ISAÍAS, Profeta de la Salvación -LIBRO IX (Is. 59-66)- Parte 24: Los dos terremotos. Los que se conforman a Su naturaleza sin quejarse, Dr. Stephen Jones

 




03-02-2021



El lamento de Isaías por el fracaso de Israel en alcanzar el verdadero estatus de hijos de Dios (Filiación) saca del profeta un clamor de que Dios intervendría enviando su Espíritu Santo para cambiar los corazones de la gente. Leemos en Isaías 64: 1-3:


1 ¡Oh, si rasgaras los cielos y descendieras, para que los montes se estremecieran ante tu presencia, 2 como el fuego enciende la maleza, como el fuego hace hervir el agua, para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y hacer temblar las naciones en tu presencia! 3 Cuando hiciste cosas asombrosas que no esperábamos, bajaste, los montes temblaron ante tu presencia.


El profeta se estaba refiriendo a la presencia de Dios en el monte Horeb, cuando descendió en apariencia de fuego y sacudió la montaña “violentamente” (Éxodo 19: 18). El profeta entendió que las montañas simbolizan reinos, como vemos en Isaías 2: 2-4. Por eso, compara el temblor del monte Horeb con las naciones que tiemblan ante la presencia de Dios. Por eso, ora por un mayor temblor.



Dos terremotos


La oración de Isaías se convirtió en profecía en Hageo 2: 6-7,


6 Porque así dice Yahweh de los ejércitos: “Una vez más, dentro de poco, voy a hacer temblar los cielos y la tierra, también el mar y la tierra seca. 7 Sacudiré a todas las naciones, y vendrán con las riquezas de todas las naciones, y llenaré de gloria esta casa”, dice Yahweh de los ejércitos.


Hebreos 12: 18-29 explica que esta profecía no se cumplirá de la misma manera que se vio en el monte Horeb, lo que hace una comparación y un contraste entre los montes Horeb y Hermón (Sión). Dios ciertamente responderá a la oración de Isaías, porque volverá a descender sobre el monte con fuego y temblor. Sin embargo, no regresará a Horeb, porque representa el Antiguo Pacto; en cambio, regresará espiritualmente a la montaña del Nuevo Pacto llamada Monte Sión (Traductor: los Vencedores), el lugar donde Jesús fue transfigurado. Deuteronomio 4: 48 dice:


48 desde Aroer, que está al borde del valle de Arnón, hasta el monte Sión (es decir, Hermón).


Este gran temblor "llenará esta casa de gloria", dice Hageo. Por lo tanto, responderá a la oración de Isaías de que Dios descienda una vez más para hablar directamente a la gente y escribir su Ley en sus corazones. El evento del Monte Horeb ocurrió el día posteriormente conocido como Pentecostés, pero el evento de los Últimos Días será mayor que Pentecostés.


Bajo Moisés el pueblo se retiró atemorizado (Éxodo 20: 18-19), negándose así a escuchar y tener la Ley escrita en sus corazones. Pero cuando la presencia de Dios descienda sobre el Monte Sión, todas las naciones lo verán y serán conmovidas. Hebreos 12: 27 nos dice que el propósito de esta sacudida "denota la remoción de las cosas que pueden ser sacudidas, como cosas creadas, para que permanezcan las que no pueden ser sacudidas".


El terremoto físico en el monte Horeb solo trajo temor a la gente, pero el terremoto espiritual en el Monte Sión derribará el miedo mismo, porque el miedo debe ser reemplazado por el amor. Leemos en 1ª Juan 4: 18,


18 No hay temor en el amor; sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor implica castigo [kolasis, “corrección, imposición penal”], y el que teme no se ha perfeccionado en el amor.


No hay duda de que las naciones temerán mientras sus reinos sean sacudidos, pero el propósito de Dios no es dejarlas con temor, sino eliminar las obstrucciones al "amor perfecto". Los israelitas bajo Moisés experimentaron temor pero no se graduaron para amar. El temor es todo lo que el Antiguo Pacto tenía para ofrecer. En el segundo derramamiento del Espíritu en el Monte Sión, habrá temor al principio, pero al final, las naciones amarán a Dios, porque esa es la promesa del Nuevo Pacto. En otras palabras, las naciones en su conjunto serán liberadas de su esclavitud al pecado, y la gente verá a su "Faraón" interior derrocado, así como Dios liberó a Israel de Egipto. Por extensión, así como Israel fue sacada por “el ángel de su presencia” (Isaías 63: 9), así también Peniel librará a las naciones, permitiéndoles manifestar la gloria de Dios en sus rostros.



