LA OBEDIENCIA Y LO NATURAL v/ LO ESPIRITUAL, Oswald Chambers




La vida natural no es pecaminosa. Pero debemos abandonar el pecado y no tener absolutamente nada que ver con él. El pecado pertenece al diablo y al infierno. Yo, como un hijo de Dios, pertenezco al Cielo y al Señor. El punto no es renunciar al pecado, sino al derecho sobre mí mismo, a mi independencia natural y a mi voluntad. Es aquí donde la batalla se debe librar.

Lo que nos impide ser lo mejor de Dios es lo recto, bueno y noble, desde el punto de vista natural. Cuando comprendemos que la excelencia moral natural es contraria a la sumisión a Dios, ponemos a nuestra alma en el centro de su más recia batalla. Muy pocos de nosotros controvertimos lo que es sucio, malo y erróneo, pero sí lo que es bueno. Lo bueno es enemigo de lo mejor y cuanto más alto asciendes en la escala de la excelencia moral, tanto más intensa es la oposición a Jesucristo.

Pero los que son de Cristo han crucificado la carne. No solamente te costará algo de tu vida natural, sino todo. Jesús, dijo: "...Si alguien quiere venir en pos de mi; niéguese a sí mismo", Mateo 16:24, es decir, antes de hacerlo debes negarte al derecho sobre ti mismo y comprender quién es Jesucristo. No rehúses asistir al funeral de tu propia independencia.

La vida natural no es espiritual y solamente se vuelve espiritual por medio del sacrificio. Si no sacrificamos a propósito lo natural, lo sobrenatural nunca será natural. No lo conseguimos con facilidad, pero cada uno de nosotros tiene en sus manos todos los medios para alcanzarlo. No es cuestión de orar, sino de ponerlos en práctica

Oswald Chambers.



"Pues está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y el otro de la libre", (Gálatas 4:22)

En este capítulo de Gálatas Pablo no estaba hablando del pecado, sino de la relación entre lo natural y lo espiritual. Lo natural solo se puede volver espiritual mediante el sacrificio, de otra forma la persona vivirá de manera dividida. ¿Por qué ordenó Dios que lo natural se sacrifique? Él no lo ordenó. No es su voluntad perfecta, sino su voluntad permisiva. Su voluntad perfecta es que lo natural se vuelva espiritual por la obediencia. Es el pecado el que ha hecho necesario que lo natural se sacrifique.

Abraham tuvo que ofrecer a Ismael antes que a Isaac (Génesis 21:8-14). Algunos de nosotros estamos tratando de ofrecerle a Dios sacrificios espirituales, antes de haber sacrificado lo natural. La única forma de ofrecerle a Él un sacrificio espiritual es presentando nuestros cuerpos como un sacrificio vivo. La santificación es más que ser liberados del pecado. Implica rendirme deliberadamente al Dios de mi salvación, cueste lo que cueste.

Si no sacrificamos lo natural por lo espiritual, la vida natural se pondrá y desafiará a la vida del Hijo de Dios en nosotros produciendo confusión permanente. Este es siempre el resultado de una naturaleza espiritual indisciplinada. Nos descarriamos porque rehusamos con obstinación disciplinarnos, física, moral, o mentalmente. Y luego nos disculpamos, diciendo: "Bueno, no me enseñaron disciplina cuando era niño". ¡Entonces disciplínate ahora! Si no lo haces, arruinarás toda tu relación personal con el Señor.

Mientras sigamos mimando y premiando a nuestra vida natural, Dios no se involucrará activamente en ella. Pero cuando estemos dispuestos y resueltos a sacarla al desierto y a mantenerla sometida, su presencia estará en nuestra vida natural y Él hará surgir pozos y oasis en cumplimiento de todas sus promesas para lo natural (Génesis 21:15-19).

Siempre que enfrentamos dificultades, somos tentados a culpar a Dios. Pero nosotros somos quienes estamos equivocados, no Él (Dan. 9:7-8). Culparlo a Él demuestra que estamos desobedeciendo y que hay algo en nuestra vida que no queremos dejar. Pero tan pronto lo abandonamos, todo se vuelve tan claro como la luz del día. Mientras estemos tratando de servir a dos señores a la vez, a nosotros mismos y a Dios, las dificultades se combinarán con la duda y la confusión. Nuestra actitud debe ser de completa confianza en el Señor. Una vez que llegamos a ese punto, no hay nada más fácil que vivir la vida de un santo. La dificultad viene cuando tratamos de usurpar la autoridad del Espíritu Santo para satisfacer nuestros propios intereses.

Cuando obedeces a Dios, la paz es su sello de aprobación. Él envía una paz profunda e indescriptible; no la natural, es decir, como el mundo la da, sino la paz de Jesús. Siempre que falte la paz, espérala hasta que llegue, o averigua por qué te falta. Si estás actuando por impulso, o por un sentido de lo heroico para que los demás te vean, la paz de Jesús no se manifestará en ti. Esto a su vez implica que no hay sencillez ni confianza en Dios, porque dicha actitud nace del Espíritu Santo, no de tus decisiones. Dios contrarresta nuestras decisiones obstinadas con un llamamiento a la sencillez y a la comunión con Él.

Mis preguntas surgen cuando comienzo a desobedecer. Pero cuando obedezco al Señor, los problemas nunca se interponen entre Él y yo y se presentan como un medio para que mi mente continúe examinando asombrada la verdad revelada de Dios. Cualquier problema que se interponga en nuestra relación tiene su origen en la desobediencia. Cualquier problema -y habrá muchos- que surja mientras lo estoy obedeciendo a Él, aumentará mi gozo profundo, porque sé que a mi Padre le interesa y lo conoce. Entonces, yo estaré atento y podré ver cómo lo solucionará.

Oswald Chambers
(Por gentileza de E. Josué Zambrano)

2 comentarios:

  1. Heb 5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
    Heb 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
    Heb 5:9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;
    Heb 5:10 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

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