¿CUÁNDO PODRÁ VERLE CADA OJO? Dr. Stephen Jones




En Apocalipsis 1:7 Juan nos dice:
7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación sobre él. Sí. Amén.
Esto es simplemente una declaración de hecho. El versículo no trata de decirnos cuando todo el mundo le verá, ni siquiera cómo. Tenemos el testimonio de Pedro en Hechos 3:20,21, donde se habla de los "tiempos de refrigerio" y la "restauración de todas las cosas". Pedro parece indicar que Cristo debe permanecer en el Cielo hasta que se produzcan los siguientes eventos:
19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, 20 el cual os ha enviado a Jesús el Cristo, que os fue antes anunciado; 21 a quien el Cielo debe recibir hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. 22 Porque Moisés dijo a los padres: "El Señor Dios os levantará un profeta como yo de entre vuestros hermanos, a Él daréis atención en todo lo que Él dijere. 23 Y será que toda alma que no oiga a aquel profeta, será totalmente desarraigada de entre el pueblo".
Estos tiempos de refrigerio, y de restauración no son momentos cortos de la historia, sino largos periodos de tiempo en los siglos por venir. El comienzo de esta época coincide con la Segunda Venida de Cristo, cuando los Vencedores cumplan la Fiesta de los Tabernáculos. El cumplimiento de esta fiesta es, en efecto, la autoridad para entrar en el Lugar Santísimo, rompiendo el tercer y último velo que nos separa de Dios y oculta Su gloria. Por lo tanto, nos parece que la única manera de que los hombres en realidad vean a Cristo en Su gloria será cuando entren en la Fiesta de los Tabernáculos.
Esto se llevará a cabo durante un período de tiempo. La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a pensar que cuando venga Jesús, Él lo hará todo de inmediato. Todos los inicuos serán destruidos y los justos llevados al Cielo. Esta visión simplista nos ha impedido apreciar plenamente el gran Milenio sabático, en el que Dios trae la Tierra a un tiempo de descanso bajo Su gobierno. Creemos que los Vencedores serán los únicos que resucitarán de entre los muertos y serán glorificados en el Octavo Día de Tabernáculos (junto con los vencedores vivos), hacia el inicio de este período de mil años. También creemos que el resto de la Iglesia entrará en la experiencia de Tabernáculos en el inicio del período del octavo milenio. Esto será en los primeros días después del milenio séptimo o sabático.
La distinción entre estas dos resurrecciones en Apocalipsis 20 apunta a la idea de que no todos los cristianos entrarán en la perfección, al mismo tiempo. Se sugiere fuertemente que la Iglesia tendrá que seguir aprendiendo y progresando en el camino de la justicia que se mueve desde la Pascua a Pentecostés y hasta Tabernáculos. En otras palabras, los cristianos que se han desarrollado sólo parcialmente en su caminar con Dios no serán capaces de ver la gloria de Dios en el Santo de los Santos hasta que hayan aprendido las lecciones que cada fiesta fue diseñada para enseñarles. No se les permitirá actuar de manera perezosa, diciendo: "No importa lo que hagamos, ya que todos vamos a ser glorificados en el mismo momento en que Jesús venga".
Sin embargo, todos podrán sin duda ver a Cristo en los Vencedores, ya que manifestarán el carácter de Cristo y harán Sus obras en la Tierra. Jesús dijo que ellos harían mayores obras que las que Él hizo (Juan 14:12). En un sentido muy real, estos Vencedores tienen un llamado a ser la gran "nube de testigos" de Cristo. Leemos en Apocalipsis 1:7, citado anteriormente, "He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá". Si tomamos que esas nubes indican a Sus testigos, los Vencedores, entonces el versículo podría significar, que en un principio Él manifestará Su gloria sólo a través de esos testigos.
Jesús dijo: si me ves, has visto al Padre. De la misma manera también, cuando veas un perfeccionado, un vencedor glorificado, habrás visto a Jesucristo.
Una nube no sólo manifiesta la gloria de Dios, también oculta o vela Su gloria. Recuerde que la carne de Jesús era el velo que ocultaba la gloria de Dios mientras Él caminó en esta Tierra (Heb. 10:20). Así, los Vencedores -que son Su cuerpo- serán también un velo que cubra Su gloria. Cuando el resto de la gente los vea en la Tierra, estarán viendo al cuerpo de Cristo, pero no Su gloria completa. Ellos lo manifestarán así como Jesús manifestó la gloria del Padre. Juan 14:
8 Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre, y nos basta". 9 Jesús le dijo: "¿He estado tanto tiempo con vosotros, y todavía no has llegado a saber de mí, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices: 'Muéstranos al Padre'? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí. Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; si no, creedme a causa de las mismas obras. 12 En verdad, en verdad os digo: El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y mayores obras que éstas hará, porque yo voy al Padre".
El Padre se manifestó en Jesucristo. Jesús dejó en claro a Felipe que nadie vería al Padre, sino que se manifestó en Jesucristo. De la misma manera, Jesús aplicó el principio a los discípulos, con la promesa de que algún día harían mayores obras que Él hizo. La implicación es que ellos, también, manifestarían a Cristo al mundo, y que Cristo estaría en ellos. Así que parece que en la Segunda Venida de Cristo, sólo los Vencedores conocerán y verán a Cristo en Su gloria, y que los demás verán a Cristo velado por la nube de testigos.
