Extracto del Estudio de Hebreos, Cap. 3:
En
el resto de Hebreos 3 (y también en todo el capítulo cuarto) se nos
da el ejemplo de Israel en el desierto y cómo la mayoría de ellos
se negaron a escuchar su voz y aprender las lecciones de Pentecostés
(Sinaí). Como resultado, a la mayoría de ellos se les negó la
entrada a la Tierra Prometida, mostrando de manera alegórica cómo
la mayoría de la Iglesia se niega a escuchar su voz, a someterse a
la Ley Divina y esforzarse por alcanzar la filiación mediante las
lecciones de la Fiesta de Tabernáculos.
En
otras palabras, Israel no heredó la filiación, porque aunque
tuvieron la fe para abandonar Egipto, no perseveraron hasta el final.
Se negaron a escuchar Su voz en Sinaí (Ex.
20:18-21).
Se negaron a tener la Ley escrita en sus corazones por medio de la
voz de Dios. Entonces, como alternativa, Dios les dio la Ley en
tablas externas de piedra. Para interiorizar la Ley, tendrían que
esperar la venida del Espíritu Santo en Hechos 2.
Debido
a que en Éxodo 20 no tenían la fe para poder experimentar
Pentecostés, el cumplimiento de Pentecostés tendría que esperar
1.480 años. Además, al negarse a escuchar a Dios, los israelitas no
tuvieron oportunidad de aprender las lecciones de Pentecostés, que
habrían construido su fe para entrar en la Tierra Prometida.
Entonces, cuando los 12 espías dieron su informe, no tenían la fe
que necesitaban (Números
14:1).
El
autor de Hebreos aplica esta misma lección a la Iglesia en el primer
siglo, y por extensión a todos nosotros en el tiempo presente. Lo
que le sucedió a "la
iglesia en el desierto"
(Hechos
7:38)
también ha establecido el patrón para la Iglesia bajo Pentecostés
en los últimos 2,000 años. No somos diferentes. Muchos se niegan a
Pentecostés por completo, e incluso muchos que dicen ser
pentecostales saben poco acerca de escuchar la voz de Dios o de tener
la Ley escrita en sus corazones.
De
hecho, la
Iglesia de Laodicea de hoy se ha llenado tanto del mensaje de
Prosperidad, que rechazan cualquier sugerencia de que el Bautismo de
Fuego pudiera ser necesario para tratar con sus corazones leudados.
Las mega iglesias piensan que son ricas y, sin embargo, son pobres
para los estándares de Dios (Ap.
3:18).
Piensan que tienen ojos para ver, pero aún necesitan colirio. Los
ministros se visten con trajes o túnicas caros, y no saben que a los
ojos de Dios, están desnudos. Y así, la Palabra del Señor a David
sobre la condición de Israel, también es aplicable a la Iglesia del
Nuevo Testamento, porque leemos en Heb.
3:7-11,
7
Por
lo cual, como dice el Espíritu Santo: SI OÍS HOY SU VOZ, 8
NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACIÓN, COMO EN
EL DÍA DE LA PRUEBA EN EL DESIERTO, 9 DONDE VUESTROS PADRES ME TENTARON AL PONERME
A PRUEBA, Y VIERON MIS OBRAS POR CUARENTA AÑOS. 10 POR LO CUAL ME
DISGUSTÉ CON AQUELLA GENERACIÓN, Y DIJE: "SIEMPRE SE DESVÍAN EN
SU CORAZÓN, Y NO HAN CONOCIDO MIS CAMINOS"; 11 COMO JURÉ EN MI
IRA: "NO ENTRARÁN EN MI REPOSO".
Entrar
al reposo de Dios es equivalente a entrar en la Tierra Prometida.
Es el reposo de Dios, porque si hubieran entrado cuando tuvieron la
primera oportunidad, habrían entrado en el momento del 50° jubileo
de Adán. Hay tres “reposos” en la Biblia, representados por
los tres sábados: el día de reposo, el año de reposo y el año de
jubileo. El tercero es el reposo de Dios. Si Israel
hubiera entrado en la Tierra Prometida en ese año jubilar, ellos
habrían entrado en el reposo de Dios. Pero, en cambio, Dios les hizo
pasar 40 años en el desierto, y cuando finalmente entraron en la
Tierra, ya no fue en un año jubilar. Así, no entraron en el reposo
de Dios. En cambio, su calendario reflejaba los años del sábado
alternativos y los Jubileos que no se alineaban con el calendario del
Jubileo de la Creación de Dios.
Todo
esto fue una gran alegoría, por supuesto. Hay muchas lecciones que
aprender en esto. La cita anterior es del Salmo
95:7-11,
donde David se refiere al hecho de que Israel se había negado a
escuchar la voz de Dios en Éxodo
20:18-21.
El libro de Hebreos cita esto para advertirnos, ya que el problema no
se limitó a los israelitas bajo Moisés. La Era Pentecostal se ha
caracterizado por la misma falta de voluntad en la Iglesia de
escuchar su voz o de tener su Ley escrita en el corazón. Por lo
tanto, de la misma manera, Dios no permitirá que muchos en la
Iglesia entren en Su reposo. En otras palabras, no
todos los creyentes heredarán la Primera Resurrección. No todos se
mudarán de la servidumbre a la Filiación. La mayoría tendrá que
esperar el Gran Trono Blanco, donde se les otorgarán las recompensas
apropiadas para cada uno, junto con los juicios temporales que se
decreten
(Lucas
12:47,48;
1
Corintios 3:15).
Esta
es la principal advertencia de Hebreos 3. Leemos entonces en los
versículos 12 y 13,
12
Tened
cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón
malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. 13
Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía
se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el
engaño del pecado.
En
otras palabras, es muy posible que un creyente cristiano pueda seguir
el mismo ejemplo de incredulidad que los israelitas sostuvieron bajo
Moisés. Esto no significa que perderán su salvación, como
tampoco lo hicieron los israelitas que no perdieron su salvación
bajo Moisés. Eran todos creyentes. Todos fueron justificados por la
fe en la sangre del Cordero. Todos esos israelitas habían sido
justificados por la fe (la Pascua). El problema fue que rechazaron la
experiencia secundaria de Pentecostés, con la que su fe habría
crecido hasta el nivel en que pudieran experimentar Tabernáculos.
Así
es hoy con la Iglesia. Desafortunadamente, algunos teólogos
arminianos
han argumentado que los cristianos pueden perder su salvación. Basan
su visión en estos versículos y otros como éstos, especialmente en
el libro de Hebreos. No entienden que “perseverar hasta el final”
es una referencia a que Israel llegó a la Tierra Prometida. Piensan
que la historia de Israel es una historia sobre personas que pierden
su salvación,
cuando en realidad se trata de perder la posición
de Hijo.
Uno
puede perder la filiación sin perder su posición como siervo.
Y, en última instancia, es solo una pérdida temporal en la Edad
Milenial venidera. Ciertamente obtendrán su recompensa en el Gran
Trono Blanco, aunque puede ir acompañada de un cierto nivel de
"fuego", como lo llama Pablo (1
Cor. 3:15).
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