EL SEÑOR MI REPOSO, Octavius Winslow


Venid a Mi | A los Pies de Jesus


"Ellos han olvidado su lugar de descanso".
Jeremías 50:6 (LBLA)

Para el alma agotada, enferma y cansada, cuan dulce y expresiva es la palabra —Descanso. ... “Las más dulces campanadas que se emiten del campanario del Cielo son las que infunden descanso para el alma agotada”. Toma asiento un momento, aunque te encuentres cansado y triste, y escucha la música, ¿Alguna vez los más dulces tenores de la melodía han penetrado más en el oído que estas palabras de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28)?

¿Quién puede contar las miríadas en gloria ahora, una vez que las personas fatigadas durante este mundo de cansancio, con los pies doloridos y tristes, a menudo “a punto de caer” (Sal. 38:17), cuando en sus oídos descienden estas palabras que “los más dulces tenores de los ángeles usan”, les causarán “descansar; junto a aguas de reposo"(Sal.23:2)? ¿Pero son estas palabras entendidas por completo y con claridad por todos los cansados del Señor? De ser así, ¿por qué existe intranquilidad y extravío tan penoso entre ellos conociéndolas? ¿No es porque los siguientes puntos no son claramente visibles y prácticamente reconocidos por ellos?

¿Podemos ver con claridad que el Salvador Personal es el verdadero reposo del alma piadosa? Puede que descansemos en el Evangelio de Cristo, en las promesas de Cristo, en la obra de Cristo, y aún estar lejos de ese verdadero reposo que conlleva, una confortable garantía del perfecto perdón y libertad de la condenación del pecado, el cual es nuestro privilegio obtener.

Hasta que nuestra humilde fe perciba al Salvador personal, no hemos comprendido cómo somos asidos por completo por Cristo —no hemos alcanzado nuestro punto más alto de descanso— descansa en Jesús mismo.

... Y ahora somos invitados, el cansado, el desgastado y el triste, al Salvador Personal, en lenguaje que parecería imposible malinterpretar. Él no dice, ‘Ven a mi Iglesia,’ o ‘Ven a mi ministro,’ o ‘Ven a mi evangelio’ o ‘Ven a mi obra;’ sino, en el lenguaje más claro y más enfático —parafraseando Sus palabras— Él dice: “Ven a MÍ, pasa por alto todo objeto, ser y trabajo, arroja de ti mismo la carga de la culpa y disponte a perecer, con fe en MÍ, el Salvador viviente, amoroso y personal, y hallarás el descanso por el cual tu alma suspira”. ¡Por lo tanto, oh alma mía, ve!

¡Por este motivo, oh Señor, iré!

¡Oh, qué gran reposo es Jesús! Al adherirnos a Él abrazamos todo lo demás —la sangre que perdona, la justicia que justifica, la gracia que santifica, la compasión que conforta, el poder que guarda— es todo realizado en una aceptación personal de un Redentor personal. ¡En Él, entonces, el pecado y la carga de pena, se remedia! Descansa en el amor que Su Corazón conserva, en la sangre que Su corazón derrama, en la compasión que Su Corazón palpa, sí, en todo lo que Él es —todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios (1 Cor.3:22-23).

Ten cuidado de no olvidar tu Lugar de Reposo. Este fue el pecado de la Iglesia de la antigüedad, “Ellos han olvidado su lugar de reposo”. Deja que la memoria se olvide de todo lo demás —el más tierno ser, el más querido nombre, el más precioso objeto— pero en la fatiga y angustia del pecado, en las penas y sufrimientos de la aflicción, en las noches sin estrellas y días nublados, cuando todos los otros lugares de descanso sean arruinados y destruidos, oh, no olvides que tu presente, verdadero, y único lugar de descanso es “JESÚS”.
“Oí la voz de Jesús decir,
Ven a mí y descansa—
Echa, tu cansancio, acuesta
Tú cabeza sobre mi pecho.
Vine a Jesús, así como estuve—cansado, desgastado y triste;
Encontré en Él un lugar de descanso,
Y Él me ha hecho feliz”.

(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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