REFLEXIONES DIVINAS SOBRE JEZREEL (Cap. 7-Deuteronomio-Discurso 10-profecías Finales), Dr. Stephen Jones

Abandono de las Leyes de Dios por las leyes (opio) de otros dioses, trae
degeneración, aborto, homosexualidad, ect.



La sección de Deut. 32:26-33 es "D2" en el contorno del Cántico de Moisés. Corre paralela a la "D" del versículo 20.

Mientras que "D" era acerca de Israel convirtiéndose en Lo-Ammi, "no-Mi-pueblo", la sección paralela de "D2" es acerca de Jezreel, "Dios dispersa". Éstos eran dos hijos de Oseas que protagonizaron en sus vidas esta profecía encontrada en el Cántico de Moisés.


Dios establece Su soberanía

Parece que en el Cántico, Dios estaba muy preocupado de que los hombres no reconocieran la soberanía de Dios, sino que creyeran que Su juicio sobre Israel fuera el azar o el resultado de la gran fuerza y poder de Asiria. Deut. 32:26,27 dice,

26 Yo había dicho: "Los cortaré en pedazos,
y quitaré su memoria de entre los hombres".

27 De no haber temido la jactancia del enemigo,
para que sus adversarios no se envanezcan
no sea que digan: "Nuestra mano poderosa,
ha hecho todo esto y no Yahweh".

El principal objetivo de esto no es tanto que Israel fuera a ser despedazada (esparcida), o cortada en pedazos, sino que las naciones bestias tomaran el crédito de haberlo hecho por su propio poder. Esto es lo que Dios "más teme", dice Moisés. Cuando habla de "la jactancia del enemigo", la palabra significa "vejación o frustración". La palabra hebrea es kahas.

En otras palabras, cuando los adversarios de Israel juzgan mal la situación y toman el crédito por sacar a Israel a las tierras extranjeras, causan que Dios se sienta molesto y frustrado por no reconocese Su soberanía.

La dispersión de Israel fue a causa de su negativa a obedecer el voto que habían hecho en el Monte Horeb. En Deuteronomio 28 Dios pre-escribió la historia profetizando que si ellos eran desobedientes, Él traería naciones extranjeras para deportarles a otras tierras. El Cántico de Moisés fue un intento final de hacer comprender a los hombres que Dios toma la responsabilidad por este juicio. Por lo tanto, Dios parece temer ser juzgado mal, como si no fuera lo suficientemente poderoso para detener a los asirios y a sus dioses de conquistar y dispersar a Israel.


Dios corta y dispersa a Israel

En el versículo 26 Dios revela dos aspectos del juicio divino que había de venir. Primero, "los cortaré en pedazos". La palabra hebrea es pa'ah, "llevárselos", como esparcirles con el viento.

Tantos siglos después, cuando los eruditos rabínicos tradujeron este pasaje al griego (la Septuaginta), lo tradujeron "los dispersaré". Esto relaciona el juicio de Israel con el nombre del hijo mayor de Oseas, Jezreel (Oseas 1:4), que Significa "Dios dispersa". Jezreel (Yiz-reh-al) es un homónimo que suena a Israel (Yis-ra-al). Sin embargo, la palabra raíz de Jezreel es zara, "semilla", mientras que la palabra raíz de Israel es sara, "príncipe". Jezreel representa a Israel en el tiempo en que se dispersan como semilla sembrada en un campo.

El segundo aspecto del juicio divino fue: "quitaré su memoria de entre los hombres". No sólo los israelitas serían dispersados, sino que también debían ser olvidados. Y así encontramos que cuando los asirios tomaron a los israelitas cautivos, se convirtieron en las llamadas "tribus perdidas de Israel". El único grupo que quedaba para ser recordado eran los judaítas o judíos.

La mayor parte del pueblo de Judá fue deportado a Asiria junto con las tribus de Israel, porque los registros asirios en el prisma de Taylor nos dicen que el rey Senaquerib tomó 46 ciudades amuralladas de Judá junto con sus comunidades y deportó a esa gente a Asiria.

"Comparado con esto, el Prisma de Taylor proclama que 46 ciudades amuralladas e innumerables asentamientos más pequeños fueron conquistadas por los asirios, con 200.150 personas, y el ganado, siendo deportado, y el territorio conquistado siendo dispersado entre los tres reyes de los filisteos en lugar de ser devueltos. Además, el Prisma dice que el sitio de Senaquerib resultó en que Ezequías fue encerrado en Jerusalén "como un pájaro enjaulado".

