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(La transcendencia de la circuncisión) (E.V. Éxodo, Witnees Lee)
“En aquel tiempo, Yahweh dijo a Josué: «Hazte cuchillos afilados y vuelve a circuncidar por segunda vez a los hijos de Israel». Josué se hizo cuchillos afilados y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Toda la población masculina salida de Egipto, todos los hombres aptos para la guerra, habían muerto por el camino, en el desierto, después que salieron de Egipto. Todos los del pueblo que habían salido estaban circuncidados, pero todo el pueblo que había nacido en el desierto, en el camino, después que salieron de Egipto, no estaba circuncidado. Los hijos de Israel anduvieron por el desierto durante cuarenta años, hasta que todos los hombres aptos para la guerra que habían salido de Egipto perecieron. Como no obedecieron a la voz de Yahweh, Yahweh juró que no les dejaría ver la tierra que él había jurado a sus padres que nos daría, tierra que fluye leche y miel. A sus hijos, los que él había puesto en lugar de ellos, Josué los circuncidó, pues eran incircuncisos, ya que no habían sido circuncidados por el camino. Cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en su lugar en el campamento hasta que sanaron”. (Josué 5:2-8) Gilgal es la escena y el lugar donde Dios instruyó a Josué a circuncidar a la nación de Israel por segunda vez. Toda una generación de Israelitas incircuncisos, que nacieron en el desierto, tuvieron que atravesar el doloroso proceso de la circuncisión, afirmando así su identidad corporativa como la nación de Dios. Las Escrituras claramente mencionan que la generación que dejó Egipto fue circuncidada, pero no la generación que nació en el desierto. Por el proceso de circuncisión, se les cortó con “cuchillos de pedernal” lo “sucio”, ya que sólo un pueblo “circuncidado” podía cumplir el propósito de Dios. Entonces, la vieja naturaleza fue “quitada” y ellos estaban dedicando sus vidas a Dios y a Sus propósitos revelados. Inferido en este procedimiento está la idea de que una nación incircuncisa no podía comenzar el proceso de una conquista sistemática de la tierra de Canaán sin primero observar, afirmar y reflexionar en los requerimientos del Pacto al que entraron Dios y Su patriarca, Abraham. El significado del rito de la circuncisión es acentuado por la demanda sobre Josué para circuncidar al pueblo en un lugar tan indecoroso como Gilgal. Parecía que el lugar de la reconstrucción tenía que ser el mismo sitio para la consagración y la renovación del Pacto; ilustrando así una nación que vivía por una constitución divina. En un sentido espiritual, los “hijos” de Israel que fueron circuncidados una “segunda vez” ilustraba el re- nacimiento de la nación –una nación nació de nuevo para una nueva estación en la historia. La circuncisión marcó su identidad común y los distinguió de las naciones del mundo. Esto hablaba de Dios como dueño y líder de Su pueblo y del propósito que ellos tenían en común.
