Los velos del Templo
La
luz y la gloria que estaba en Jesús se ocultaba por el velo carnal
hasta que los tres discípulos vieron su gloria en el Monte de la Transfiguración (Mateo
17: 1-2). En
Pentecostés, la gloria de Dios vino a habitar en nuestros cuerpos,
después de haber dejado el antiguo templo de Salomón, que fue hecho
de meras madera y piedra. Esto es lo que Pablo quiso decir
cuando habló de nuestros cuerpos, que son los templos de
Dios. También habló de "Cristo en vosotros, la esperanza
de gloria" (Colosenses
1: 27). Cristo
es formado en nosotros, pero Él todavía está velado por nuestra
carne. En la Segunda Venida, la revelación hará que Cristo sea
evidente para todos.
Sin
embargo, esto no significa necesariamente que todos Le verán cara a
cara. De hecho, así como Moisés salió de la montaña y se vio
en la necesidad de poner un velo sobre su rostro para ocultar la
gloria de Dios, también Jesucristo regresará con un velo. Él
será visible, pero también velado, porque habrá muchos en la Tierra que, como Israel, querrán huir de Él en su gloria (Éx. 34: 30). Y
así, su
plan es manifestarse en los hijos de Dios. Es
para velarse con su carne a Sí mismo y su gloria, tal como su gloria
fue velada en la carne en su Primera Venida. Sólo
aquellos que hayan entrado en la experiencia completa de la Fiesta de Tabernáculos realmente Lo verán cara a cara, sin velos que
oculten su gloria.
Todos
los demás Lo verán a través de uno, dos, o tres velos. El
último velo que separa el Lugar Santo del Lugar Santísimo es el
único y verdadero velo, por supuesto, pero antes aún había otras dos
restricciones que la gente tenía que pasar con el fin de acercarse a
Dios.
La
primera era la puerta del Atrio Exterior. En
tiempos de Jesús un muro separaba a las mujeres y a los gentiles,
que no podían entrar por la puerta. Pablo se refirió a este muro en Efesios
2: 14,
14 Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la barrera del muro divisorio.
El
segundo obstáculo era
la puerta del propio
Santuario (Lugar Santo), que se
permitía sólo a los sacerdotes y nazareos.
La
tercera barrera era el velo en el Lugar Santísimo,
el cual restringía a todo el mundo, excepto al Sumo Sacerdote, a
quien se le permitía entrar un solo día en el año, el Día de la
Expiación.
Por
lo tanto, cuando leemos que el velo que separa al hombre de Dios, tal
como se representa en el Templo, realmente deberíamos ver esto como
tres velos que separan a los hombres de Dios. Los no
creyentes Lo verán a
través de tres velos, pues había tres velos o puertas en el Tabernáculo de Moisés.
Los
creyentes, aquellos justificados por la fe, los que
han experimentado la Pascua, son los que han entrado por la
entrada de la tienda al Atrio Exterior. Después de haber
pasado por el primer velo, están separados de la gloria de Dios
por tan sólo dos velos.
Los
verdaderos pentecostales, los santificados, apartados para el
sacerdocio, son los que han experimentado Pentecostés. Estos
han pasado por el segundo velo al Lugar Santo y están separados
de la gloria de Dios sólo por el velo final.
Los
Vencedores, los que forman parte del Cuerpo del Sumo
Sacerdote según el orden de Melquisedec, son los que van
a disfrutar de la Fiesta de Tabernáculos (Cabañas). Estos
son aquellos en quienes Cristo ha hecho "tabernáculo" en
el sentido más pleno de la palabra. Tendrán acceso al Lugar
Santísimo para conocer a Cristo cara a cara en toda su gloria.
Yo
creo que todos los hombres verán a Cristo, pero al principio la
mayoría Lo verá sólo en los hijos de Dios (los Vencedores). Nadie
va a ver a Cristo sin pasar por las barreras de los tres velos. Este
es el propósito de "la revelación o manifestación de los hijos de Dios" y
"la revelación de su gloria". Juan dice en Ap. 1: 7 que
"todo ojo le verá". Sin embargo, Juan no dice cómo ni en
qué momento del tiempo. Creo que, con el tiempo, todo ojo le
verá, pero sólo después de que hayan sido preparados por haber pasado por
las puertas o velos correctos. Primero deben ser justificados
por
la fe,
después santificados
por
el Espíritu,
y, sólo entonces, podrán entrar por ese último velo y contemplar la
gloria
de su rostro a cara descubierta.
La
revelación (apocalipsis) de Jesucristo, entonces, viene en tres
etapas básicas. Estas
etapas están representadas por las tres principales fiestas de
Israel: Pascua,
Pentecostés y Tabernáculos,
así como por la estructura del Santuario. A nivel personal,
entramos en el Lugar Santísimo a través de los pasos progresivos de
la justificación,
santificación y glorificación.
