“Donde esté tu tesoro allí estará tu corazón”
Este joven quería tener la razón.
Había cumplido con todos los mandamientos.
Aún le faltaba un gran requerimiento.
Se encontró con el Señor en el camino.
Quería verlo y entender su destino.
Mientras el Maestro enseñaba al pueblo
Las hermosas y bellas perlas de su Reino.
Llega con su porte y su hermosa limusina
Y con cuatro grandullones encima.
¿Qué haré para heredar la vida eterna?
Era la pregunta y el gran dilema.
El Maestro lo mira de arriba abajo:
¡Guarda los mandamientos que Dios te ha dado!
¡Desde niño los he guardado!
Responde el joven bastante inflado.
Una cosa te falta joven amado:
¡Vende todo lo que tienes y da al necesitado!
El joven lo mira muy extrañado:
¡Creo que el Maestro se ha equivocado!
¡Sígueme luego y aprende el camino
De estos que siempre caminan conmigo
Los cuales han rendido toda su vida
Para ganar la mejor compañía!
El joven no sabe dónde plantarse
Esa respuesta es muy frustrante.
¡Esto no era lo que esperaba!
¡Y ese dicho lo angustiaba!
Dejar todo lo que poseía
Era una locura sin medida
Tenía fama, riquezas y honor
¡No vengas con esto, Señor!!
Y el joven así volvió
A su limusina y a su mansión.
Y se perdió la gran bendición
De caminar con el Salvador.
Hoy muchos aman su posición
Y no quieren seguir al Redentor.
El Reino exige sumisión
Y desprendimiento sin condición.
Este joven se fue a su casa
Guardando como muchos su religión
Y perdiendo la gran riqueza
De la Vida y el dulce Amor.
Es fuerte cuando se aman
Mucho más las cosas vanas
Y se deja solo a un lado
Lo más bello que Él ha dado.
Jesús te dice hoy:
¿Quién reina en tu corazón?
Es la pregunta del millón
No puedes seguirlo sin pasión.
Jesús pide más que una canción
Dejarlo todo por amor
Para ganar algo mayor
Y así gozar su comunión.
Jesús pide tu atención
Está cansado de religión.
El pide todo o nada
Y no quiere las migajas.
A Jesús se le sigue por convicción
Él quiere un pueblo en sumisión.
Que no tiene otro dios
Y no juega con el Señor.
No queremos más tesoros
que nos quiten la mirada
nos lleven a la nada
y nos destruyan la calzada.
Queremos seguir las pisadas
De quien caminó por calles enlodadas
y no olvidar las palabras del Señor:
¡Dónde esté tu tesoro allí estará tu corazón!
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