Los israelitas fueron circuncidados con “cuchillos de pedernal”, es decir, cuchillos hechos de piedras cortadas de la montaña. Espiritualmente (y metafóricamente), esto podría referirse a la mano de Dios inscribiendo los principios divinos en los corazones de Su pueblo. Ellos estaban establecidos para vivir una vida, la cual refleja la cultura celestial y un modo alternativo de comportamiento en un mundo hostil y maligno. El profeta Jeremías aludió a la circuncisión del corazón y a su aplicación que iba más allá de un procedimiento quirúrgico: “Circuncidaos para Yahweh, quitad el prepucio de vuestro corazón, hombres de Judá y moradores de Jerusalén, no sea que mi ira salga como fuego, que se encienda y no haya quien la apague a causa de la maldad de vuestras obras”. (Jeremías 4:4) La Circuncisión: Promulgación de un Principio Antiguo Acá en Gilgal, un principio antiguo espiritual estaba siendo promulgado, afianzando así el Pacto al que entraron Dios y Su pueblo. De acuerdo con Génesis, el rito de la circuncisión era una marca física simbólica que significaba el Pacto al que entraron Dios y Abraham, el fundador y padre patriarcal de los israelitas 111. A través del Pacto, una promesa divina fue afianzada, otorgándoles a Abraham y a su semilla la autoridad para heredar la tierra de Canaán y, de ese modo, calificar para ser constituidos como la nación “santa” de Dios 112. Con respecto a esto, Abraham fue instruido a “guardar (hebreo –shamar) el pacto” o a “cuidar y ejercer gran cuidado sobre algo”; y así preservar el significado de este acto sagrado en la vida del pueblo 113. Por lo tanto, la circuncisión no sólo era un acto físico sino también un emblemático modo de recordarle al pueblo hebreo su responsabilidad de “prestar cuidadosa atención a las obligaciones del Pacto” 114. Dios esperaba que los hebreos “guardaran” los requerimientos del Pacto, asegurando así que se volviera una parte integral de sus vidas. La Circuncisión: Sello de Bendiciones El sello de la circuncisión sobre Abraham afirmaba la aprobación divina de una vida sin culpa, vivida delante de Dios. Era también la seguridad del otorgamiento de las bendiciones sobre todas las generaciones futuras que seguirían su ejemplo modelo. La vida justa era un requisito, permitiendo el derecho de entrada a los privilegios divinos. Cualquier cosa contraria, invalidaba este derecho de privilegio. En la Epístola a los Romanos, la prominencia es colocada en la vida justa en vez de en meramente llevar una marca en el cuerpo de alguien 115. Abraham ganó la reputación de ser justo mucho antes de ser circuncidado. Al hacerlo así, él envió un claro mensaje de que la vida cautelosa y justa es el sello de una vida circuncidada a la vista de Dios. “¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo cuando aún no había sido circuncidado, para que fuera padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado”. (Romanos 4:9-12) Es notable que sólo después de que Abraham se hubo circuncidado a sí mismo (a la edad de noventa y nueve años) y a toda la parte masculina de su casa, él recibió las noticias angélicas del inminente nacimiento de Isaac, el hijo de la promesa 116. Un período de veinticuatro años ya habían transcurrido desde que Abraham había dejado Ur de los Caldeos, en búsqueda de la promesa dada a él por Dios 117. Aún sólo después que él circuncidó a su casa fue que recibió el cambio de nombre de Abram a Abraham. A partir de esto, puede ser deducido que el rito de la circuncisión fue un factor importante en la activación de la promesa de Dios. Es este hecho que provoca la pregunta: ¿Puede ser que sólo después que reflejemos públicamente una vida totalmente rendida a Dios, la cual lleva la marca de la posesión divina, que veremos la plena activación de la promesa(s) sobre nuestras vidas? A través del Antiguo Testamento, el rito de la circuncisión jugó un rol clave en la vida del pueblo hebreo. Ellos no podían avanzar dentro de los propósitos de Dios sin mantener los requerimientos del pacto. Parecería que el rito de la circuncisión (y su aplicación espiritual) es un principio fundamental, el cual determinaba si alguien podía acceder al favor divino y al cumplimiento del mandato divino. Como hemos notado, el rito de la circuncisión precedió a la verdadera conquista de la Tierra. Josué fue