APOCALIPSIS - Libro VII - Cap. 14 - LAS CONSECUENCIAS DEL JUICIO (El juicio divino de Babilonia como sacrificio por el pecado), Dr. Stephen Jones

 



Apocalipsis 19 se correlaciona con la koph, que es la letra 19 del alfabeto hebreo, que significa “la parte de atrás de la cabeza, o lo que viene después”. En este caso son las secuelas del juicio sobre Babilonia, la Gran Ramera.


El capítulo 19 comienza como una sesión de adoración y alabanza celestial por lograr la victoria, seguida por la escena del matrimonio. Apocalipsis 19: 1-2 dice:


1 Después de estas cosas oí como una gran voz de una gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios; 2 porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la gran ramera que corrompía la tierra con su inmoralidad, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos”.


La multitud en el Cielo no se identifica, no se dice si son hombres o huestes angelicales. No importa, porque el enfoque está en la justicia del juicio divino sobre la Gran Ramera, a quien se culpa por corromper la tierra con su inmoralidad y por matar a los profetas y santos. Dios es reconocido como el Dueño de todo lo que Él creó, y este parece ser el propósito de su juicio. Es debido a la naturaleza verdadera y justa de sus juicios que “la salvación, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios.


La Gran Ramera de Babilonia había establecido su poder y gloria sobre la injusticia, la inmoralidad y el asesinato, mientras que Dios permitió que eso continuara por una temporada. En términos de las cuatro Bestias de Daniel, esa temporada fue de “siete tiempos”, o 2520 años. Pero esto también es más profundo, porque el final de los “siete tiempos” de Nabucodonosor es también el final de los seis “días” de esclavitud a la carne mortal (es decir, 6000 años). El juicio original de Dios sobre Adán esclavizó a toda la Creación durante seis días de mil años.



Las Leyes del Sábado y la esclavitud


La Ley de Éxodo 21: 2 dice:


2 Si comprares un esclavo hebreo, servirá seis años; pero el séptimo saldrá como un hombre libre sin pago.


La presunción detrás de esta Ley es que un hombre había incurrido en una deuda, a menudo por el pecado, y que un juez lo había sentenciado a ser vendido en pago de esa deuda. Tales esclavos debían ser puestos en libertad después de seis años, de acuerdo con el principio sabático de descansar cada siete días. Por supuesto, si el hombre todavía debía más de su deuda, se le pediría que regresara a su esclavitud al final del séptimo día. Era solo en el Jubileo cuando cualquier deuda adicional debía ser cancelada permanentemente, para que pudiera regresar a su propiedad como un hombre libre.


Como veremos más adelante, Apocalipsis 20 habla de un sábado de mil años, donde toda la tierra descansa de la opresión babilónica. Sin embargo, luego viene el juicio del Gran Trono Blanco, momento en el cual muchos serán juzgados y sentenciados a ser esclavos de los Vencedores. Esto no le dará a los Vencedores el derecho de abusar de sus esclavos, por supuesto. De hecho, será un tiempo en que los Vencedores mostrarán a sus esclavos (con el ejemplo) el amor de Cristo, para que los esclavos (antiguos pecadores) aprendan los caminos de Dios en un ambiente perfecto.


Este juicio de Dios, como explicaremos más adelante, es el lago de fuego, o lo que Moisés llamó la ley de fuego en Deut. 33: 2 (KJV). No será una cámara de tortura, sino una condición de juicio divino según la Ley de Dios. La Ley de Dios no hará torturar a los hombres a menos que hayan torturado a otros. En cambio, los condenará a ser “vendidos”, es decir, a ser puestos bajo autoridad y a trabajar para pagar sus deudas.


Dios sentenció así al hombre al principio (Gén. 3: 17-19), y la esclavitud del hombre al pecado ha continuado durante seis “días” hasta el presente. El derrocamiento de Babilonia fue necesario porque no los dejaron ir libres (Jeremías 50: 33) en el tiempo especificado por la Ley. La revelación de Juan (como veremos) trata el Milenio de Apocalipsis 20 como un sábado para toda la Tierra, por lo que creo que es un período de tiempo literal.


Mientras tanto, la multitud en el Cielo alaba a Dios por sus justos juicios sobre el opresor que se ha negado a respetar la Ley de Liberación en el año sabático. Si bien ha habido muchos casos menores ante la Corte Divina durante los últimos 6000 años, el juicio contra la Gran Ramera tiene sus raíces en el caso original contra Adán.



El humo del sacrificio


Apocalipsis 19: 3-4 dice:


3 Y dijeron por segunda vez: “¡Aleluya! Su humo sube por los siglos de los siglos” [eis tous aionas ton aionon, “por los siglos de los siglos” (The Emphatic Diaglott)]. 4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios que está sentado en el trono, diciendo: “Amén. ¡Aleluya!”


Se ve el humo saliendo proféticamente de la destrucción de Babilonia. Esta es también una referencia al humo que se ve saliendo de Sodoma y Gomorra (Gén. 19: 28). También es el mismo humo que se ve saliendo de la destrucción de Edom (Isaías 34: 10) y de la Gehenna, donde Jerusalén es juzgada en fuego inextinguible (Jeremías 19: 12; Isaías 66: 24).


