ISAÍAS, Profeta de la Salvación - LIBRO V - Parte 5: El Maestro de Justicia nos guía al arrepentimiento y su resultado es la bendición, Dr. Stephen Jones


Promesa # 305: Obra Bendita


06-08-2020


Isaías 30: 19-20 dice:

19 Oh pueblo de Sión, morador de Jerusalén, no llorarás más. Ciertamente se apiadará de ti a la voz de tu clamor; cuando la oiga, te responderá. 20 Aunque Yahweh os ha dado pan de escasez y agua de opresión, tu Maestro no se esconderá más, sino que tus ojos contemplarán a tu Maestro.

Hay dos ciudades de Jerusalén a lo largo de la Escritura, y los profetas hablan de ambas sin distinguir entre las dos. La palabra hebrea para Jerusalén es Ierushalayim, que literalmente significa "dos Jerusalén-es".El idioma hebreo tiene un plural (-im) y un dual (-ayim). Ierushalayim tiene la terminación dual, que significa precisamente dos. Los profetas dejan al lector discernir a qué ciudad se refiere la Palabra de Dios.

En el caso anterior, "Jerusalén" es (Sión, con tilde) la Nueva Jerusalén, o la ciudad celestial, como se la llama a menudo. El Nuevo Testamento hace la distinción entre las dos ciudades. En general, la ciudad terrenal está programada para la destrucción, mientras que a la ciudad celestial se le promete gracia y salvación. Lo mismo ocurre con nosotros como individuos, porque nuestra carne, o "viejo hombre", ha sido condenado a muerte, mientras que nuestro "hombre espiritual" es nuestro yo real que está siendo salvo.

Por lo tanto, cuando Pablo dice en 1ª Corintios 15: 50 que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”, no se refiere solo a la carne y la sangre de nuestro “viejo hombre”, sino también a la ciudad terrenal de Jerusalén.

Habiendo hecho esta distinción leyendo el Nuevo Testamento, podemos interpretar correctamente Isaías. Jerusalén es la Nueva Jerusalén en este caso, y Sion también se cambia a Sión (Hebreos 12: 22 KJV), que está representada por el Monte Hermón (Deuteronomio 4: 48), el lugar donde Jesús fue transfigurado y manifestado como el Hijo de Dios (Mateo 17: 2, 5).


La promesa de Dios

El mensaje de Isaías a Jerusalén es la promesa de Dios, que se basa en el Nuevo Pacto (Gálatas 3: 18). La promesa de Dios es salvar a toda la humanidad, y cuando Dios llama a alguien, es para cumplir Su promesa en esa persona. Al final, Él llamará a todos, pero solo unos pocos son llamados en esta era presente, porque son unos pocos los que están llamados a bendecir a muchos. La evidencia del llamado de uno se ve en el hecho de que se arrepiente y se aparta de sus caminos carnales. Dios les abre los ojos para ver la verdad y se sienten inspirados a cambiar de dirección y a aprender los caminos de Dios.

Así que el profeta dice: “Ciertamente él tendrá misericordia de ti al sonido de tu clamor” (de arrepentimiento). Sin embargo, también sabemos que uno no puede arrepentirse sin un acto soberano de Dios que lo mueva a ello (Jeremías 31: 18; Lamentaciones 5: 21). Cuando los pecadores se vuelven (se arrepienten) y sus acciones confirman lo que Dios ha hecho en sus corazones, entonces Dios responde a su clamor y los libera.

Antes de su arrepentimiento, Dios les da "pan de escasez [zar," enemigo, angustia, aflicción"] y agua de opresión [lachats, “aflicción, enemistad”]. Estas son metáforas hebreas que describen la aflicción como si fuera una dieta diaria de alimentos hasta que se cumpla la promesa de liberación de Dios. Entonces verán a su Maestro (moreh).

La palabra hebrea moreh significa literalmente un arquero. La raíz de la palabra es yarah, "disparar, enseñar".
Es la palabra usada en Joel 2: 23, donde se traduce como "la lluvia temprana", pero que también podría traducirse como "maestro de justicia". Un maestro de justicia se representa como un arquero que acierta en su objetivo, que es la Verdad. Pero moreh también se representa como lluvia, que habla del derramamiento del Espíritu. La combinación de estas dos ideas se ve en Juan 15: 26, donde Jesús habló del "Espíritu de verdad que procede del Padre". Por lo tanto, así como la lluvia cae del cielo, así también el Espíritu de la Verdad procede del Padre.

El Espíritu de la Verdad es "la promesa del Padre" (Hechos 1: 4 KJV). Cada vez que la Escritura habla de la promesa de Dios, es una característica del Nuevo Pacto. Cuando el Espíritu Santo fue enviado a la Iglesia el día de Pentecostés en Hechos 2, fue para cumplir la promesa, juramento o voto del Padre. Así es que el Nuevo Pacto se cumple cuando Dios escribe Su Ley en nuestros corazones (Hebreos 8: 10) por la agencia del Espíritu de Verdad.