Aunque quizás la mayoría del pueblo de Judá fue deportada a Asiria, la entidad nacional conocida como la Casa de Judá permaneció en Jerusalén durante otro siglo. La nación residió con el rey, y en este caso el rey Ezequías no fue llevado a Asiria. Dios destruyó el ejército asirio (185.000 tropas) fuera de los muros de Jerusalén, como dice la Escritura (2 Reyes 19:35).

La "nación", como organización política, reside con el rey, no con el pueblo, así que aunque la mayoría del pueblo fue deportada a Asiria, no se llevaron la "nación" con ellos. Por lo tanto, 2 Reyes 17:18 dice, "no quedó más que la tribu de Judá".

Los israelitas, por otra parte, fueron sacados de la Tierra. El nombre Israel le había sido dado a Efraín y Manasés, los hijos de José (Génesis 48:16). El jefe o líder de Efraín tenía específicamente el Derecho de Primogenitura de José y el nombre de nacimiento de Israel. Cuando fueron llevadas a Asiria, la "tribu" de Efraín, la nación de Israel misma, fue removida de la Tierra y dispersada en Asiria.


Israel se vuelve una oveja perdida

No sólo fueron esparcidos, sino que Dios hizo cesar su recuerdo para que se convirtieran en "ovejas perdidas" (Jeremías 50:6). Ezequiel 34 profetiza que las ovejas de Dios fueron perdidas y esparcidas en cada monte (reino). Por la Ley de Ovejas Perdidas de Deut. 22:1-3, los líderes ("pastores") debían encontrar y cuidar a las ovejas perdidas de Dios hasta que El viniera a reclamarlas; sin embargo, el profeta dice, que los pastores abusaron de las ovejas y trataron a muchas de ellas como si fueran suyas (Ezequiel 34:4).

Otras ovejas permanecieron "perdidas", y porque nadie las buscó, pero Dios prometió buscarlas y encontrarlas (Ezequiel 34:11). Jesús afirmó ser el único que cumplía esta profecía, pues cuando envió a los discípulos a su primer viaje misionero, los instruyó en Mateo 10:6,

5 A estos doce envió Jesús después de instruirlos, diciendo: “No vayáis por el camino de las naciones [ethnos, ‘naciones’], y no entréis en ninguna ciudad de samaritanos; 6 sino id a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Es probable que Jesús los enviara al norte a Partia, que era la nación situada en el antiguo territorio de Asiria. Josefo, el historiador judío del primer siglo, todavía sabía dónde vivían la mayoría de esos israelitas, pues aún no se habían perdido por completo. Él escribe en sus Antigüedades de los Judíos, XI, v, 2,

"Por lo tanto, sólo hay dos tribus en Asia y Europa sujetas a los romanos; mientras que las diez tribus están más allá de Éufrates hasta ahora; y son una inmensa multitud, y no pueden ser estimados por los números".

Si Josefo conocía la ubicación de los israelitas en el primer siglo, debe haber sido algo un tanto conocido. Por lo tanto, Jesús no necesitó ninguna revelación especial para enviar a Sus discípulos a Partia. El río Éufrates era la frontera tradicional entre el Imperio Romano y el Imperio Parto. La fuente del río estaba en las montañas de Armenia en lo que ahora es el este de Turquía. El viaje misionero de los discípulos fue sólo el comienzo de su búsqueda de esas "ovejas perdidas". Esta iba a ser completada por el tiempo de la Segunda Venida de Cristo.

En el 224 dC los persas conquistaron Partia y empujaron a esos israelitas más al norte, a Europa, hasta el Mar Báltico. Fue entonces cuando se formó la confederación anglosajona. Angle, o inglés es el hebreo de "toro", y en la época sajóna era la versión latina de sacae (griego) o saka (persa), también conocido como el Beth-Sak, "casa de Isaac". Cuando estas personas invadieron la isla de Gran Bretaña , la nación llegó a ser conocido como Inglés Land, o Inglaterra, apodada "Juan Toro".

Cuando el Imperio Romano Occidental cayó (476 dC), muchos registros se perdieron, y la educación se convirtió en el privilegio de unos pocos. Como los ex-israelitas emigraron a Europa bajo otros nombres, su identidad se perdió, como Moisés tanto como Oseas habían profetizado. Realmente se convirtieron en "ovejas perdidas", porque estaban dispersas y olvidadas.

