DIVERSIDAD DE DONES (1): Sabiduría y Conocimiento - Primera Corintios 12 (3), Dr. Stephen Jones


15/06/2017



Pablo enumera nueve dones del Espíritu en 1 Corintios 12:8-10,

8 Porque a uno se le da (1) palabra de sabiduría por medio del Espíritu, y a otro (2) palabra de conocimiento según el mismo Espíritu, 9 a otro (3) fe por el mismo Espíritu, y a otro, (4) dones de sanidades en el mismo Espíritu, 10 y a otro el (5) efectuar milagros, y a otro (6) profecía, y a otro (7) discernimiento de espíritus, a otro, (8) diversos géneros de lenguas, y a otro (9) interpretación de lenguas.

Los dones del Espíritu son herramientas de un creyente para que de fruto. Por lo que los nueve dones parecen ser paralelos a las nueve partes del fruto del Espíritu que Pablo enumera en Gálatas 5:22,23,

22 Mas el fruto del Espíritu es (1) amor, (2) alegría, (3) paz, (4) paciencia, (5) benignidad, (6) bondad, (7) fidelidad, 23 (8) mansedumbre (dulzura) (9) templanza; contra tales cosas no hay ley.


También hay nueve bienaventuranzas en Mateo 4:3-11.

Nueve es el número bíblico de la visitación (juicio), un término legal que indica una delegación de investigación que se envía para reunir pruebas en una posible escena del crimen. En la historia del Nuevo Testamento, la cuestión era si Judá produjo o no el fruto del Reino, que es esencialmente el mismo que el fruto del Espíritu.

Juan el Bautista fue enviado para ver si la “higuera” (Judá) había producido fruto (Lucas 3: 8,9). Cuando fue puesto en prisión y posteriormente ejecutado, el mismo Jesús se hizo cargo de la investigación y dio su informe en forma de una parábola en Lucas 13:6-9. Ni Juan ni Jesús encontraron el fruto en el árbol, y el veredicto final se dio en la semana antes de la crucifixión de Jesús; cuando encontró una higuera estéril cerca del lugar donde Él iba a ser crucificado, y la maldijo diciendo: Ya no saldrá nunca ningún fruto de ti (Mateo 21:19).

En Lucas 19:43,44 Jesús pronunció juicio sobre Jerusalén porque no has conocido el tiempo de tu visitación.

El requisito divino desde el principio ha sido el de producir fruto en la viña que Dios plantó en Canaán en el tiempo de Josué (Isaías 5:1-7; Mateo 21:33-44). Si no hay fruto, entonces, como Juan el Bautista dijo, será cortado y echado en el fuego (Lucas 3:9).

Los dones del Espíritu son dados para ayudar a los creyentes a producir el fruto del Espíritu. Si nosotros no llevamos fruto, como individuos, se nos tratará como a un árbol de combustible, en lugar de como un árbol frutal. Juan el Bautista dijo a la gente que no pensaran que iban a ser inmunes a tal juicio a causa de su conexión genealógica con Abraham (Lucas 3:8), porque eso no será un factor en esa visita.

La Ley prohíbe la tala de árboles frutales en tiempo de guerra (Deuteronomio 20:19,20). Lo mismo es cierto en el tiempo de la guerra espiritual. El fruto es la cuestión, y los dones son las ayudas para llevar fruto. Por esta razón, cuando la Iglesia perdió los dones del Espíritu, se hizo prácticamente imposible que la Iglesia diera fruto apto para el consumo de Dios. Los líderes de la Iglesia dijeron a la gente que los dones habían cesado, pero ¿quitaría Dios Sus herramientas para producir frutos? Si poseyera una viña, ¿no proveería a mis empleados con todas las herramientas necesarias para producir frutos? ¿Qué pasaría si me quitaran Sus herramientas poco después de que se había plantado la viña? Sin embargo, así es como los cesacionistas explican la falta de dones en la Iglesia. No tiene ningún sentido, pero su punto de vista sí explica por qué hay tan poco fruto en la Iglesia.


La Palabra de Sabiduría (Chokmah)
La primera mención de este don espiritual de sabiduría se encuentra en Éxodo 28:2,3,

2 Harás vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, para honra y belleza. 3 Y tú hablarás a todos las personas hábiles a quienes he dotado de espíritu de sabiduría [chokmah], para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle, para que sirva como sacerdote para mí.

El espíritu de sabiduría es un don que es necesario para construir las vestiduras sagradas para todos los sacerdotes de Dios. Hoy en día, están dotados con el sacerdocio de Melquisedec, pero el patrón es el mismo. Las prendas de la transfiguración actualmente están siendo reservadas para nosotros en el Cielo (2 Corintios 5:1), pero debemos construir esas prendas, incluso ahora. Esto es similar al hecho de que el verdadero templo está en el Cielo (Apocalipsis 15:5), pero tenemos que construir un templo aquí en la Tierra según el modelo celestial (1 Corintios 3:10-16). Así también sucede con estas prendas.

