PRIMERA DE CORINTIOS – Cap. 1(6): La sabiduría y las señales, Dr. Stephen E. Jones


25/02/2017




20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el letrado? ¿Dónde está el polemista de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?

Pablo estaba pintando un cuadro de un debate entre filósofos, en los que ninguno de ellos se atrevía a discutir con Dios para no parecer tontos.

1 Corintios 1:21 continúa,

21 Pues ya que en la sabiduría de Dios el mundo a través de su sabiduría no llegó a conocer a Dios, agradó a Dios salvar a los que creen por la locura de la predicación.

En otras palabras, la filosofía y la sabiduría del mundo fracasaron en su misión auto-nombrada de mostrar a la gente lo que Dios es realmente, para que los hombres se salven. Pero Dios, entonces estableció un mensaje que parecía tonto para los hombres. Ese mensaje, afirma Pablo, tuvo éxito al salvar a los que creyeron en él.


22 Porque en verdad los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos un escollo, y necedad para los gentiles, 24 mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 25 Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Los filósofos trabajaron duro para exponer sus argumentos de una manera lógica, porque cada vivían con el temor de que otro filósofo compitiera mostrando fallas en su lógica. Tal era la sabiduría de los griegos. Los judíos, por otra parte, sobre la base de su cultura pensaban en los principios de la Ley. La Ley de Dios exigía un testigo doble o triple para establecer la verdad, y en muchos casos los judíos buscaban señales sobrenaturales (pero externas) para probar la verdad.


La trayectoria griega a la salvación
El Evangelio, sin embargo, no vino ni con la lógica griega ni con las señales judías. En primer lugar, la idea de un Dios bueno que se encarna en un cuerpo hecho de carne mala era una locura para un filósofo griego. Su cultura se basaba en la idea dualista que el espíritu era bueno y la materia era mala. En segundo lugar, la idea de que Dios pudiera morir parecía contradictoria con su propia definición de un dios inmortal.

En tercer lugar, los griegos no creían en la resurrección, sino en la reencarnación. La reencarnación era para los que no habían alcanzado la perfección, ya que se decía que las almas inmortales eran condenadas a regresar a otro cuerpo de mortal con el fin de ser más perfectas. Un alma espiritual atrapada una y otra vez en un cuerpo material (y malo) indicaba que la persona todavía estaba tratando de alcanzar la perfección (por su propio esfuerzo, voluntad y obras).

El Evangelio, por el contrario, presenta a los griegos con la idea de que la perfección (o "salvación") no se basara en los esfuerzos de los hombres, sino de la obra de Cristo, el único perfecto, era aparentemente tonta. Este Único perfecto vino del Cielo y se encarnó en carne humana, que, aunque limitada, no era mala en sí misma. Él vino a la Tierra específicamente a morir por el pecado del mundo, un cordero perfecto para un mundo imperfecto. Los griegos, como la mayoría de otras personas, ofrecían sacrificios, pero sus sacrificios eran ofrecidos como regalos para apaciguar a los dioses o como recompensa por su liberación. Si se sacrificaban como una forma de auto-castigo por algún pecado, no era con la idea de que el animal representara a un mayor sacrificio, como Cristo.

El concepto de la expiación vicaria era específicamente un concepto hebreo derivado de la Ley Divina. Por lo tanto, los griegos no estaban preparados para escuchar una enseñanza del Evangelio, en que el Dios del Cielo ha intervenido en la historia humana para salvar a la humanidad por medio de sus propias obras y para salvar a los hombres que no podían posiblemente salvarse a sí mismos.


La trayectoria hebrea de salvación
El pensamiento judío se basa en gran medida de las Escrituras hebreas, aunque no entendieron algunas de las verdades más importantes establecidas en la Palabra. En el grado en que ellos entendieron mal, hay una discrepancia entre el pensamiento hebreo y el judío. Yo uso el término hebreo para indicar la verdad real de las Escrituras, mientras que el pensamiento judío se desvía hasta cierto punto de esta.

Pablo deja claro que la verdad hebrea era una piedra de tropiezo para los judíos cuyos patrones de pensamiento tenían sus raíces en el judaísmo (es decir, la creencia judía). Nos dice que los "judíos piden señales", lo que les impedía ver la verdad en las mismas Escrituras que afirmaban creer. Tenían una cierta comprensión de la expiación vicaria, pero se limitaba a los sacrificios de animales. Su concepto de un Mesías conquistador impedía muchos de ellos ver al Mesías sufriente.

A pesar de que discutían entre sí si Él vendría como el Mesías ben Judá o como Mesías ben José, no se dieron cuenta de que iba a venir dos veces, por primera vez de Judá y la segunda vez de José. La idea de que el Mesías muriera o que Él fuera el sacrificio final, representado en todos los sacrificios de animales, era una locura para ellos. Su deseo de un Gran Mesías Militar, que podía hacer milagros para conquistar el mundo y esclavizar a todos los no-judíos, era un deseo carnal que cegó sus ojos al humilde Príncipe de Paz que en realidad vino a liberar a todos los hombres y gobernar sobre un Reino Universal.

Tanto judíos como griegos enseñaban la salvación por obras, es decir, por la voluntad del hombre y de la autodisciplina. Para los judíos, el cambio de comportamiento de una persona para hacer buenas obras (en conformidad con el estándar justo de Dios establecido en su Ley), era el camino hacia el cambio de sus corazones. Los griegos también abogaban por las buenas obras, pero pusieron mayor énfasis en la superación de las pasiones, o deseos de la carne. Si no podían ser movidos o tentados por las pasiones humanas, se consideraban a sí mismos como justos.

