¡CUÁNTA GRACIA! Poema de E. Josué Zambrano Tapias

 



¡Cuánta gracia en sus manos que entregó al martillo y al clavo!

¡Cuánta gracia en sus heridas que emanaban sangre sin medida!

¡Cuánta gracia en sus pies que caminaban al Calvario Fiel!

¡Cuánta gracia en sus sienes que dejaron las espinas incrustar la piel!

¡Cuánta gracia en su espalda que el soldado vilmente lastimaba!

¡Cuánta gracia en su rostro que desfigurado quedó de nosotros!

¡Cuánta gracia en su boca que al tener sed le dieron hiel!

¡Cuánta sracia en sus vestidos que se repartieron en suerte esos pillos!

¡Cuánta gracia en su costado que una lanza ha traspasado!

¡Cuánta gracia en sus ojos que vieron lo peor de todos!

¡Cuánta gracia en sus oídos que escuchaban todo el vocerío!

¡Cuánta gracia en su corazón que traspasado fuera por amor!

¡Cuánta gracia en su voluntad que obedecer decidió hasta el final!


Y esa Gracia que Él mostró sigue vigente el día de hoy:

Sus manos que entregó me sostienen en toda ocasión.

Sus heridas que llevó me siguen sanando el corazón.

Sus pies con los que caminó me guían a un lugar mejor.

Sus sienes que la espina clavó me recuerdan el galardón.

Su espalda que laceraron me lleva a veces cuando estoy cansado.

Su rostro que desfiguraron es el que en las noches me ha iluminado.

Su boca que bebió hiel me habla cosas cual leche y miel.

Sus vestidos que repartieron son mi cobija y escondedero.

Su costado que traspasaron allí me meto cuando he fracasado.

Sus ojos que vieron lo peor siempre me guían a un lugar mejor.

Sus oídos que oyeron alrededor me dicen que debo dejar el dolor.

Su corazón que entregó por amor sigue latiendo a donde quiera que voy.

Y su voluntad que rindió al Padre es la que me falta doblegar como nadie.


Porque no es fácil hacer su voluntad ya que la mía quiere imperar

Y mi “yo” quiere gobernar y no quiero hacer caso a su autoridad.


Que tú y yo podamos razonar 

y dejar que Él obre en nuestro andar

y así al Padre agradar 

como lo hizo Jesucristo en su peregrinar,

y podamos así llegar 

a la estatura del hombre espiritual

y alcanzar la medida de su amor 

y de esa gracia que Él nos dió.

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