SE DELEITARON EN VAGAR, Mensaje de Paz


Así ha dicho Yahweh acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Yahweh no se agradó de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados. Jer. 14:10, 
Así dijo el Señor a este pueblo: Así amaron moverse (se deleitaron en vagar), ni detuvieron sus pies; por tanto, el Señor no los tiene en su voluntad: ahora se acordará de la iniquidad de ellos, y visitará su pecado. Jer. 14: 10
El Señor, a través de Su Santo Espíritu, realiza un trabajo en Su pueblo para enseñarnos a no hacer nada de cuenta propia, para que aprendamos Sus caminos y a hacer las cosas a la manera de Él.
Esta fue la vida de nuestro Señor, quien dijo: No puedo yo de mí mismo hacer nada; como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, del Padre. Juan 5: 30
El hombre natural ama moverse (vagar), no puede detener sus pies de sus propios caminos y de ir en pos de la imaginación de su propio corazón; el hombre natural anda por vista, y confía en carros y caballos, confía en sus propias fuerzas y sabiduría. Pero el Señor desea enseñarnos a no confiar en nosotros mismos, a mirar lo invisible, lo verdadero, a no aferrarnos de lo natural, a ser guiados por su Santo Espíritu, a andar en el Espíritu; es decir, a perder nuestra vida, a escuchar Su voz y a hacer solamente lo que Él diga que hagamos.
El Señor nos llevará a que nos movamos pero solamente cuando Él diga que lo hagamos; Él nos pide estar quietos y cesad. Cesad y conoced que yo soy Dios. Salmo 46: 10. Cesar de nuestros propios caminos y obras.
El Señor también nos dijo: porque las obras que el Padre me dio que cumpliera, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me haya enviado. Juan 5: 36
Cristo solo hizo las obras que su Padre le dijo que hiciera, y era esto lo que daba testimonio de que el Padre lo había enviado. Hoy hay muchos haciendo sus propias obras que dicen ser enviados del Padre.
La Escritura nos habla en el libro de Isaías, capítulo 61, versículos 13 y 14, del verdadero ayuno: Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso día del Señor, y lo venerares no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras. Entonces te deleitarás en el Señor…
El sábado nos habla del reposo y del día del Señor, y la forma de venerarlo, no es por medio de cultos y ritos de hombres, sino no haciendo nuestra propia voluntad, retrayendo el pie de nuestros propios caminos; no amando moverse, ya que cuando lo hacemos, el Señor dice que no nos tiene en Su voluntad, y Su deseo es que estemos en el centro de Su voluntad.
Cuando amamos movernos, dice el Señor que tenemos parto de iniquidad; que concebimos de nuestro propio trabajo y damos a luz mentira; queriendo el Señor que demos a luz verdad, o sea que Él se manifieste en nosotros; y esto será cuando estemos completamente muertos a nosotros mismos.
Como habló el Señor por la boca de un hermano: Para aquellos privilegiados que pasan por medio del sendero de la muerte de la cruz, para aquellos que andan en medio del inhóspito cruce hacia una tierra prometida de la cual no se sabe nada en la carne, para aquellos que en su corazón saben que las dificultades alrededor suyo excedieron sus capacidades, para aquellos débiles, vituperados, e inútiles, para aquellos que están siendo castrados para operar en el mundo con destreza, para aquellos a quienes están desapareciendo los bastones, los apoyos y los planes B, y en general, que están comprendiendo y viviendo que sólo hay salida en la obra sobrenatural de Jesucristo en sus vidas. Esta es la disciplina del Señor para Su pueblo, con el fin de que participemos de Su santidad, y seamos como el grano de trigo que cae en tierra y muere, ya que es la única manera de llevar fruto.
Señor, ayúdanos a no movernos de cuenta propia, a detener el pie de nuestros propios caminos, a no hablar de cuenta propia, ya que quien habla de cuenta propia su propia gloria busca; a que no digamos Señor, Señor, para hacer nuestra propia voluntad. Por amor de tu Nombre haznos verdaderos y limpios, quita de nosotros toda la inmundicia, toda maldad, toda hipocresía; Señor santifica tu Nombre, haz en nosotros por la Sangre del Pacto Eterno, lo que es agradable delante de Ti, ya que lo que es imposible para nosotros es posible para ti. Recuerda tus promesas de que Tú pelearás nuestra batallas, ya que el enemigo es más fuerte que nosotros; concédenos escuchar Tu voz para cesar y morir a nosotros mismos para que conforme a Tu voluntad llevemos fruto y Tú seas glorificado; concédenos que nuestros tesoros estén en el Cielo y no en la Tierra, que el vivir sea Cristo y la muerte sea ganancia.
Bendito Tu Nombre por los siglos que viniste a salvarnos, a quitar de nosotros el pecado.

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