Nos
levantamos temprano al día siguiente y nos preparamos para mover el
Arca.
"Yahweh
ha instruido que los Despreciados deben llevar el Arca", instruí
a los sacerdotes de Quiriat-jearim. "Dios los ha consagrado al
antiguo Orden de Melquisedec al que pertenecía Moisés. En el
futuro, el propio Mesías será el Sumo Sacerdote de esa Orden,
aunque no sea Levita. Volved ahora a Quiriat-jearim y esperad por
nosotros. Debemos ofrecer oraciones a los sacerdotes de Israel antes
de que podamos llevar el Arca a la casa de Abinadab".
Los
sacerdotes se preguntaron acerca de esto, no teniendo un Sumo
Sacerdote presente para guiarlos, pero ellos inclinaron sus cabezas
de acuerdo, porque ellos estaban con temor de mí después de oír
cómo yo había mirado en el Arca y había sobrevivido. Los
sacerdotes regresaron a Quiriat-jearim con las manos vacías, y
cuando ya estaban fuera de vista, instruí a los sacerdotes de
Melquisedec a que tomasen el Arca con las barras y me siguieran a
donde yo los guiaría.
Nahum
y Azzah formaron la retaguardia cuando nuestra procesión se dirigió
cuidadosamente por la colina hacia el Valle de Sorec. Nos dirigimos
hacia el roble solitario donde se enterraron las cenizas de la
novilla roja. A nuestra llegada, instruí a todos, incluyendo a los
siervos de Melquisedec, a que se quitaran sus zapatos.
"Esto
es puerta del cielo", le expliqué a los portadores del Arca.
"Estamos aquí para pedir misericordia para Israel y limpiar el
sacerdocio de Leví de su iniquidad. Traed el Arca al círculo cerca
del gran árbol. Cuando atraveséis la puerta del Cielo, entraréis
en el Lugar Santísimo en el Tabernáculo Celestial. No os alarméis.
No digáis nada si no os hablan primero y haced todo lo que os digan.
Con
eso, todos atravesamos la puerta invisible y nos encontramos bajo un
vasto palio de estrellas que brillaban sobre el firmamento. El Gran
Trono de luz estaba delante de nosotros, y oímos una gran Voz que
decía:
"Bienvenidos,
mis hijos fieles". Aunque la Voz era majestuosa y poderosa, era
el sonido de la bondad y el amor. Era una Voz de revelación
proclamando que el amor es la fuerza más poderosa en el universo,
superando a la muerte hasta el extremo límite de la oscuridad.
Los
sacerdotes de Melquisedec pusieron el Arca sobre el pavimento de
zafiro y se arrodillaron a cada lado. Entonces uno de los ángeles
que atendían sacó un cuenco de cenizas y un recipiente de agua viva
y los puso delante de mí. Tomé una pizca de ceniza y la arrojé al
tazón de agua. Luego, sumergiendo mi mano en el agua, rocié el Arca
y a los sacerdotes de Melquisedec, que eran intercesores en
representación de los sacerdotes de Leví.
"Estáis
limpios", la Voz habló desde la luz sobre el Trono. "Volveré
a recordar a Israel y haré que el pueblo oiga Mi voz y se arrepienta
en sus corazones, para que yo los libere por la oración de Samuel,
Mi hijo. Él es mi elegido Sumo Sacerdote de Melquisedec, y liberaré
a Israel en su palabra. Id ahora, buscadle, escuchadle y mirad lo que
hago.
Los
sacerdotes de Melquisedec cogieron el Arca y la pusieron sobre sus
hombros. Todos entonces retrocedimos por la puerta del cielo hacia el
campo cubierto de hierba que rodeaba el roble solitario. "Venid",
les dije, "es hora de ir".
-"¡Espera
un poco!" -dijo uno de los sacerdotes. "Debemos descansar
un momento y recuperar nuestra fuerza".
-"Sí"
-dijo otro-. "Estoy en estado de shock. ¿Qué nos ha pasado?"
"Ustedes
han experimentado lo que Moisés experimentó cuando subió el monte
a la presencia de Dios. No se preocupen. No cuestionen su dignidad ni
se preocupen por sus imperfecciones. Todo esto ha sido resuelto por
el Mesías que aún está por venir. Su trabajo futuro de
purificación se aplica a ustedes aquí y ahora. Lo que han visto hoy
es lo que todos verán cuando se haya completado la obra del Mesías".
"Pero
sólo somos siervos del Dios Altísimo", dijo uno de ellos, "y
de los cananeos".
"Servís
al Dios de Sem, como profetizó Noé de Canaán, vuestro antepasado",
le respondí. "Todos servimos al mismo Dios, así que todos
somos compañeros de servicio. Aunque algunos son más honrados en la
Tierra, Dios honra igualmente a los que le son fieles, porque mira el
corazón".
Descansamos
un rato, discutiendo la gran revelación que estos sacerdotes habían
recibido. Entonces, con un renovado sentido de llamado, recogieron el
Arca y rompieron en un canto alegre:
Levántate,
oh Yahweh; porque tu luz ahora resplandece,
Israel
con esa luz se alinea.
Levántate,
oh Yahweh, deja que huya la oscuridad,
Porque
Él declara nuestro Jubileo.
La
procesión volvió a moverse. Séfora y yo dirigimos el camino,
sentados sobre caballos blancos. El Arca siguió, mientras los nuevos
sacerdotes la llevaban de regreso a la carretera principal. Nahum y
Azzah bailaban en la parte trasera.
Nos
volvimos hacia la colina que conducía a Zora y nos nuevamente
seguimos el camino de Quiriat-jearim. Nos detuvimos a descansar en la
casa de Bocheru y le contamos todo lo que había pasado mientras
comíamos pan y vino en su generosa mesa.
De
allí, continuamos el breve viaje hacia el este hasta Quiriat-jearim,
donde los sacerdotes nos dirigieron a la casa de Aminadab, que estaba
en una colina cercana. Aquí, en una ciudad cananea, el Arca
permanecería durante los próximos 20 años, separada del joven Sumo
Sacerdote en Nob.
Aquí
también la siguiente generación de adoradores vendría a celebrar
las fiestas.
https://gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/power-of-the-flame/chapter-30-cleansing-the-priesthood/ |
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