TIEMPO Y ESPACIO EN LA BIBLIA: 12- Con fe ¡así cualquiera!, Administrador





¡Con fe, así cualquiera! Esta es la clave de todo. La fe es la “antena parabólica” que nos permite captar las ondas celestiales; ondas de camino y verdad y vida. Es como un “sexto sentido”. Así como sin la vista no podemos apreciar un cuadro, -no queriendo eso decir que el cuadro no exista- sino que carecemos del sentido que nos posibilitaría admirarlo; también ocurre lo mismo con las cosas espirituales, las cuales no podrán apreciar quienes no hayan recibido ese sexto sentido de la fe, -al que yo también suelo llamar 'la antena parabólica'- en una experiencia de salvación. Cuando somos salvos recuperamos esa 'antena' que Adán perdió; pérdida que después todos heredamos por 'genética' espiritual.

Aunque nos parezca increíble, ya desde los tiempos de Abel, se disponía de esta 'tecnología'; aunque solo algunos la conocieron. Esto es lo que Pablo nos dice de ello en el libro de Hebreos (personalmente creo que es el autor de esta carta, pues los estudios gemátricos de Bullinger, entre otras cosas, no dejan lugar a dudas):

Heb. 11:1 Ahora bien, la fe ES la firme seguridad de las realidades que se esperan, la prueba convincente de lo que no se ve.

Heb. 11:3 Por la fe entendemos que el universo fue enteramente organizado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de cosas no visibles.

Heb. 11:7 Por la fe, Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían ...,

Heb. 11:8 Por la fe, Abraham ... salió sin saber adónde iba.

Heb. 11:13 Conforme a la fe ... mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.

Heb. 11:26-27 … porque tenía puesta la mirada en el galardón ... porque se mantuvo firme, como viendo al Invisible.

Heb 12:1-2 ... corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús ...,

También tenemos textos importantes con respecto a la fe en otras cartas de Pablo:

Rom. 4:17 ... Dios ... llama las cosas que no son, como si fuesen.

2ª Cor. 4:18 no poniendo nosotros la mira en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

2ª Cor. 5:7 (porque por fe andamos, no por vista);


El primero de los textos reseñados es ni más ni menos que la definición bíblica de la fe. En ella se nos dice que la fe ES, no que ha sido o que será. Es en el momento presente, ahora, cuando hemos de tener la certeza; pues si no no sería fe, sino esperanza.

La fe es como el título de propiedad que nos acredita ser dueños de las promesas bíblicas. No absolutamente de todas las promesas, solo de las promesas que nos han sido dadas como una Palabra rhema a nosotros personalmente. Cuando recibimos una Palabra tal, no necesitamos ver la promesa materializada para saber con certeza total que la poseemos, esa fe será nuestro documento legal de propiedad. Algo así ocurre cuando se compra un apartamento, un terreno, acciones, etc. Podemos efectuar la compra sin que dichos objetos estén a la vista, sino que nos bastará con el documento legal notarial que acredite que los hemos comprado y ahora nos pertenecen y ya no pertenecen al anterior propietario.

Sin embargo, aunque la Biblia, la Palabra de Dios, es el documento legal que nos acredita como herederos de todas las riquezas de nuestro Padre Dios, muchas veces parece no ser lo suficientemente fiable para nosotros; mientras tanto, no tenemos ningún reparo en confiar en las palabras o documentos de familiares, amigos e incluso desconocidos.

Dios en Su Palabra promete darnos tal cosa cuando cumplamos las condiciones. Algunas veces cuestionamos si eso será verdad; sin embargo, aceptamos sin la menor duda la palabra de, por ejemplo, nuestro jefe, cuando asegura que nos pagará a fin de mes. En este caso no pensamos si lo hará o no, e incluso así estamos dispuestos a trabajar todo un mes por anticipado.

Resumiendo, por la fe deberíamos saber que lo que esperamos, lo que no se ve; es decir, lo de Arriba, está ahí, es real, cierto y en su momento veremos la manifestación aquí abajo.

El segundo de los textos nos dice que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Dios creó todo con Su sola Palabra. Así, que lo tangible procedió de lo intangible. Esto quiere decir que lo invisible es, si cabe, aún más real que lo visible.