instruido por Dios para circuncidar a la nación en Gilgal antes de llevarlos a una conquista militar de la Tierra. Aún Moisés no estuvo eximido de imponer el rito de la circuncisión sobre su familia. “Aconteció que, en el camino, Yahweh le salió al encuentro en una posada y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal afilado, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, diciendo: “A la verdad, tú eres mi esposo de sangre. Luego Yahweh lo dejó ir. Ella había dicho: «Esposo de sangre», a causa de la circuncisión”. (Éxodo 4:24-26) Moisés había recibido sobrenaturalmente un claro mandato de parte de Dios en el monte Horeb, de regresar a Egipto y liberar al pueblo hebreo de la esclavitud. Mientras él y su familia viajaban a Egipto, Dios se encontró con Moisés e “intentó matarlo”. Séfora, la esposa de Moisés, intervino circuncidando a su hijo, en respuesta al temible encuentro que su esposo había tenido con Dios. Su intervención detuvo la ira de Dios y salvó a su esposo de muerte segura. Este fue un acto sangriento que transmite una profunda lección espiritual: No se puede responder legítimamente y cumplir el mandato divino de una nueva estación sin asegurar que “su casa” haya observado y cumplido los requerimientos del rito de la circuncisión. Un llamado divino sobre la vida de alguien, no importa cuán sobrenatural sea el encuentro, no puede ser activado de forma plena a menos que ese individuo (y todos los asociados con el mandato del individuo) lleve el sello de la circuncisión. La Circuncisión: Sello de Posesión Divina El rito de la circuncisión ilustraba la posesión divina y una vida totalmente consagrada a Dios. Se convirtió en un “emblema” que marcaba y distinguía a la nación de Israel de las naciones del mundo y retrataba el Pacto al que entraron Dios y Su pueblo. Por quitarse el prepucio, un mensaje era transmitido al mundo que la semilla de Abraham está consagrada a Dios y que ellos son Su comunidad en la Tierra. Los israelitas estaban cortando o desconectándose de cualquier relación con Egipto o con los sistemas del mundo. Esto simboliza la existencia de una Nación Santa que recibe su cultura y constitución para vivir desde un orden más alto –un camino de vida que finalmente vencerá los sistemas del mundo y establecerá el Reino justo de Dios en la Tierra. Esta comunidad adoptó la constitución divina, la cual los distinguía de aquellos que no estaban en pacto con Dios. Ellos fueron modelo a las naciones de una mejor manera de vivir. De manera realista, la ocupación de la Tierra no era el objetivo primario del Plan Divino. Tenía que haber una mayor motivación. Dios quería que los israelitas modelaran un mejor modo de vida para todas las naciones –un estilo de vida conforme a los valores de los Cielos. A través de los valores de este Reino, Él sometería la Tierra y la volvería a la piedad y la paz. Si a los Israelitas se les hubiera dado la Tierra simplemente para satisfacer sus deseos terrenales, entonces hubiera sido otro ejercicio inútil de extrema injusticia divina. Es en este sentido que yo reflexiono sobre el propósito de cualquier nueva estación, si los defensores de esa estación no reflejan ni introducen a la Tierra un estándar de vida más alto y mejor. La Circuncisión: Amor por Dios Evidentemente, la circuncisión es más que sólo una marca física. Moisés asoció la circuncisión con una vida completamente dedicada a Dios: “Y circuncidará Yahweh, tu Dios, tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Yahweh, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”. (Deut. 30:6) Moisés proveyó una aplicación espiritual de la circuncisión con el solo propósito de llevar al pueblo al punto de amar a Dios con todo lo que ellos tenían. El corazón, que representa la naturaleza inmaterial e interna de un individuo, debe estar totalmente dedicado a Dios. La circuncisión, como un acto físico, debería reflejar un estilo de vida apasionado de absoluto amor por Dios. Tal “amor” (en hebreo ahab), implica una “ardiente y vehemente inclinación de la mente y un afecto tierno al mismo tiempo” 118. Una acusación en contra de la Iglesia en Éfeso fue que ellos habían dejado su primer amor 119. Mientras Cristo había inspeccionado de manera forense las obras de esta iglesia y las halló loables, Él también los reprendió por haber abandonado