Y sin embargo, como Ezequiel 34 dice, las ovejas perdidas de Dios serían encontradas al final de los tiempos. Serían reunidas, junto con muchos "otros" (Isaías 56:8). Jesucristo los encontraría, y ellos serían reunidos a Él, y como "cristianos" lo reclamaron como su Rey y se reunieron alrededor de Él (Oseas 1:11).

Todo esto fue esencialmente una repetición de la historia de José. José estaba "perdido" en Egipto y presumiblemente muerto durante muchos años. Pero como resultó, se perdió a simple vista porque Faraón le dio un nombre nuevo, Zafnat-panea (Génesis 41:45), que parece significar "tesoro perdido o escondido" (Traductor: Otros significados: “descifrador del código”, “este viviente es el aprovisionamiento del país”).

Se le dio a José una esposa, Asenat, que le dio dos hijos. El primogénito fue Manasés, cuyo nombre significa "olvido o Él me hizo olvidar". Leemos en Génesis 41:51,

51 Y llamó José al primogénito Manasés, "Porque" dijo, "Dios me ha hecho olvidar toda mi aflicción y toda la casa de mi padre".

Su nombre profetizaba de sus descendientes (y de todo Israel) que iban a olvidar su herencia y su conexión con la nación bíblica de Israel. Al final, sin embargo, José reveló su identidad, no sólo a sus hermanos, sino también al propio Faraón (Génesis 45:4,16).

El momento del cumplimiento de esta revelación se ve cuando estudiamos las dos venidas de Cristo. Su Primera Venida fue como Mesías ben-Judá (hijo de Judá), a fin de que él pudiera reclamar los derechos al trono de su padre David. La Segunda vez, sin embargo, Él vendrá con su manto sumergido en sangre (Apocalipsis 19:13) con el fin de identificarlo con José (Génesis 37:31). Él viene como el Mesías ben-José para reclamar el Derecho de Nacimiento, que había sido dado a José (1 Crónicas 5:2). De esta manera, la brecha entre el Cetro y el Derecho de Nacimiento será reparada, como se profetizó en Ezequiel 37:17.

Hay muchos detalles de la Escritura y la historia que debemos conocer para tener una clara comprensión del Plan Divino. Dios nos da una muy breve declaración de intención en el Cántico de Moisés cuando nos dice que Dios dispersará a Israel y hará que sean olvidados.

Los profetas exponen sobre esto -Oseas y Ezequiel en particular-, pero al final, debemos estudiar alguna historia de las migraciones de Israel que ocurrieron después de la caída de Asiria, si queremos entender el Plan Divino. Sólo entonces podremos leer el Cántico de Moisés con un aprecio serio por lo que se revela en él.


La necedad (estupidez) de Israel

En Deut. 32:28,29 Moisés dice:

28 Porque ellos son una nación carente de consejo,
y no hay entendimiento en ellos.

29 ¡Ojalá fueran sabios, para que entendieran esto,
y discernieran su futuro!

Israel carecía de entendimiento, sabiduría e inteligencia. Su insensatez se demostró en su fracaso en "discernir su futuro", es decir, no lograron comprender lo que ocurriría como resultado de su pecado. Como la mayoría de la gente, pensaban que podían salirse con la suya, y que ser el "pueblo elegido" era suficiente para obtener las bendiciones de Dios, a pesar del pecado. Pensaban que podían presumir de su estatus de "elegidos", que atribuían a su genealogía y a la reputación de su fundador, Moisés.

Su falta de previsión era, de hecho, el motivo subyacente detrás del Cántico de Moisés, que era advertirles del juicio inminente, así como darles esperanza durante el tiempo de su juicio.

30 ¿Cómo podría uno perseguir a mil,
y dos poner diez mil a la fuga,
a menos que su roca los hubiera vendido,
y Yahweh no los hubiera entregado?

Este versículo no está claro, así que permítanme ofrecer dos paráfrasis alternas:

30 ¿Cómo podría un solo israelita perseguir a mil
Y dos de ellos puso diez mil a la fuga,
A menos que su Roca [Dios] hubiera vendido a sus enemigos en sus manos,
Y Yahweh los hubiera entregado en manos de los israelitas?