Sin embargo, este humo también tiene otro propósito cuando se considera en el nivel profético visto en Apocalipsis 19. El humo era un símbolo importante en varios sacrificios, y así vemos cómo el juicio de Dios sobre Babilonia también se consideró un gran sacrificio. Por ejemplo, Lev. 5: 12 dice,


12 Y la traerá al sacerdote, y el sacerdote tomará un puñado de ella como porción memorial y la quemará sobre el altar, con las ofrendas encendidas del Señor; es una ofrenda por el pecado [khattaw].


El hecho de que los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes adoren a Dios cuando ven el humo que se eleva puede dar a nuestras mentes occidentales una impresión equivocada. ¿Están realmente extasiados por la muerte de la Gran Ramera y la destrucción de estas ciudades? No, se regocijan porque el pecado ha sido tratado y el orden legal ha sido restaurado. Este es el propósito de cualquier sacrificio, como la “ofrenda por el pecado” en el versículo anterior.



El pecado y las Ofrendas por el Pecado


El fuego representa la Ley de Dios al consumir la khattaw, “ofrenda por el pecado”, transformándolo de materia a vapor que se disipa. La palabra khattaw significa literalmente "pecado", pero también se refiere a una "ofrenda por el pecado", porque la ofrenda representa el pecado mismo y es su sustituto.


La palabra khattaw se menciona en términos griegos en 2ª Cor. 5: 21,


21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado [es decir, ofrenda por el pecado], para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.


Aquí debemos entender la declaración de Pablo, no con una mentalidad griega, sino con un entendimiento hebreo. Jesús no tenía pecado, pero se convirtió en una ofrenda por el pecado (khattaw) en nuestro nombre. Estrictamente hablando, Él no se hizo “pecado” por nosotros, excepto en la medida en que la ofrenda por el pecado se identificaba con el pecado del que necesitaba expiación o reconciliación.



El juicio divino como sacrificio


El juicio de Dios puede caer sobre Jesucristo en nuestro nombre, pagando la pena por nuestro pecado; pero aquellos que no tienen fe en su sacrificio están obligados a pagar su propia deuda con la Ley. Por lo tanto, son tratados como un sacrificio en el intento de pagar la deuda por su propio pecado. El problema con esto, por supuesto, es que es un sacrificio imperfecto que aún requiere uno mayor para lograr la plena reconciliación entre el pecador y Dios. En ese sentido, es similar a todos los sacrificios de animales, que debían repetirse, porque eran insuficientes y, por lo tanto, eran solo medidas provisionales.


Entonces, cuando la Gran Ramera es juzgada, y su humo sube, es como una ofrenda por el pecado del Antiguo Pacto, que proporciona una medida temporal de alivio de la deuda hasta que la reconciliación total pueda tener lugar más tarde. Otra forma de expresarlo es en la distinción entre expiación y reconciliación. La expiación “cubre” el pecado; la reconciliación “quita” el pecado por completo. La expiación da una apariencia de perfección o limpieza. Todos los sacrificios de animales simplemente expiaban o cubrían el pecado, dándonos una perfección legal, pero no una perfección real. Solo la sangre del Cordero perfecto de Dios podría traer la reconciliación plena y permanente a la humanidad.


Isaías 34: 6 habla de la destrucción de Edom, diciendo: “Yahweh tiene sacrificio en Bosra, y gran matanza en la tierra de Edom. En otras palabras, la destrucción de Edom y Bosra, su ciudad capital, se representó en términos de un “sacrificio” de Dios.


Asimismo, Ezequiel 39: 17 dice lo mismo de Gog y Magog: Reuníos y venid, congregaos de todos lados para mi sacrificio, el cual voy a sacrificar por vosotros, como un gran sacrificio sobre los montes de Israel, para que comáis carne y bebáis sangre.


Este es el versículo al que también se hace referencia hacia el final de Apocalipsis 19, donde se le llama la gran cena de Dios (Ap. 19: 17). Ezequiel nos dice que es un Sacrificio divino, que, en la Ley, se debía comer. Lev. 6: 26 dice,


26 El sacerdote que lo ofrezca por el pecado [khattaw, “pecado” u “ofrenda por el pecado”] lo comerá. Se comerá en un lugar santo, en el atrio de la tienda de reunión.



¡Aleluya!


La gran multitud clama “¡Aleluya!” No es que se regocijen por la destrucción, sino que Dios ha considerado esto como un sacrificio. Esto satisfizo la Ley, que dice que la paga del pecado es muerte (Rom. 6: 23). Como todos los sacrificios del Antiguo Pacto, trata el problema del pecado, aunque de manera incompleta, esperando el juicio del Gran Trono Blanco, cuando toda rodilla se doblará y toda lengua confesará a Jesús como Señor y Salvador (Filipenses 2: 10-11).


Como siempre, debemos ver la Ley como de naturaleza correctiva, más que en términos destructivos. La destrucción es temporal, junto con la muerte misma, porque todas las cosas terminan cuando la Creación misma entra a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Rom. 8: 21).


Entonces, Apocalipsis 19: 4 representa a los cuatro seres vivientes, que representan la Creación misma, clamando “¡Amén! ¡Aleluya!” por el gran sacrificio de Dios, sabiendo que el plan divino es perfecto y redundará en la Reconciliación de Todas las Cosas.


https://godskingdom.org/studies/books/the-revelation-book-7/chapter-14-the-aftermath-of-judgment


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