su amor por Él. Sus obras no estaban motivadas por amor sino por una obsesión por resultados. Ellos no estaban representando el fruto de un corazón circuncidado y fueron entonces hallados en escasez. “Sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no según la letra. La alabanza del tal no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2:29). El reconocimiento de una vida dedicada o circuncidada no podía ser meramente obtenido por la opinión popular, sino sólo por la aprobación divina. Dentro de la economía divina, el sello de la circuncisión sobre una congregación confirma el placer divino. No hay absolutamente ningún lugar para la auto-exaltación o para una forma fingida de piedad. Sólo Dios puede conferir Su aprobación. En cualquier nueva estación, el éxito no debe ser medido por los logros o por las obras apostólicas de alguien, sino por la calidad y la pasión del amor de alguien por Dios. La Circuncisión: Vida Santa Me resulta difícil abordar el tema de la circuncisión sin demarcar una vida santa y pura vivida en la presencia del Señor. La santidad es una forma de vida, la cual simplemente no puede ser relegada a la insignificancia en cualquier nueva estación de Dios. Las Escrituras han trazado, en detalle, los requerimientos para entrar y para la activa participación en la presencia de Dios. Sin preservar la pureza física, moral y espiritual es imposible que la Iglesia (en cualquier mover de Dios) se involucre con la santa presencia. La catástrofe que se centró sobre los dos hijos de Aarón, Nadab y Abiú, es un caso para notar 120. La negligencia de ellos de no asegurar el protocolo ceremonial al acercarse a la presencia de Dios resultó en ser consumidos por un “fuego extraño”. Ellos murieron delante del Señor. La impiedad viola la santidad de Dios y causa un estallido de juicio divino. Esta es la razón para la inserción de las Leyes de Pureza en el Antiguo Testamento 121. Estas leyes primariamente instruyen y guían a la gente sobre el peligro de acercarse a Dios de una manera que sea incoherente con Su santa naturaleza. El detalle meticuloso para la estructura (del Tabernáculo y del Templo) y la estricta adherencia al procedimiento (por el sacerdote funcionando dentro de estas estructuras) coloca énfasis en la santa naturaleza de Dios. La Circuncisión: El Renacimiento de una Nación Gilgal es el lugar donde la nación nació de nuevo (por segunda vez). Ellos tenían que permanecer en Gilgal hasta que fueran “sanados” (en Hebreo chayah 122). El significado de esta palabra “chayah” transmite la imagen del “nacimiento de una Nación”, es decir una nación nace o es reedificada. En este contexto, puede decirse que la circuncisión ilustraba la muerte y resurrección de la nación, la cual ahora vivía bajo el poder sobrenatural de Dios.
Se podría decir que un
rasgo característico de las estaciones
de cambio es el
surgimiento de una nueva
generación de personas. Esta es la generación que nació en el “desierto”. Sin embargo, se requiere que ellos sean circuncidados antes de ser capaces de las responsabilidades y de los privilegios que una nueva estación pregona. Tiene que existir la eliminación de lo “viejo” para poder abrazar lo “nuevo”. Este es el velo de la carne que impide ver dentro de los inminentes propósitos de Dios para su generación. Sus corazones deben ser configurados y consagrados a Dios. Esto incluye volver a contar los requerimientos santos, los cuales son una pre-condición para la posesión literal de la Tierra. La Ley real de Dios tiene que ser claramente comprendida y adoptada antes de que ellos posean la promesa. El rito de la circuncisión es un procedimiento doloroso y sangriento, y este también incluye un período de sanidad. Gilgal no es sólo el lugar donde la gente es circuncidada sino también es el lugar donde la gente debe ser sanada. Los líderes de la iglesia deben reconocer que su pueblo no puede ir de manera efectiva más adelante en su viaje sin primero llevarlos al lugar de confrontar seriamente los asuntos del corazón que plagan sus vidas. Este es un tiempo de introspección diligente, colocando una demanda sobre la renuncia al pecado. “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por mano de hombre, sino por la circuncisión de Cristo, en la cual sois despojados de vuestra naturaleza pecaminosa. Con él fuisteis