, los estudiantes que están madurando no deben rechazar a sus maestros, profetas y pastores. En la rebelión de Coré sus argumentos tuvieron mucho mérito, pero ignoraron que la santa congregación había sido la que erigió a Moisés como predicador profesional. Por supuesto, también sabemos que el motivo subyacente de Coré era reemplazar a Aarón como sumo sacerdote de Israel. Él y sus compañeros levitas buscaban el sacerdocio, un llamamiento que estaba reservado para los hijos de Aarón (Números 16: 10).


Hay muchos a lo largo de la historia que han deseado un llamado que no era el suyo. Cada uno necesita buscar la voluntad de Dios para descubrir su propio llamado, porque solo encontrando su lugar en el Cuerpo se puede encontrar la verdadera felicidad.


Efesios 4: 13 concluye,


13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón maduro, a la medida de la estatura que pertenece a la plenitud de Cristo.


Esto nos lleva de vuelta al tema de la unidad de Pablo en los versículos 3-6. La verdadera unidad se logra, no cuando todos se ven obligados por las amenazas a tener las mismas opiniones y credos, sino cuando todos llegamos al mismo nivel de madurez espiritual que manifiesta “la plenitud de Cristo”, es decir, su carácter.


https://godskingdom.org/blog/2022/09/ephesians-part-16-gods-gifts

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