EL LLAMADO ES MUY PERSONAL / SATISFACIÉNDOLO A ÉL, Oswald Chambers




"Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?" 
Isaías 6:8.

Cuando hablamos del llamado de Dios olvidamos lo más importante, es decir, la naturaleza de quien hace el llamamiento. En la actualidad, muchas cosas nos están llamando a cada uno de nosotros. Atenderemos algunos de estos llamados y otros ni siquiera los vamos a oír. El llamamiento es la expresión de la naturaleza de Aquel que llama y únicamente lo podemos reconocer si esa misma naturaleza se encuentra en nosotros. El llamado de Dios expresa su esencia, no la nuestra. Dios teje de manera providencial los hilos de su llamado a través de nuestras vidas y sólo nosotros podemos distinguirlos. Como es el tejido de su voz directamente para nosotros y sobre un asunto en particular, es inútil pedir la opinión de otra persona. Los tratos con respecto al llamado de Dios deben mantenerse exclusivamente entre nosotros y Él.

El llamamiento de Dios no es un reflejo de mi naturaleza; mis deseos y temperamento no son tenidos en cuenta. Mientras insista en mis propias cualidades y los rasgos de mi carácter, y piense en aquello para lo cual soy apto, nunca oiré el llamado divino. Pero cuando Dios me lleve a una correcta relación con Él, me encontraré en las mismas condiciones que Isaías. Su alma estaba tan acorde con Dios, debido a la gran crisis que acababa de soportar, que el llamado divino traspasó su alma. Como la mayoría de nosotros sólo podemos oírnos a nosotros mismos, no podemos escuchar nada de lo que Dios nos dice. Sin embargo, ser conducidos al lugar donde podemos oír su llamado significa ser profundamente transformados.



...Y Jesús le dijo: Dame de beber ..." 
Juan 4:7

¡Cuántos de nosotros estamos empeñados en que Jesucristo calme nuestra sed cuando deberíamos estar satisfaciéndolo a Él! Tendríamos que estar derramando nuestras vidas, entregando la totalidad de nuestro ser y no sólo acercándonos a Él para que nos satisfaga... "Me seréis testigos..." Hechos 1:8. Esto significa una vida de devoción pura para el Señor Jesús, que no hace concesiones y sin restricciones, una vida de satisfacción para Él, dondequiera que nos envíe.

Guárdate de cualquier cosa que contienda con tu lealtad a Jesucristo. El mayor rival de la verdadera devoción a Jesús es el servicio que realizamos para Él. Resulta más fácil servir que derramarle nuestras vidas completamente a Jesús. El objetivo del llamado de Dios es su satisfacción, no simplemente que hagamos algo para Él. No somos enviados para luchar a favor de Dios, sino para que Él nos use en sus batallas.

¿Estamos más dedicados al servicio que a Jesucristo mismo?


(Por Gentileza de E. Josué Zambrano)

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