Ambos, judíos y griegos, sin embargo, basaban su religión en la voluntad del hombre y en las obras. Pablo expone un plan alternativo, uno que se basa en la voluntad de Dios (como dice Juan en Juan 1:13). Pablo incluye "el poder de Dios" en 1 Corintios 1:24, porque Su poder no es sólo Sus acciones de intervención, sino también Su voluntad, que concibió el Plan y lo ha dirigido desde el principio.

Por lo tanto, mientras que la visión alternativa de Pablo era como tonta para los griegos, derrocaba la visión judía de la venida del Mesías, su propósito más bien estrecho, y el carácter exclusivo del reino judío. Los judíos deseaban mucho un reino en el que esclavizarían a todos los demás y gobernarían el mundo. Este era su concepto de un pueblo elegido. Habían puesto su fe en un mesías que no existía, por lo que rechazaron al verdadero Mesías cuando no cumplió con sus expectativas anímicas.


Las señales
Los judíos buscan señales, dice Pablo. Y, de hecho, se dio una señal para ellos, a pesar de que se negaron a creer su testimonio. Se nos dice en Mateo 1:18,

18 Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Su madre, María, estaba desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo.

José decidió repudiarla en secreto, pero "un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo ... lo que ha sido engendrado en ella es del Espíritu Santo" (Mateo 1:20). En otras palabras, Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo, no por la semilla del hombre. Mateo 1:22,23 dice,

22 Ahora todo esto tuvo lugar de que lo que fue dicho por el Señor por medio del profeta se cumpliese, diciendo: 23 "He aquí que la virgen concebirá, y dará un hijo, y llamarás su nombre Emanuel," que traducido significa: "Dios con nosotros".

Mateo estaba citando de Isaías 7:14, un verso que comienza diciendo: "Por tanto, el Señor mismo os dará señal ..." En otras palabras, la concepción milagrosa de Jesucristo fue la señal dada al rey Acaz en Isaías 7:14. En su día, la señal real fue su hijo Ezequías, nacido de una almah, "mujer joven o virgen". Ezequías no fue concebido por el Espíritu Santo, pero era un tipo de Cristo. Como un tipo profético, era una señal para Acaz. De ahí que también, la concepción de Jesús fuera una señal para Judá.

En ambos casos, si Judá no creía en esta señal, la nación debía ser destruida. El profeta le dijo al rey Acaz en Isaías 7:9, "Si tu no crees, seguramente no durarás". La KJV dice: "de cierto no permaneceréis firmes". El contexto demuestra que esta era una profecía sobre la venidera destrucción de Israel y de Judá. Así también, la concepción de Jesús fue una señal de que, si los gobernantes no creían, ello daría lugar a la destrucción de Judá.

Dios da, efectivamente, señales, pero si los corazones de los hombres no están preparados para escuchar la verdad, también dejarán de ver y entender las señales que se den. La cuestión no es si Dios habla; la cuestión es si los hombres tienen la capacidad de escuchar la voz de Dios. "La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo" (Romanos 10:17). Las señales son buenas, pero también dependen de la capacidad de los hombres para oír la palabra original. Las señales no pueden confirmar lo que los hombres no pueden oír.

Las señales confirman la verdad, las señales no imparten la fe; la fe viene solamente por el oír, y si uno no oye, las signos sólo pueden persuadir. Sin embargo, la persuasión es del alma, mientras que la fe es espiritual. La persuasión sólo es buena cuando se prueba. Cuando Dios pone a prueba los corazones de los hombres por la piedra de toque divino, entonces la fe se distingue de la persuasión.

Jesús mismo reconoció la inutilidad de las señales, aunque realizó muchos milagros que deberían haber sido suficientes para que todos creyesen; si, de hecho, las señales que podrían superar la incapacidad de uno para escuchar. Hubo creyentes entre la gente en la multitud, por supuesto, pero la mayoría de la gente simplemente estaba impresionada por los milagros y convencidos en sus mentes anímicas que Él era el Mesías. Sin embargo, estas personas no escuchaban realmente, ni tenían una fe genuina, porque cuando llegó el momento de la verdad, los que habían sido convencidos por señales le negaron cuando sus líderes le crucificaron. No podían oír la voz de Dios; escucharon sólo la voz de hombres que consideraron a pesar de la Palabra de Verdad y las señales que demostraban la Palabra.

Por último, en Mateo 12:39 Jesús les dijo que "señal no les será dada, [es decir, a la generación], sino la señal de Jonás el profeta". La muerte y la resurrección de Cristo fue la gran señal de Jonás. Pero las personas no entendían la historia de Jonás, porque los rabinos no sabían el significado de la historia, ni tampoco la aplicaban a la venida del Mesías. Ellos lo entendían sólo en términos nacionalistas, Israel iría en cautiverio a Asiria y sería restaurada al final.

Y así, sin escuchar la voz de Dios por sí mismos, la gente sólo podía oír la voz limitada de los rabinos. Esto produjo fe en los rabinos, pero no fe en Dios. Ponemos nuestra fe en el único cuya voz oímos, sea la voz de Dios o la de los hombres.


Pero Pablo presenta el Evangelio como la Palabra de Dios, lo que requiere oídos para oír, con el fin de producir la fe que entonces se evidencia por un cambio en la propia forma de vida. Este Evangelio no se ha establecido en la sabiduría griega, ni requiere señales judías. Como veremos en el segundo capítulo de Primera de Corintios, Pablo nos está llevando hacia una discusión sobre el origen de la verdad, que viene a través del espíritu de uno, en lugar de a través de la propia alma.

Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones

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