Algunas veces introducirás en tu vida de oración una mente llena de divagaciones y pensamientos egoístas. Te verás desgarrada entre la opción de agradar a Dios y el deseo de agradarte a ti misma. ¿Ves cómo la oración puede volverse algo tan difícil y carente de vida? Lo que podría fortalecerte se hace débil porque hay tantísima lucha por dentro, que tu espíritu queda sin alimentarse.
¿Cómo puedes arreglarlo?
Disminuye tus distracciones e invierte una mayor parte de tu tiempo libre sentada ante Dios.
No quiero apartarte de tus deberes de cara al público. No creo que inviertas el tiempo suficiente visitando a aquellos que debieras. Pero de verdad que deberías volver a tantear lo que haces con tus horas libres. No mimes tanto tu curiosidad, y mantén los detalles de tus obligaciones a un mínimo. Te cansas más de estudiar asuntos desagradables, que de visitar a aquellos que crees que se entrometen en tus horas libres. Olvídate de tu necesidad de siempre estar distraída y de tu necesidad de estar siempre ocupada, y encontrarás que todo cuanto se exige de ti puede hacerse en calma ante Dios.
No estés tan preocupada con el futuro. El futuro le pertenece a Dios. Él está a cargo de todas las cosas y cuidará por completo de ti. Si tratas de adivinar lo que va a pasar, solo conseguirás preocuparte y anticipar problemas. Vive cada día como viene. Cada día trae su propio bien y mal, pero lo que parece malvado se hace bueno si lo dejas en las manos de Dios. No retrases su propósito por ser impaciente. Dios tiene un tiempo para todo. Nunca te anticipes a Él. Una de las cosas más importantes que debes hacer es vivir en el momento actual.
No se trata de cuán rápido marches, sino de lo bien que marches. Dios sabe exactamente cuánto tiempo te supondrá ir de un sitio a otro. No tienes por qué estar siempre ajetreada. Tan solo sigue la guía de Dios.
Todo cuanto necesitas hacer es preparar tu corazón para entregarlo completamente a Dios, sin reservas. Él hará contigo lo que a Él le agrade. Cierra tus ojos y síguele. Camina, como Abraham, sin saber a dónde vas. Dios mismo será tu guía. Te guiará a través del desierto hacia la Tierra Prometida. ¡Serás tan feliz si le dejas a Dios tomar completo control de tu vida!
EL FUTURO
No estés tan preocupada con el futuro. El futuro le pertenece a Dios. Él está a cargo de todas las cosas y cuidará por completo de ti. Si tratas de adivinar lo que va a pasar, solo conseguirás preocuparte y anticipar problemas. Vive cada día como viene. Cada día trae su propio bien y mal, pero lo que parece malvado se hace bueno si lo dejas en las manos de Dios. No retrases su propósito por ser impaciente. Dios tiene un tiempo para todo. Nunca te anticipes a Él. Una de las cosas más importantes que debes hacer es vivir en el momento actual.
No se trata de cuán rápido marches, sino de lo bien que marches. Dios sabe exactamente cuánto tiempo te supondrá ir de un sitio a otro. No tienes por qué estar siempre ajetreada. Tan solo sigue la guía de Dios.
Todo cuanto necesitas hacer es preparar tu corazón para entregarlo completamente a Dios, sin reservas. Él hará contigo lo que a Él le agrade. Cierra tus ojos y síguele. Camina, como Abraham, sin saber a dónde vas. Dios mismo será tu guía. Te guiará a través del desierto hacia la Tierra Prometida. ¡Serás tan feliz si le dejas a Dios tomar completo control de tu vida!
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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