NEGARNOS EN FAVOR DE LA UNIDAD Y DE NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD, Oswald Chambers

 



"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: -Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo", Mateo 16: 24.


La individualidad es la envoltura de la vida personal. La individualidad se abre paso a los codazos, separando y aislando. Ésta es la característica primordial de un niño y con razón. Cuando la confundimos con la vida personal, quedamos aislados. 

La individualidad como un caparazón, es la protección natural creada por Dios para la vida personal. Pero, para que esa vida personal pueda surgir y llegar a la comunión con Él, nuestra individualidad debe desaparecer. La individualidad falsifica la personalidad, así como la lujuria falsifica el amor. Dios diseñó la naturaleza humana para Él mismo, pero la individualidad la corrompe y la desvía hacia sus propios propósitos.

La individualidad se caracteriza por la independencia y la obstinación. Es su continua afirmación lo que, más que cualquier otra cosa, estorba nuestro desarrollo espiritual. Si dices: "No puedo creer", es porque tu individualidad está bloqueando la vía. Ella nunca puede creer. Pero, nuestra personalidad no puede dejar de creer. 

Obsérvate cuidadosamente cuando el Espíritu de Dios esté obrando en ti. Él te empuja hasta el límite de tu individualidad donde es necesario escoger entre decir: "No lo voy a hacer", o someterte para que se rompa el caparazón de la individualidad y dejar que emerja la vida personal

El Espíritu Santo la va reduciendo poco a poco a un solo punto (negar tu yo, tu opinión, tu deseo, tu originalidad, negarte a ti mismo) (Mateo 16: 23-24). Dios quiere llevarte a tener comunión con Él, pero si no estás dispuesto a ceder el derecho sobre ti mismo, Él no lo hará

Niéguese a sí mismo: Cuando niegas tu derecho a la independencia, la vida real tiene la oportunidad de crecer.

Oswald Chambers



"...Que sean uno, así como nosotros somos uno", (Juan 17: 22).

 

La personalidad es esa parte peculiar, singular e incalculable de nuestra vida, que nos diferencia de todos los demás. Es demasiado grande para poderla comprender. Una isla en el mar puede ser solamente la cima de una gran montaña y nuestra personalidad es algo parecido. Como no conocemos las grandes profundidades de nuestro ser, no podemos hacer una valoración de nosotros mismos. Empezamos creyendo que podemos, pero pronto entendemos que sólo un ser nos comprende completamente, nuestro Creador.

Así como la individualidad caracteriza la parte externa del hombre natural, la personalidad es el sello característico del hombre espiritual. Nunca podemos describir a nuestro Señor a partir de la individualidad o la independencia, sino sólo a partir de su personalidad: "El Padre y yo uno somos", Juan 10: 30. 

La personalidad se debe unir. Es decir, que sólo alcanzas tu verdadera identidad estando unido a otra persona. Cuando el amor, o el Espíritu de Dios, entra en una persona, ésta queda transformada y ya no insiste más en mantener su individualidad. El Señor nunca habló de la individualidad de una persona, o de su posición aislada, sino de su personalidad. "Que sean uno, así como nosotros somos uno".

Cuando le cedes a Dios tus derechos sobre ti mismo, enseguida tu verdadera naturaleza personal comienza a obedecer a Dios. Jesucristo emancipa toda tu personalidad e incluso tu individualidad se transforma. La transformación es causada por el amor, es decir, por la devoción personal a Jesús. El amor es el desbordante resultado de una persona en verdadera comunión con otra.


Oswald Chambers.

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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