sepultados en el bautismo, y en él fuisteis también resucitados por la fe en el poder de Dios que lo levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados”. Col. 2:11-13 Los líderes de la iglesia deben enseñar a su pueblo a vencer el pecado implacablemente “a través de la circuncisión de Cristo”. La gente es alentada a exhibir el carácter de Cristo en toda faceta de sus vidas. “y revestidos del nuevo. Este, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni extranjero, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros. Enseñaos y exhortaos unos a otros con toda sabiduría. Cantad con gracia en vuestros corazones al Señor, con salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”. (Colosenses 3:10-17) Pablo contribuye un montón a nuestra comprensión y aplicación del significado y rol de la circuncisión en el Nuevo Pacto. Según Pablo, el rito físico de la circuncisión no hace a los judíos miembros legítimos de la familia de Dios. “No es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne”. (Romanos 2:28) Para Pablo, la circuncisión es una marca interna revelando una vida devota vivida delante de Dios. Es una vida de separación de la cultura mundana. Una persona no es cristiana ni judía por una marca externa sino por una vida interna caminada sin culpa delante de Dios. Como ha sido mencionado anteriormente, el sello de la circuncisión sobre Abraham fue la señal de una vida sin culpa y de caminar delante de Dios. En cualquier estación dada, debe haber una generación entera de creyentes que adopten el Pacto de Dios por medio de una demostración de vida cauta. Los líderes de la Iglesia no se pueden involucrar con el mandato divino ni proclamar públicamente el mensaje de una nueva estación antes de asegurar que sea modelado en sus congregaciones y ministerios. Con respecto a esto es que Pablo consideraba la circuncisión como la marca espiritual que caracterizaba y distinguía a la comunidad de Dios del resto del mundo. Pablo enseña que la profundidad y calidad del estilo de vida del creyente valida y legitima el derecho a membresía en la familia de Dios 123. Él afirma que la membresía no está determinada por la observancia de un procedimiento ritualista sino por una vida que represente el nuevo nacimiento. “Porque, en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino la nueva criatura (énfasis mío)”. (Gálatas 6:15) Nota de traducción: en la versión King James dice “nueva creación” en vez de nueva criatura. La Circuncisión: Valida el Mensaje Predicado Nuestra justificación como siervos de Dios es hallada en el ejemplo que vivimos delante de aquellos que nos juzgan. La evidencia de una vida circuncidada es vista por la calidad de una vida vivida delante de Dios y de la gente. Tiene que haber una visible manifestación de una comunidad, la cual capture y refleje un estilo de vida dinámico que esté dispuesto a acatar el mensaje proclamado por esa comunidad. Las marcas de la circuncisión son reflejadas en un estilo de vida ejemplar que está en total armonía con la Ley Divina. Una vida cauta exonera la Ley de Dios ante los ojos de los escépticos y al mismo tiempo exceptúa al creyente de ser juzgado por la misma Ley. La compatibilidad entre el mensaje predicado y el mensajero predicando es un requisito fundamental para cualquier forma de testificar. Una lección valiosa de Gilgal es que los líderes de la Iglesia deben edificar y crear comunidades basadas en la calidad y no meramente en la cantidad. La gente no es simplemente llamada cristiana por aceptar a Cristo en sus vidas sino por demostrar el estilo de vida de Cristo en la Tierra. El sello de la circuncisión es el otorgamiento del favor de Dios sobre el creyente basado en una vida que retrata el mensaje de Cristo a la Tierra. En otras palabras: No puede haber la proclamación del mensaje hasta que haya sido encarnado en la vida del creyente individualmente, y en la congregación, corporativamente. La Palabra debe volverse carne y morar entre nosotros 124. Cuando la congregación se vuelve un “modelo” 125 del mensaje, luego las naciones son atraídas a quienes son heraldos de ella. “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿De qué aprovecha la circuncisión? De mucho, en todos los aspectos. Primero, ciertamente, porque les ha sido confiada la palabra de Dios. ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? Su incredulidad, ¿habrá hecho nula la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera! Antes bien, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso; como está escrito: «Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando seas juzgado»” (Romanos 3:1-4). En el Nuevo Testamento, el rito de la circuncisión es trasladado dentro el contexto de la experiencia cristiana. Fue también una de las controversias principales, la cual casi dividió a toda la Iglesia. En el primer Concilio Apostólico de la Iglesia Primitiva, el asunto fue resuelto y esto trajo definición al entendimiento de las Iglesias en relación a la circuncisión 126. Acá fue aceptado, que en Cristo no había muro de demarcación entre los judíos y los gentiles debido a que Dios había limpiado (griego, katharsis) sus corazones por fe. Sonaba el mensaje que no había discriminación alguna en Cristo. No había ni circuncisión ni incircuncisión –todos los que recibían a Cristo en sus vidas eran unificados por Él y disfrutaban de los mismos beneficios. La Circuncisión y la Reforma Apostólica La Reforma Apostólica es motivada por el deseo de ver un “hombre perfecto” dentro del patrón de la imagen de Jesucristo en la Tierra. Este “hombre” es un hombre corporativo, es decir, es el Cuerpo de Cristo. El mensaje principal de la circuncisión en el Nuevo Testamento comunica la idea de “hacer” a través de la sangre de Jesucristo “un nuevo hombre” 127. Los creyentes no están más separados de Dios sino que son “conciudadanos de los santos de la familia de Dios” 128. El mensaje de la circuncisión destruye los muros de demarcación y crea una nueva identidad para el creyente. Es una señal de la compleja naturaleza y unidad del cuerpo de Cristo. Los circuncisos, sin tener en cuenta la raza o el color, son miembros de la casa de Dios. Ellos son una parte capital de una nueva nación en la Tierra. Por lo tanto, toda forma de división debe ser confrontada y radicalmente eliminada de la Iglesia de Jesucristo. Los líderes deberían hacer todo esfuerzo para edificar el sistema de valor de Dios en cada miembro de sus congregaciones. Los corazones tienen que ser configurados para vivir los requerimientos justos del orden celestial. Por lo tanto, allí está el llamado a “circuncidar el corazón o quitar el prepucio del corazón 129”. Los cuchillos de piedra cortados de la Roca son los instrumentos quirúrgicos usados para circuncidar el corazón. Este instrumento “pedregoso” es el principio(s), cortado de la Palabra eterna (el Logos), la cual es la Roca de nuestra salvación. Estos principios divinos están “escondidos” o instalados en el corazón del creyente, de modo que sus vidas están reguladas para servir al Señor y no al pecado en contra de Él. Es por lo tanto imperativo recordar que un estilo de vida holístico en obediencia a los requerimientos divinos es el fruto manifiesto de un corazón circuncidado: “Circuncidará Yahweh, tu Dios, tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Yahweh, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”. (Deut. 30:6) Los líderes no pueden llevar a la gente hacia delante en el propósito de Dios sin implementar un “programa de circuncisión”. Esto implica quitar lo abstracto de lo concreto. Los circuncidados son aquellos que han recibido la aprobación de Dios. La validación de la vida del creyente eleva al creyente al lugar de convertirse en el oráculo de Dios en la Tierra 130. Ellos han sido acreditados con el privilegio de declarar la Palabra de Dios. Sin un estilo de vida cauto, el portador del mensaje no será justificado a los ojos del observador 131. El mensaje de Dios es juzgado por el estilo de vida cauto de los mensajeros. Aún Jesús fue un “diakonos” (ministro) de la circuncisión para la verdad de Dios, para confirmar la promesa hecha a los padres 132. “Os digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres” (Romanos 15:8). La fortaleza de la promesa divina estaba determinada por la presentación de una vida que certificaba el compromiso hecho por Dios. Pablo desafió el comportamiento de Pedro quien tenía una actitud falsa en su relación con los cristianos gentiles “incircuncisos” mientras estaba en presencia de sus colegas “circuncisos” judíos 133. El punto de contención de Pablo estaba basado en el hecho