Noé fue advertido de cosas que aún no se veían; es decir, que ya existían pero estaban en camino.

Abraham empezó a caminar en obediencia, pero al igual que nosotros, él tampoco conocía la totalidad de su camino. Solo miraba de lejos hacia el final del mismo, pero lo creía, saludaba y confesaba como cierto. Resalto lo de confesar, porque solo cuando hayamos escuchado una Palabra rhema se producirá la fe para poder verbalizar la promesa confesándola como nuestra. Confesar sin recibir esa Palabra sería mentalismo, y el mentalismo no va con Dios. Algunos, manejando demonios, es decir mediante brujería o hechicería, pudieran tener algún éxito practicándolo, pero no sin acarrear las consecuencias de tan grave pecado. Nosotros no tenemos ninguna facultad para llamar cosas a la existencia a parte de Dios, por mucho que el Movimiento de la Súper Prosperidad o el de la Súper Fe así lo afirmen.

Abraham y los demás héroes de la fe de Hebreos 11, tenían puesta su mirada en el final del camino trazado desde el Cielo, en el galardón, no en sus propios caminos. Ellos miraban Arriba hacia el Invisible y era como si en realidad lo vieran. Los que caminan mirando hacia sus zapatos se tropiezan con los árboles, pero ellos tenían puestos los ojos en Jesús.

Enfoquémonos, pues, en el premio o galardón y no en el precio, porque si el premio es lo suficientemente grande el precio no será un obstáculo. ¿Conocen algún premio mejor que reinar con Cristo en el Reino Milenial? Ese premio está reservado solo a los vencedores, no a todos los cristianos.

Debemos acostumbrarnos a imitar a nuestro Señor, llamando a las cosas que no son como si fueran. Debemos confesar nuestra sanidad, prosperidad, u otras promesas de la Biblia, pero siempre y cuando hayamos recibido primero una Palabra rhema del Señor al respecto. Un ejemplo muy claro de esto podemos verlo en el relato sobre Josafat de 2º Crónicas 20:14-17:

2º Cró. 20:14 Estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita, de los hijos de Asaf; sobre él vino el Espíritu de Yahweh (dándole una Palabra rhema) en medio de la asamblea, 15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Yahweh os dice así: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16 Bajad mañana contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. 17 No tendréis que pelear vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Yahweh con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Yahweh estará con vosotros”.

Si leen la historia completa verán que primero vino esa Palabra rhema que el Espíritu de Dios llevó a la asamblea por medio de Jahaziel, produciendo la fe que necesitaban y ahuyentando el temor que tenían ante la amenaza de esos tres ejércitos que los rodeaban.

Los dos últimos textos que señalamos antes, son tan claros que casi sobran los comentarios. Andar por fe o vivir por la fe es mirar hacia las cosas de Arriba, las eternas, como también lo dice la Carta a los Colosenses. Es cuando miramos el camino desde abajo y a corto plazo, que tropezamos, que estamos atribulados, cansados, ansiosos o angustiados. Lo temporal nos produce angustia o ansiedad. Por ello, pongamos nuestra mirada en lo eterno.

Para terminar, solo decir que vivir por la fe es un estilo de vida. El cristiano tiene su propio estilo de vida. Cuando uno conoce al Señor, pero todavía es un bebé o niño espiritual, andar por fe se hace difícil. La solución es ensayar muchas veces y crecer hasta hacerlo un hábito, porque el hábito viene con la repetición o entrenamiento. Todas las cosas en que hoy tenemos habilidad o que dominamos: andar, conducir, etc., son fruto de la repetición. Alguien dijo,

siembra un pensamiento y cosecharás un acto; siembra un acto y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un destino.

Pensamiento – Acto – Hábito – Carácter - Destino

Ya sabemos, hermanos, que todo es cuestión de SEMBRAR. Que el Señor nos ayude para que al fin podamos decir con Pablo:

2ª Tim. 4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Con Cristo lo conseguiremos, porque desde la eternidad al tiempo y desde el tiempo a la eternidad ÉL es nuestra FE, CAMINO y VERDAD y VIDA.



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