De la misma manera, los Vencedores manifestarán Su gloria, así como ocultarán Su gloria de aquellos que aún no están capacitados y cualificados para ver la gloria de Dios en toda su magnitud. Estos Vencedores tendrán cuerpos espirituales como Jesús tenía después de Su resurrección, y ellos van a aparecer a los demás como personas normales con sabiduría y obras sobrenaturales. Manifestarán la gloria de Dios a los demás en el patio exterior vestidos con su ropa de "lana", como dice Ezequiel. De hecho, Ezequiel 44:19 deja en claro que cuando los Vencedores ministren a otros que aún están en la carne (atrio), estos deberán dejar a un lado su ropa de lino primero. Esto es comparable a Moisés, quien enseñó a la gente con un velo sobre su rostro. Él estaba obligado a velar la gloria que aparecía en él, porque la gente no podía soportar ver la gloria de Dios en ese momento de sus vidas.
Jesucristo siempre ha estado presente en la Tierra. Él creó todas las cosas, y Él nunca ha dejado la Tierra en ese sentido. Sin embargo, Jesús dijo que Él tenía que irse. Pero Él les dijo a los discípulos que Él nunca los dejaría ni los abandonaría (Hebreos. 13:5). Sin embargo, Él también les dijo que Él debía dejarlos para enviarles "otro Consolador" (Juan 14:16). Esto puede ser muy confuso para el cristiano promedio. ¿Es Él o no?
La pregunta no es si Él está en la Tierra o no, sino que realmente es una cuestión de Su manifestación. Él no se ha manifestado plenamente a Sí mismo en la Tierra todavía. Todavía no ha salido de detrás del velo. Él todavía está velado por las nubes, porque la Tierra aún no está lista para contemplar Su gloria completa.
Por lo tanto, la venida de Cristo no puede implicar que Él realmente salió de la Tierra. Fue quitado de nuestra vista por las nubes. Él Mismo está velado con nubes de testigos, de modo que para verlo, uno debe mirar a Su cuerpo. Y, sin embargo, el propósito final de Dios es exponerse a Sí mismo, en Su gloria desnuda, a toda la Tierra. Esto ocurrirá en etapas, como el resto de la humanidad siga el camino desde el Atrio Exterior al Santo de los Santos. Los Vencedores son los que alcanzan esta madurez completa primero, pero ciertamente no son los únicos que verán Su gloria al final de los tiempos.
En otras palabras, creemos que Jesucristo en verdad manifestará Su presencia en la Tierra, pero no a todos. Parece más probable que la mayoría de la población de la Tierra la verá velada por los vencedores hasta que hayan madurado en Cristo y puedan soportar todo el peso de la gloria de Dios. Las nubes de testigos serán la ropa de Cristo, por así decirlo. Cuando una persona está completamente vestida, consideramos su ropa, en lugar de la persona misma. Y sin embargo, estamos acostumbrados a decir que hemos visto a la persona. Así sucede con Cristo. Hay algunos que reconocen estas cosas, pero concluyen de que Jesucristo no vendrá en persona, sino que lo "verán" sólo a través de sus santos o por medio de la Iglesia. Otros van tan lejos como para decir que Jesucristo ya no es una persona distinta de Su cuerpo. Creemos que estas opiniones llevan el punto demasiado lejos. En nuestra opinión, Jesucristo siempre será distinto de la humanidad. La Cabeza y el Cuerpo deben unirse como uno solo, pero la cabeza siempre será la Cabeza y el Cuerpo siempre será el cuerpo. Jesucristo va a casarse con la Novia, y sin embargo seguir siendo distinto de ella en el mismo sentido que el esposo y la esposa están unidos como uno solo y sin embargo siguen siendo diferentes.
Jesucristo vendrá otra vez como un individuo distinto. Sin embargo, Jesús ha estado aquí desde el principio de los tiempos. El problema es que desde el advenimiento de pecado, Dios tuvo que esconder Su gloria de la humanidad, para que no fuera destruida. El propósito de la venida de Cristo no es cambiar de lugar, sino manifestarse gradualmente de la dimensión espiritual al universo físico. Esto continuará hasta que toda la Tierra está llena de Su gloria.
Estos son los Tiempos de Refrigerio, y de la Restauración de Todas las Cosas profetizadas en Hechos 3, que hemos citado anteriormente. Los cielos deben recibir a Cristo hasta esos tiempos. Cuando Cristo venga, será que el mismo Cielo que viene a la Tierra, porque donde Él está, es el Cielo. Su misma presencia transforma la Tierra en Cielo, y sabemos que en última instancia, Su gloria cubrirá la Tierra, por lo que será una nueva Tierra Celestial. Pero esto va a ser un proceso de tiempo, y hasta que los hombres maduren y crezcan en Cristo, no entrarán plenamente en Su presencia y manifestarán Su gloria. En ese sentido, Cristo debe permanecer en el ámbito o dimensión espiritual llamado "cielo" hasta que toda la Tierra pueda manifestar Su gloria. Sólo entonces todas las cosas podrán actualizarse y ser completamente restauradas. Entonces podremos decir con verdad que Cristo ha venido a la Tierra en el sentido más completo posible.

(Extracto del cap. 13 de "Las Leyes de la Segunda Venida")

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