December 20, 2016
Los cristianos luchamos duramente para hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas. Y entonces, cuando creemos haber hallado Su voluntad, trabajamos duramente hasta verla cumplida.
Estoy convencido de que esta lucha por encontrar la voluntad de Dios, por vivir en ella, por andar en ella y por verla cumplida, puede convertirse en nuestra mayor batalla. Y la batalla se intensifica cuando nos encontramos en circunstancias terribles.
Muchos cristianos, simplemente no pueden aceptar el lugar en el que están en este momento. Sus vidas han sido oprimidas por serios problemas. Para algunos, la carga es una enfermedad agobiante. Para otros, se trata de un ser querido que no es salvo. Y ahora, para una creciente multitud, la batalla es una crisis económica. Muy pocos cristianos aceptan que dichas cargas podrían ser posiblemente, parte de la voluntad perfecta de Dios para sus vidas.
Como predicador del Evangelio, yo sé que toda fe y esperanza sustentadora debe tener una verdad fundamental sobre la cual pueda crecer. ¿Cuál es esta verdad fundamental? Simplemente esta: Yo debo saber y creer que estoy en la perfecta voluntad de Dios, en este momento, justo donde estoy, en este tiempo y lugar presentes.
Dicho de manera simple, no importa en qué condición me encuentre; sea en pobreza o riqueza, en enfermedad o salud, en prisión o libertad, debo creer que estoy en el centro de la voluntad perfecta de Dios para mi vida. Apruebo que mis pasos han sido ordenados por el Señor.
Personalmente, yo me identifico con Pablo: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (ver Filipenses 4:11).
Le doy gracias a Dios por el ejemplo de Pablo. Este apóstol fiel sabía cómo abundar en bendiciones y al mismo tiempo regocijarse en los tiempos de adversidad. Sin importar su condición externa, sin importar cuánto presionaban sus circunstancias, Pablo siempre sabía que estaba en el centro de la perfecta voluntad de Dios.
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