18/08/2017
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Mas ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero
el mayor de ellos es el amor.
Anteriormente,
en el versículo 7, la fe y la esperanza son las características
decimotercera y decimocuarta del amor, en la lista de Pablo. Cuando
dice que el amor "todo
lo cree",
utiliza la palabra griega pisteuo,
que es la forma verbal de fe (pistis).
La palabra elpizo
es
el verbo griego, "esperar", y el sustantivo es elpis.
Pablo
escoge la fe, la esperanza y el amor como las virtudes más
importantes que los creyentes cristianos buscan y adquieren. Sin
embargo, puesto
que la fe y la esperanza son sólo partes del amor, la mayor virtud
cristiana puede resumirse en la palabra amor (ágape).
En otras palabras, sin
las dieciséis virtudes enumeradas en este capítulo, el amor es
incompleto.
La
fe y la esperanza están limitadas por el tiempo, mientras que el
amor es atemporal. Pablo dice en 2
Corintios 5:7,
"andamos
por fe, no por vista".
En otras palabras, la
fe ve lo que todavía no existe.
La fe tiene previsión de ver más allá de la realidad presente en
el flujo continuo del tiempo. La fe se ejerce sólo hasta que el
objeto de la fe se convierte en plena realidad. Abraham tuvo fe en la
promesa de Dios de darle un hijo, y cuando se cumplió la promesa, ya
no necesitaba ejercer fe en esa promesa particular.
La
esperanza también depende del tiempo, porque, como
la fe, la esperanza termina cuando se ve y se recibe el objeto de la
esperanza.
Pablo dice en Romanos
8:24,25,
24
Porque en esperanza fuimos salvos, pero la esperanza que se ve no es
esperanza; porqué lo que uno ya ¿porqué esperarlo? 25 Pero si
esperamos lo que no vemos, con perseverancia ansiosamente lo
esperamos.
La
Esperanza espera ansiosamente y con perseverancia hasta que se vea lo
que se espera. Una vez que se ve, la esperanza termina, porque "la
esperanza
que se ve no es esperanza".
La
fe es el don del amor que hace posible responder a la voz de
Dios; es la iniciadora de una nueva forma de vida que sigue la
dirección del Espíritu hacia la meta final. La esperanza
se refiere a la meta en sí, en lugar de los medios para llegar allí.
Así
entendemos que la fe y la esperanza son cosas transitorias. Son
elementos necesarios del amor en este reino del tiempo, pero al estar
basadas en el tiempo, no tienen más función cuando ha llegado lo
que es perfecto. Sólo queda el amor, porque trasciende el tiempo.
Nunca hay un momento en que el amor deje de ser un componente
necesario de la vida. El amor es la naturaleza misma de Dios, y ahora
tenemos fe en Su promesa de llenarnos con Su amor. Esta es nuestra
esperanza -ser como Él- y cuando finalmente alcancemos el estado de
amor perfecto, nuestros corazones estarán satisfechos. Ya no
tendremos que aferrarnos a la promesa por fe, ni tendremos que
esperar algo por venir.
La fe y la
esperanza son dos de los tres grandes, así que nunca debemos
minimizar su importancia. Sin embargo, el más grande de éstos es
amor.
Etiquetas: Teaching Series
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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