EL SEÑOR ES MI AYUDADOR, NO TEMERÉ / ¿OBSTINACIÓN O VOLUNTAD DE DIOS?, Oswald Chambers




Mis afirmaciones deben estar fundamentadas en las afirmaciones de Dios. Él dice: "No te desampararé". Por lo tanto, puedo decir con buen ánimo: "El Señor es mi ayudador; no temeré", Hebreos 13:6. En otras palabras, no me dejaré angustiar por el temor y la ansiedad. Esto no quiere decir que jamás seré tentado a temer, sino que voy a recordar las infalibles palabras de Dios. Estaré lleno de valor, como un niño animado que se esfuerza por alcanzar el nivel que su padre quiere. La fe de muchos vacila cuando llegan el desasosiego y los temores y olvidan el significado de lo que Dios ha declarado, es decir, se olvidan de tomar una profunda bocanada de aire espiritual. La única forma de expulsar de nuestras vidas el temor es escuchando las declaraciones de Dios.

¿Qué te está causando miedo? Eso no te acobarda y estás decidido a hacerle frente, pero existe un sentimiento de temor. Cuando parece que no hay nadie ni nada que te ayude, declara: "El Señor es mi ayudador en este instante y en estas circunstancias"

¿Estás aprendiendo a escucharlo a Él antes de hablar, o estás hablando y luego tratas de que la Palabra de Dios coincida con lo que dijiste? Recibe lo que el Padre ha declarado y luego di con mucha valentía: No temeré. No importa qué mal o injusticia haya en nuestro camino, porque Él dijo: No te desampararé ni te dejaré.

La debilidad humana es otro obstáculo que se interpone entre nuestras afirmaciones y las de Dios. Cuando entendemos cuan débiles somos para enfrentar las dificultades, éstas se vuelven como gigantes, nosotros como langostas y Dios parece no existir. Pero recuerda su promesa: "No te desampararé. De ninguna manera". ¿Hemos aprendido a cantar después de oír la nota musical que Dios da? ¿Siempre tenemos suficiente valor para decir: El Señor es mi ayudador, o nos estamos rindiendo?



Tu voluntad está de acuerdo con Dios, pero en tu carne hay una inclinación que te deja impotente para hacer lo que sabes que debes hacer. Lo primero que nuestra conciencia hace cuando entra en contacto con el Señor por primera vez es despertar la voluntad y ésta siempre concuerda con Dios. Mira a Jesús y hallarás que tu voluntad y tu conciencia están todo el tiempo en armonía con Él. Lo que te hace decir: "No obedeceré", es algo menos profundo que tu voluntad; es perversidad o terquedad, las cuales nunca están de acuerdo con Dios. La más profunda facultad de una persona es su voluntad, no el pecado.

La voluntad es el elemento esencial en la creación divina del hombre; el pecado es la naturaleza perversa que entró en él. En alguien que ha nacido de nuevo, la fuente de su voluntad es el Señor Todopoderoso. "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad", Filipenses 2:13. Tienes que ocuparte, con verdadera concentración y esmero, en lo que Dios produce en ti: no trabajando para ganar tu salvación personal, sino poniéndola por obra en tanto que te apoyas firmemente y con una fe inconmovible en su redención completa y perfecta. Al hacerlo, tú no estás aportando una voluntad contraria a la de Él, sino que su voluntad es tu voluntad. Tus elecciones naturales estarán de acuerdo con la voluntad divina y vivir de esta manera será tan natural como respirar. La obstinación es una "barrera" nada inteligente que rechaza la iluminación. Lo único que puedes hacer con este bulto es dinamitarlo; y la "dinamita" es la obediencia al Espíritu Santo.

¿Creo que el Dios Omnipotente es la fuente de mi voluntad? Dios no sólo espera que yo haga su voluntad, sino que vive en mí para cumplirla.



(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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