Oración de Isaías


La oración de Isaías ciertamente será respondida. No oró para que el fuego de Dios quemara a las naciones. Señaló que el propósito del fuego de Dios era “dar a conocer tu nombre a tus adversarios, para que las naciones tiemblen ante tu presencia” (Isaías 64: 2). Aquellos que leen esto con los ojos del Antiguo Pacto ven solo la ira divina y la destrucción de sus adversarios. Pero los apóstoles, teniendo los ojos del Nuevo Pacto, vieron el amor de Dios venciendo a sus enemigos.


Romanos 5: 8-10 dice:


8 Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Mucho más entonces, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida.


El apóstol estableció el amor de Dios como el fundamento de su enseñanza del Nuevo Pacto sobre la “justificación de vida para todos los hombres” (Romanos 5: 18). Por lo tanto, cuando Isaías oró para que los “adversarios” (o enemigos) de Dios “temblaran” ante la presencia de Dios, no buscaba su destrucción sino su arrepentimiento y reconciliación. Después de todo, los israelitas de su época no eran mejores que los extranjeros idólatras (Isaías 63: 19). El Dios de la imparcialidad debe tratar a todos los pecadores y enemigos con la misma justicia. La justicia de la Ley de Dios fue diseñada para corregir, no para destruir.


El profeta tomó nota de las "cosas asombrosas" que inesperadamente Dios había hecho en el monte Horeb. No habían pedido a Dios que descendiera como fuego, ni esperaban escuchar su voz. Dios intervino directamente por el consejo de su propia voluntad. Obviamente, el profeta esperaba que Dios interviniera inesperadamente una vez más para cumplir los votos del Nuevo Pacto de salvar a la humanidad.



Percibir con ojos espirituales


Isaías 64: 4 continúa,


5 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto, oh Dios, fuera de ti, que obra así en favor del que en Él espera.


El profeta dice que sus ojos y oídos físicos no habían percibido a un Dios como este. Pablo citó este versículo en 1ª Corintios 2: 9 y luego lo explicó en 1ª Corintios 2: 10-11,


10 Porque Dios nos las reveló por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque, ¿quién entre los hombres conoce los pensamientos de un hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Aun así, los pensamientos de Dios nadie conoce sino por el Espíritu de Dios.


Pablo dice que los oídos y los ojos físicos, utilizando la mente anímica del hombre, no pueden percibir "las profundidades de Dios". Conocer a Dios es un proceso de revelación que sólo “el espíritu del hombre que está en él” puede discernir y comprender. Por tanto, el mero estudio de la Biblia es insuficiente, porque es un ejercicio anímico. Uno debe escuchar la Palabra utilizando el propio espíritu, que luego transmite la verdad al alma, si es que, de hecho, el alma de uno está sujeta al espíritu.


Isaías y Pablo dicen que solo la revelación espiritual puede enseñarnos las profundidades de la naturaleza de Dios. El alma es muy limitada, porque es carnal, no espiritual. El "hombre" anímico interior "no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura" (1ª Corintios 2: 14).


Es obvio que los israelitas en el Monte Horeb estaban viendo el fuego de Dios y escuchando su voz a través de la capacidad anímica de sus mentes carnales. Por lo tanto, en lugar de ser una revelación para ellos, lo que vieron y oyeron los asustó. Tememos a lo desconocido, y es cierto que lo que vieron y oyeron con la mente carnal solo les trajo confusión y miedo.


Aquellos que escuchen la Palabra a través de sus oídos espirituales verán la Ley escrita en sus corazones, porque esta es la provisión del Nuevo Pacto. El alma recibe hechos; el espíritu recibe revelación.


Pero, ¿a qué tipo de hombre o mujer se revela Dios? Isaías 64: 5 dice:


5 Sales al encuentro [pagah, “golpear, precipitarse, caer sobre”] del que se regocija en hacer justicia [tsedek ], que se acuerda de ti en tus caminos …


El Espíritu de Dios cae sobre los que se regocijan en hacer justicia, lo que es recto, lo que se ajusta a los principios de justicia y misericordia establecidos en la Ley (naturaleza) de Dios. La justicia se mide por nuestro nivel de regocijo al practicarla. Muchos son obedientes porque temen la retribución divina, y esto expone su mentalidad de Antiguo Pacto.


Pero aquellos que están de acuerdo con la Ley de Dios, sabiendo que ella define su naturaleza, aquellos que dan muerte al viejo hombre que a menudo no está de acuerdo con Dios, son los que verdaderamente pueden conformarse a su naturaleza sin quejarse. Estos son capaces de regocijarse siempre (1ª Tesalonicenses 5: 16) y dar gracias en todo (1ª Tesalonicenses 5: 18).


https://godskingdom.org/blog/2021/02/isaiah-prophet-of-salvation-book-9-part-24

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