Quienes rechazan la Ley evidencian que Dios aún no les está cumpliendo Su promesa a ellos, sino que la promesa se cumplirá en ellos solo en una fecha posterior. Para ellos, la promesa de que sus ojos contemplarán a su Maestro permanece en el futuro. Isaías 30: 21 dice:

21 Vuestros oídos oirán detrás de ti una palabra: “Este es el camino, andad por él”, ya sea que vayáis a la derecha o a la izquierda.

Los hombres pueden estar bajo la ilusión de que su propia voluntad los ha llevado a arrepentirse y volverse a Dios, pero de hecho el gran Maestro de justicia los ha estado guiando desde atrás por el Espíritu de Verdad. Cuando reconozcamos la verdad del asunto, entenderemos la soberanía de Dios y que Él es la Primera Causa de todas las cosas. El apóstol Pablo también había recibido esta revelación, porque era el fundamento de sus enseñanzas en Romanos 9.


El resultado del arrepentimiento

Isaías 30: 22 dice:

22 Y profanarás tus esculturas revestidas de plata, y tus imágenes de fundición revestidas de oro. Las esparcirás como a una cosa impura y les dirás: "¡Fuera de aquí!"

Cuando se dé el Espíritu de la Verdad, los hombres desecharán sus ídolos, "imágenes esculpidas" e "imágenes fundidas". Esto es lo que sucede cuando el Espíritu Santo escribe el Segundo Mandamiento en nuestro corazón: "No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que hay arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra" (Deuteronomio 5: 8).

Un ídolo es una expresión artística de la comprensión que tienen los hombres de Dios y su naturaleza. El problema es que la carne, con su hombre anímico, no puede comprender las cosas del Espíritu (1ª Corintios 2: 14). Por lo tanto, un ídolo siempre se queda corto. Un ídolo limita la capacidad de los hombres de conocer a Dios como realmente es. Los ídolos físicos crean ídolos del corazón al escribir leyes incorrectas en el corazón de los hombres. Esta revelación le fue dada a Ezequiel cuando ciertos ancianos de Jerusalén vinieron a consultarle la Palabra del Señor (Ezequiel 14: 3). Dios le dijo al profeta que si los hombres preguntaban con ídolos en sus corazones, Él les respondería de acuerdo con esos ídolos, para que tropezaran y cayeran.

El profeta nos mostró que debemos acercarnos a Dios sin opiniones preconcebidas, para que podamos escuchar todo lo que Dios quiera decirnos. En otras palabras, debe ser una búsqueda verdadera, en lugar de un intento de hacer que Dios valide nuestras propias decisiones carnales. Debemos ser buscadores de la verdad, no solo buscar la validación de nuestras propias creencias y opiniones preconcebidas.


La lluvia del Espíritu

Isaías nos dice así que cuando nuestro gran Maestro venga a conducirnos a toda la Verdad, dejaremos a un lado nuestros ídolos, incluidos los ídolos del corazón. Entonces los hombres podrán escuchar y obedecer la Palabra de Dios. Ya no rechazarán la Palabra en favor de sus propias tradiciones (ídolos). Esta promesa ya se ha cumplido en el Remanente de Gracia, incluso mientras "los demás fueron cegados" (Romanos 11: 7 KJV). Pero se acerca el día en que el Espíritu de Dios se derramará sobre toda la Tierra. Entonces todos verán y entenderán. Isaías 30: 23-24 dice:

23 Entonces te dará lluvia para la semilla que sembrarás en la tierra, y pan de la cosecha de la tierra, y será rica y abundante; ese día tu ganado pastará en un prado espacioso. 24 También los bueyes y los asnos que labran la tierra comerán forraje salado, aventado con pala y tenedor.

El profeta usa la metáfora de la lluvia para revelar la obra del Espíritu de la Verdad, cuyas bendiciones espirituales también resultan en manifestaciones físicas. La tierra fue creada para dar fruto y ser productiva, pero los hombres pecadores han obstaculizado su productividad por sus prácticas carnales e inmorales que van en contra de la Ley de Dios. Entonces, la maldición (juicio) de la Ley fue para evitar que la tierra fuera productiva. Deuteronomio 28: 23-24 dice:

23 El cielo que está sobre tu cabeza será de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. 24 Yahweh hará que la lluvia de tu tierra sea polvo y cenizas; del cielo descenderá sobre ti hasta que seas destruido.

Las bendiciones de la obediencia, por otro lado, se ven en Deuteronomio 28: 12,

12 Yahweh te abrirá su buen alfolí, los cielos, para dar lluvia a tu tierra en su tiempo y para bendecir toda la obra de tus manos …

Esto tiene al menos dos capas de significado: espiritual y físico. Lo físico manifiesta la condición espiritual. Por lo tanto, la sequía y el hambre son el resultado del pecado (violación de la Ley). Si bien la ciencia aceptada por nuestro actual Sistema Babilónico no reconoce al Creador como la Primera Causa, los que creemos en la Palabra de Dios entendemos que las condiciones de la tierra dependen de la condición espiritual de sus habitantes. La Creación es una expresión del Creador.


https://godskingdom.org/blog/2020/08/isaiah-prophet-of-salvation-book-5-part-5

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