También podemos entender esto en sentido inverso:

30 ¿Cómo podría uno de los enemigos perseguir a mil israelitas,
y dos enemigos poner diez mil a la fuga,
a menos que la Roca de Israel [Dios] hubiera vendido a los israelitas,
y Yahweh los hubiera entregado en manos de sus enemigos?

De cualquier manera que lo leamos, Moisés pretendía decir que la única manera de ganar batallas era que Dios estuviera de su lado. Pero si Dios los "vendía" en esclavitud según Exodo 22:3, los enemigos siempre ganaban esas batallas. Nuestra segunda paráfrasis parece más probable que sea la correcta, ya que establece la posibilidad de que Dios podría vender a Israel en manos de sus enemigos.

Moisés vuelve a llamar a Yahweh la "Roca" de Israel, como en Deut. 32:4,15 y 18. Dado que el término se refiere no sólo a una roca o acantilado, sino también al muro alrededor de una fortaleza, es apropiado entender esto en términos de seguridad ante los enemigos de uno. Por lo tanto, cuando una roca, o fortaleza, renuncia a los que dependen de ella para la seguridad, significa que uno no puede confiar en la fortaleza. En este caso, Israel no podía confiar en Dios para salvarlos si persistían en violar Su Ley.


La falsa seguridad de las drogas

Moisés entonces habla de otra roca, es decir, de los dioses de otras naciones en quienes confiarían, para su propia seguridad.

31 De hecho, su roca no es como nuestra Roca,
incluso nuestros enemigos mismos juzgan
[palel, "evalúan"] esto.

Las naciones eran muy conscientes de que Yahweh, la "Roca" de Israel, era diferente de sus propios dioses en quienes confiaban para protección y salvación. ¿Cuál es esa diferencia?

32 Porque su vid es de la vid de Sodoma,
Y de los campos de Gomorra;
Sus uvas son uvas de veneno
[rosh, "amapolas"],Sus racimos, amargos.

33 Su vino es el veneno de las serpientes
[tanniyn, "dragón, ballena, monstruo marino, serpiente"],
Y el veneno mortal de las cobras.

Los dioses de otras naciones se representan como amapolas, porque su extracto, el opio, sólo da la apariencia de una seguridad sin dolor. En Gesenius Lexicon, bajo "Ayudas", explica:

????? ... es también el nombre de una planta venenosa (Deuteronomio 29:17); Creciendo rápida y exuberantemente, Ose. 10:4; De sabor amargo, Sal. 69:22, Lam. 3:5; Y en este relato, frecuentemente conectada con ajenjo, Deu. 29:17, Lam. 3:19; Como yo no lo juzgo ni como la cicuta como pensaba Celsius en Oedmann (iv, p.63); Ni como lolium, darnel (Mich. Suplemento, página 2220); Pero la amapola, llamada así por sus cabezas (Liv., I, 54). ????? Jugo de amapolas, opio, Jer. 8:14; 9:14; 23:15. Por lo tanto, veneno de cualquier tipo, Deut. 32:32,33; Job 20:16.

Así que Gesenius dice que rosh no es ni cicuta ni darnel, como algunos han pensado, sino que es más bien "la amapola, así llamada por sus cabezas". La palabra hebrea rosh significa "cabeza", y la planta de adormidera tiene una cabeza prominente (flor).

Por lo tanto, la amapola es la "roca" de esas naciones extranjeras. Sus dioses dan a los hombres un sentimiento de seguridad por sus propias leyes, pero en realidad esas leyes son amargas y venenosas. Moisés también sugiere que Sodoma y Gomorra eran áreas donde las amapolas se cultivaban y exportaban en su comercio de drogas. En lugar de cultivar uvas como lo hizo Israel, sus "viñedos" eran campos de amapola.

Moisés nos dice, entonces, que la Roca de nuestra salvación no es como la "roca" de la que dependen otras naciones. El Dios de Israel es real; otros dioses son simulaciones. La Ley de Yahweh es "perfecta, que restaura el alma" (Salmo 19:7); las leyes de otros dioses exigen un modo de vida que termina en amargura, adicción y (como en el caso de Sodoma y Gomorra) homosexualidad.

