HUMILDAD, MANSEDUMBRE Y LONGANIMIDAD, Devocionales e-MANÁ

 




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6 de febrero de 2022

Humildad, mansedumbre y longanimidad

Versículos de la Biblia

Efesios 4: 2-3 Con toda humildad y mansedumbre, con longanimidad, soportándoos los unos a los otros en amor, diligentes en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

Palabras del ministerio

Ser humilde es permanecer en un nivel bajo, y ser manso significa no pelear por uno mismo. Debemos ejercitar estas dos virtudes al tratar con nosotros mismos. Tener longanimidad es sufrir el maltrato. Debemos ejercitar esta virtud al relacionarnos con otros. Por medio de estas virtudes nos sobrellevamos los unos a los otros, es decir, no rechazamos a los que causan problemas, sino que los sobrellevamos en amor.

El problema, sin embargo, consiste en que nosotros mismos no podemos ser ni humildes ni mansos. Si somos sinceros, reconoceremos que no poseemos la humildad ni la mansedumbre verdaderas. Por el contrario, tendemos a exaltarnos a nosotros mismos y a defender nuestra causa. Además, así como no tenemos humildad ni mansedumbre, tampoco tenemos longanimidad y no podemos sobrellevar a otros en amor. A pesar de todo, Pablo nos exhorta a que tengamos un andar tan digno como éste que describe aquí.

En nuestra humanidad natural no tenemos humildad, mansedumbre ni longanimidad; estas virtudes se encuentran únicamente en nuestra humanidad transformada, es decir, en la humanidad de Jesús. En Mateo 11:29 el Señor dijo que Él era manso y humilde de corazón. La mansedumbre y la humildad son características de la humanidad de Jesús. Toda humildad o mansedumbre que creamos tener es falsa y no pasará ninguna prueba. ¡Alabado sea el Señor que hoy podemos tener la humanidad de Jesús, la cual se halla en Su vida de resurrección! Cuanto más somos transformados, más de la humanidad de Jesús tenemos, y al poseer la humanidad del Cristo resucitado, espontáneamente tendremos las virtudes necesarias para guardar la unidad del Espíritu.

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