UNA CONFIANZA SANTAby David Wilkerson | September 2, 2015 |
Era con confianza que Pablo podía decirle a la iglesia en Roma: “Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo” (Romanos 15:29). Él tenía una confianza santa en su caminar con Cristo. Él declaró: “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16).
Pablo estaba diciendo, en esencia: “Mi vida es un libro abierto delante del Señor. No tengo pecado oculto en mi corazón, y Él no tiene controversia alguna conmigo. Su bendición para mí es un continuo fluir de revelación, así que cuando les predico a ustedes, ustedes no escuchan palabras de hombres. No doy un sermón muerto, lleno de teología inteligente. Lo que ustedes oyen son las mismas palabras del corazón de Dios para ustedes”.
Como puedes ver, la plenitud de la bendición de Cristo tiene muy poco que ver con los bienes materiales. Por supuesto, toda buena salud y recursos terrenales deben ser vistos como bendiciones de parte de la mano llena de gracia de Dios. Pero Pablo habla de una bendición mayor aquí. La palabra griega que él usa para “bendición”, significa: “El elogio de Dios”.
En resumen, la bendición de Cristo significa tener una vida que agrada al Señor. Es un conocimiento interno del Espíritu Santo que mientras Dios mira tu vida, dice: “Estoy complacido contigo, hijo mío, hija mía. No hay nada entre nosotros que obstaculice nuestra comunión y relación”.
El escritor de Hebreos resume la plenitud de la bendición de Cristo de esta manera: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13:20-21).
Me encanta estar alrededor de gente que vive esta clase de vida en Cristo. A ellos les rodea el aroma de haber estado con Jesús. Como Pablo, estos santos tienen una insatisfacción divina con esta vida, un anhelo de estar en la presencia de Cristo, un hambre por obtener más y más intimidad con Él. Ellos hablan mucho de Jesús y rebosan de Su amor y santidad.
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