Hace
muchos años (alrededor de 1980) me di cuenta de que la mayor parte
de mi vida de oración la pasaba diciendo a Dios algo que Él ya sabía,
o pidiéndole algo que quizás Él no quisiera darme. Se me
ocurrió que mi vida de oración se parecía mucho a un niño rogando
a sus padres que le compren juguetes y dulces. Como padre, yo
sabía lo destructivo que sería si yo diera mi hijos todo lo que
quisieran. En su inmadurez, tienen poca idea de lo que es en
realidad bueno para ellos y lo que no lo es. Dios es un buen
padre, y Él está criando hijos.
Hay
sin duda lugar para dar a conocer a Dios nuestras peticiones ( Flp
4: 6 ), pero
orar sin saber primero la voluntad de Dios es la manera más infantil
de oración. Si
no conocemos la voluntad de Dios en un asunto, debemos orar: "Hágase
tu voluntad".
De esta manera dejamos claro que nuestra voluntad está sujeta a la
voluntad divina, y que no estamos exaltándonos a nosotros mismos por
encima de Él.
Cuando
empecé a darme cuenta de que mi vida de oración era como la de un
niño inmaduro mendigando a mi padre cosas, de repente ya no supe cómo orar en adelante. Así que le pedí, "Padre, enséñame
a orar". Contestó. ¡Y que respuesta fue! Él me sacó del
ministerio (1981) para enseñarme a orar, y en 1982 descubrí que Él
es el Dios que aún se comunica con el hombre. Véase mi
libro, Escuchando
la Voz de Dios (En castellano: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/04/oyendo-la-voz-de-dios-dr-stephen-e-jones.html). Durante
la próxima década aprendí sobre los
ídolos del corazón
que nos hacen escuchar nuestra propia mente carnal en lugar de la
verdadera voz de Dios. Me enteré de que la
idolatría del corazón es el mayor problema en la oración. En
nuestra inmadurez espiritual, nosotros simplemente no sabemos lo que
es mejor para nosotros. Me enteré de que me había inscrito en
la misma escuela de Dios donde Él entrenó a muchas personas en la Biblia.
Luego,
en la década de 1990 aprendí una de las lecciones más importantes
de todas sobre la oración -el
Principio Amén. Me
enteré de que la
mayor parte de tiempo la oración debe ser gastada en la búsqueda de
conocer la voluntad de Dios
-y luego en clamar por fe. La fe viene por el oír (una palabra de Dios en nuestro espíritu) ( Rom
10:17 ). Si
"confieso y reclamo" lo que Dios me promete, entonces puedo reclamarlo (afirmarlo) con una fe genuina.
La
verdadera fe es simplemente en primer lugar decir amén a lo que Dios dice . El hombre inicia el pensamiento positivo. Dios
inicia la fe. Cuando el hombre cree que sabe lo que Dios debe
hacer, él confiesa y reclama por el poder del pensamiento
positivo. Pero cuando Dios le da al hombre una revelación de su
voluntad, y el hombre cree lo que Dios ha revelado, él dice "Amén"
a lo mismo y lo afirma (confiesa) con fe verdadera y genuina.
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/ffi-newsletter/ffi-2005/07-01-2005-babylon-part-iii-fillmore-s-unity-church/ |
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