Profetas como Jeremías y Oseas hablan de este problema de las drogas y lo comparan con el modo de vida sin Ley que los israelitas habían elegido. Oseas 10:3,4 dice,

3 Seguramente hora dirán: “No tenemos rey, porque no temimos a Yahweh. En cuanto al rey, ¿y qué podría hacer ahora el rey por nosotros?” 4 Ellos hablan meras palabras, hacen pactos con juramentos sin valor; y el juicio (castigo) [mishpat, "justicia"] florecerá como (ajenjo) malas hierbas venenosas [rosh, "amapolas"] en los surcos del campo.

En otras palabras, Israel se negó a cumplir su voto y mantener su pacto con Dios. Por lo tanto, su sistema de justicia brotó como amapolas, más bien que siendo genuinamente fructífero como las uvas. Hoy vemos esto claramente, pues las naciones modernas de Occidente, que han sido formadas por esos israelitas dispersos, han llegado al lugar donde la homosexualidad está siendo normalizada y el matrimonio entre personas del mismo sexo legalizado. Sus legislaturas ahora han comprado cargamentos de amapolas de Sodoma y Gomorra, y las leyes serán amargas y venenosas.

Moisés advierte a Israel que este será su modo de vida al final después de que se hayan dispersado ("Jezreel") y cuando dejen de ser "Mi pueblo" ("Lo-Ammi"). Jeremías también amplía esta profecía, diciendo en Jer. 8:13-15,

13 Y los arrebatare, dice Yahweh; "No habrá uvas en la vid, ni higos en la higuera, y la hoja se marchitará; y lo que les he dado pasará". 14 ¿Por qué estamos sentados? Reúnanse y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí, porque Yahweh nuestro Dios nos ha condenado y nos ha dado agua envenenada [rosh mayim, "agua (jugo) de amapola", es decir, opio] para beber, porque hemos pecado contra Yahweh. 15 ¡Esperamos paz, pero no vino bien; un tiempo de curación, pero he aquí, el terror!

Jeremías vio que el pueblo, sus líderes y su sistema judicial habían desechado la Ley de Dios. Hablando espiritualmente, Israel prefería las drogas de los falsos dioses. Ellos bebieron "jugo de amapola" y esperaron por "paz" (es decir, por el buen sentimiento) o por "curación". Pero descubrieron que las drogas no podían curar nada, sino sólo enmascarar los síntomas.

Este es el precio de dejar de lado la Ley de Dios. Incluso muchos cristianos no comprenden completamente el problema, porque hay muchos que enseñan que la Ley fue puesta a un lado, y que ya no necesitamos preocuparnos por ella. Afortunadamente, todavía tienen un residuo de moralidad que proviene de su herencia pasada. Afortunadamente, el Nuevo Testamento lista suficientes leyes de Moisés para dar a los cristianos una brújula moral. Pero las huellas del opio todavía se están dispensando con la idea de que la Ley ya no define el pecado.

Por lo tanto, estamos comiendo el fruto amargo de la doctrina de la Iglesia. Primero, Dios fue removido del gobierno, luego del sistema educativo, luego del sistema judicial. Apelar a la Ley de Dios sólo trae risa y burla. Aunque muchos cristianos se han opuesto, su oposición ha sido debilitada por una contradicción inherente; pues su enseñanza oficial era que la Ley de Dios había sido puesta a un lado, pero cuando el aborto fue legalizado, los cristianos creyeron que el asesinato había sido legalizado por el gobierno.

El asesinato es pecado porque la Ley de Dios lo dice en el Sexto Mandamiento. Las relaciones homosexuales son igualmente un pecado, según la Ley de Lev. 20:15. Lo mismo es cierto para las relaciones bestiales, como se afirma en Lev. 20:16. El problema es que, después de que la Iglesia ha eliminado la Ley, ¿cómo pueden apelar a la Ley de Dios en su oposición al aborto o al matrimonio homosexual? ¿Cómo podemos eliminar la Ley en su conjunto, y sin embargo apelar a la Ley en casos más específicos?


El hecho es que, debido a que hemos eliminado toda la Ley, legalizando todo pecado (al menos en teoría), Dios nos ha dado "jugo de amapola para beber". Las consecuencias de nuestra doctrina también son nuestro castigo. Si quitamos la Ley de Dios, seremos gobernados por las leyes injustas de otros dioses y su pueblo elegido. Este es el tema subyacente del Cántico de Moisés.

http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-10/chapter-7-divine-reflections-on-jezreel/

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