La lección es que se necesita el espíritu de sabiduría para construir (o tejer) las vestiduras sagradas. Una persona puede ponerse el vestido de la salvación como un creyente de la Pascua, pero Pentecostés nos ha dado el espíritu de sabiduría con el fin de llevarnos a la Fiesta de los Tabernáculos, donde somos revestidos de nuestra habitación celestial (2 Corintios 5:2).

Sí, los dones del Espíritu son importantes. No todo el mundo se le da el don de sabiduría, por supuesto, pero Dios ha distribuido todos los dones entre Su pueblo. La distribución en sí está diseñado para hacernos depender del cuerpo cuando necesitamos dones que nosotros mismos no tenemos.

La sabiduría es el conocimiento con comprensión que da la habilidad (para aplicar ese conocimiento).


La Palabra de Conocimiento (Da'ath)
El segundo don del Espíritu es la palabra de conocimiento. El conocimiento es información, y el don del conocimiento va más allá del aprendizaje; es un saber sobrenatural, con el que el Espíritu Santo da información que la persona no podría haber conocido de otra manera. Tal conocimiento viene a menudo sin ninguna comprensión. Si se acompaña de comprensión, entonces, tanto la sabiduría como el conocimiento están operando simultáneamente. Los dones a menudo operan en pares cuando funcionan en la práctica.

Conocimiento en la Biblia se refiere esencialmente a la adquisición de la verdad. En la década de 1900, cuando se introdujo de nuevo Pentecostés a gran escala para la Iglesia, se produjo en medio de mucho conocimiento muerto de la Escuela de la Alta Crítica. Sus estudiosos de ánimo carnal desbarataban la Biblia y llegaron a la conclusión de que fue escrita por hombres inspirados.

Pentecostés se rebeló contra esto y tendió a desechar todo conocimiento a favor de la ignorancia “inspirada”. El conocimiento fue desacreditado, y la verdad fue echada abajo con él. Muchos equipararon el conocimiento con el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal en el jardín, y no querían saber nada de él. En su rechazo del conocimiento, también rechazaron la verdad, que el Espíritu Santo les estaba ofreciendo a ellos. Sin verdad, esas personas carecían del conocimiento de Dios. Proverbios 1:22 dice, “los insensatos aborrecerán la ciencia. Por otro lado, Pablo clamó, a fin de conocerle (Filipenses 3:10). Conocer a Dios no requiere un cierto nivel de ignorancia natural; por el contrario, hemos de subordinar nuestro conocimiento del alma al que se transmite al espíritu por el Espíritu Santo.

Ya hemos visto por 1 Corintios 2:14,15 que el conocimiento proviene de dos fuentes principales: el alma y el espíritu. El conocimiento de Dios a través del alma se puede obtener mediante la lectura de la Biblia, pero el conocimiento espiritual viene por el oír la Palabra (Dios hablando su palabra rhema a nosotros). Mientras que entendamos la diferencia, vamos a ser capaces de discernir la calidad del conocimiento mediante el cual vivimos.

Una de las funciones del Espíritu Santo es convencer de pecado, como leemos en Juan 16:8,

8 Y él, cuando venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

Así leemos en Levítico 4:23 KJV,

23 luego que conozca su pecado que cometió, presentará su ofrenda

Hay algunos que enseñan que el conocimiento del pecado es una cosa mala. Cuando pecan preferirían no saber sobre ello; la ignorancia es felicidad, como se suele decir. Evitan la lectura de la Ley, porque, como dijo Pablo en Romanos 3:20, a través de la ley es el conocimiento del pecado. Ellos leen esto como una advertencia de no estudiar la Ley, no sea que nos revolquemos en la culpa toda nuestra vida. Pero esto es una tergiversación de la intención de Pablo, porque ¿cómo puede un hombre arrepentirse (cambiar) sin reconocer primero lo que debe ser cambiado?

Hay quienes se niegan a reconocer nada negativo en sí mismos. Se les ha enseñado a no “confesar” nada negativo, porque tal confesión alguna manera crea la condición; pero 1 Juan 1:8-10 dice,

8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.


Esta es la forma en que caminamos en la luz, como se dice en el versículo 7. Esta es la forma en que se reconoce la verdad y se trata con ella. Nunca se esperaba que nos revolcásemos en la culpa todas nuestras vidas. Pero si no tenemos el conocimiento del pecado en nuestras vidas, ¿cómo podremos aplicar la sangre de Jesús a ellos? ¿Cómo podremos crecer espiritualmente? ¿Cómo podremos dar fruto? ¿Qué va a encontrar el Señor en el día de Su visitación? Necesitamos la palabra de conocimiento como un don espiritual.

Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones

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