bíblico que si el mensajero de Dios viola el espíritu y el mensaje de Cristo, entonces relega a Cristo a ser clasificado como “un ministro de pecado” 134. Una Iglesia que predica un mensaje sin demostrarlo visiblemente en un estilo de vida preciso es una falsificación. La autenticidad del creyente constituye una Iglesia verdaderamente apostólica. “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la Ley nadie será justificado. Ahora bien, si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros resultamos ser pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? ¡De ninguna manera!” (Gálatas 2:16-17). En la epístola a los Filipenses, Pablo advierte en contra de la “falsa circuncisión” 135. Observar los mandamientos de Dios es un requisito crítico para agradar a Dios en el ministerio de la Iglesia 136. Claramente, la obediencia a la Palabra de Dios es colocada más alta que una señal externa o marca. “La circuncisión nada significa, y la incircuncisión nada significa; lo que importa es guardar los mandamientos de Dios” (1ª Corintios 7:19). Esta estación hace la inquisitiva pregunta: ¿Es posible haber salido de Egipto pero aún tener el velo de Egipto sobre el corazón? Frente a este panorama, la circuncisión puede ser definida como ese proceso doloroso de confrontar convincentemente y tratar con los asuntos del corazón y de la vida interna de todo verdadero creyente de Cristo, de modo que a partir de una vida interna vivida, Cristo pueda ser claramente revelado a la Tierra. Este es un proceso desesperante y sólo el cuchillo de piedra de las Leyes Santas de Dios, o los principios divinos, puede quitar el velo de la carne. En la Reforma Apostólica, el mensaje de la circuncisión exige que se vuelvan a visitar los principios del Pacto Abrahámico donde las pre-condiciones para una vida triunfante y exitosa son claramente trazadas. Por medio de tratar con los asuntos del corazón y la organización del hombre interior, un mensaje podría ser enviado al mundo de una vida totalmente dedicada a Dios y de la cual Él es el dueño. El hito de un pueblo apostólico está fundado sobre un estilo de vida de total rendición a Dios. El Mensaje de la Reforma Apostólica exige la conquista de todo sistema hostil de gobierno que se interpone en oposición a la voluntad de Dios para la Tierra. La unción apostólica es soltada para erradicar las fuerzas de las tinieblas y establecer un reino de luz. Sin embargo, un pueblo que no es diferente en carácter y comportamiento al mundo no puede lograr esto. Todo creyente que busca ser una parte integral de los propósitos de Dios del tiempo final debe llevar sobre sí mismo la insignia de la circuncisión. De este modo está declarando que está en alianza con Dios y que es posesión de Él. Por medio de quitar convincentemente el prepucio de la carne de su vida y demostrarla a través de una fe viva en Dios está haciendo una declaración al mundo que ha comprometido su vida totalmente a Dios. La remoción del prepucio de su “corazón” representa una vida holística vivida completamente para Dios. ---------------------------------------------------------------- 111 Génesis 17:1-14 112 Génesis 17:8 113 S. Zodhiates: ref. 8104, shamar significa “cuidar o ejercer gran cuidado sobre algo”. 114 S. Zodhiates: ref. 8104, Pág. 1671 115 Lea Romanos 4:9-12 116 Génesis cap. 18 117 Génesis cap. 12 118 S. Zodhiates, ref. 157, pág. 1708 119 Apocalipsis capítulo 2 120 Números 9:15-23; Lev. 16:23 121 Las leyes levíticas sobre la limpieza y la suciedad, la pureza y la impureza fueron sólo detalladas para los Israelitas después de la muerte de Nadab y Abiú. Ellas fueron insertadas para enseñar a Israel que la presencia manifiesta de Dios en medio de ellos puede sólo ser sostenida por una vida limpia. 122 S. Zodhiates. Ref. 2421, “Chay”- En su sentido literal significa “vivir de nuevo, vivir, disfrutar la vida, recuperarse, refrescarse, y re-edificarse”. 123 Gálatas 6:15 124 Juan 1:14 125 S. Zodhiates. ref. 5179, tupos, un tipo, ejemplo o modelo – un elemento constitutivo de lo que todavía tiene que aparecer. 126 Hechos 15:9-11 127 Efesios 2:11-22 128 Efesios 2:19 129 Jeremías 4:4 130 Romanos 3:1-25 131 Romanos 3:4 132 Romanos 15:8 133 Gálatas 2:16 134 Gálatas 2:17 135 Filipenses 3:3 136 1ª Corintios 7:19
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