En
la aplicación histórica, los primeros que pasan
a través de estos tres pasos hasta la glorificación final del Cuerpo (la cosecha de la cebada) son
los Vencedores. Después, en la Resurrección General, que es la cosecha del trigo, el resto de
los creyentes entrarán en plena madurez y glorificación. La
presentación de Cristo al resto de la Creación deberá esperar
hasta después de que hayan sido juzgados
(cosecha de la uva, que es hollada)
en el llamado "Lago de Fuego".
Este fuego no es una cámara de tortura, sino la "Ley de Fuego"
dada en el Sinaí (Deuteronomio
33: 2)
que fluye del Trono de Dios (Daniel
7: 9-10). Un
trono es un símbolo de la Ley, mediante la cual un monarca gobierna
y juzga.
Hemos
tratado con estos grandes temas en otros libros, en particular en Las Sentencias (Juicios) de la Ley Divina. El punto que queremos hacer aquí
es que la revelación (apocalipsis) de Jesucristo es, creo, una serie de
acontecimientos históricos, así como las experiencias
personales por las que nos acercamos a Él. Las fiestas de Israel
sirven para profetizar sobre ambos niveles.
En
el momento de escribir esto, la revelación de Jesucristo en los Vencedores es todavía un futuro acontecimiento histórico. Sin
embargo, uno debe vivir incluso ahora de acuerdo con los principios y
la revelación de la Fiesta de Tabernáculos, aunque el
cumplimiento de esta fiesta aún no se haya manifestado en su tiempo
corporativo histórico designado.
El
mismo Juan escribió que la "revelación de Jesucristo"
todavía debe suceder pronto (Apocalipsis
1: 1). Juan
escribió esto en el 96 dC, que fue cerca de 63 años después del día
de Pentecostés en Hechos 2. Si
Juan mismo habló de eso como un día en el futuro, entonces el día
de Pentecostés no fue el cumplimiento de la gloria que Juan vio en
este libro. Tampoco había experimentado todavía él ni los otros discípulos, esa revelación final de Cristo en sí
mismo. También
Pedro nos exhorta en 1ª Pedro 1: 13,
13 Por lo cual, estad preparados para la acción, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá en la revelación [apokalupsis] de Jesucristo.
Al
igual que Juan, Pedro también habla de esto como un evento
futuro. Él
dice en 1ª Pedro 4: 13,
13 pero en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos; para que también en la revelación [apokalupsis] de su gloria os gocéis con gran alegría.
La cuestión es que incluso ahora Cristo mora en nosotros, pero Él está velado. Uno
sólo puede ver a Cristo por discernimiento espiritual. Pero
hay un día que viene cuando Cristo se dará a conocer en los hijos
de Dios. Entonces el potencial estará ahí para que todos lo
veamos en los hijos de Dios. Si usted encuentra esto
difícil de entender, usted no está solo. El discípulo de
Jesús, Felipe, luchó con esto también. Leemos sobre esto en Juan
14,
8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿He estado tanto tiempo con vosotros, y todavía no has llegado a conocerme, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo dices, muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre en Mí?
Jesús
era el Hijo manifestado del Padre. Para ver al Padre, bastaba
con ver a Jesús, porque el Padre estaba en Él, y los dos eran uno.
Del mismo modo, en el siguiente nivel, Jesús es la Cabeza, y los
"hijos de Dios" son su Cuerpo. Cuando se manifieste el Cuerpo, entonces los hombres verán a Jesús en ellos, porque ellos
serán uno con Él. Esto no quiere decir que Jesús
reemplazó al Padre, o que los hijos de Dios reemplazarán a Jesús,
el Hijo de Dios. No es una cuestión de sustitución, sino de
unidad y de manifestación. Así como Jesús glorificó al Padre
manifestándolo en Él, en lugar de manifestarse a Sí mismo, así también los
hijos de Dios glorificarán a Cristo manifestándolo a Él, en
lugar de a sí mismos.
El
objetivo de esta manifestación no es para llamar la atención y la
gloria, sino para mostrar la forma para que todos los hombres puedan
encontrar el camino a la presencia plena de Dios. El propósito
de manifestar a Cristo a un mundo perdido y moribundo es encontrarlos
y mostrarles el camino a la vida en el Santo de los Santos. Es
dar ejemplo, como hijos patrón, para que todos puedan conocer a
Dios como lo conocen ellos.
Ap.
1: 7 sí
dice que "todo ojo le verá", pero no nos dice cuándo o
cómo. La mayoría asume que será inmediato, pero la Escritura
no dice eso. El libro de Apocalipsis es un relato más
detallado de cómo eso se llevará a cabo. Es la historia de la
revelación de Jesucristo, porque esa es la meta de la historia y el
propósito de ese libro.
http://txemarmesto.blogspot.com.es/2012/01/las-experiencias-de-cruzar-los-dos.html
Artículo relacionado:
LOS TRES VELOS DEL TEMPLO-TABERNÁCULO, Dr. Stephen Jones
http://gods-kingdom-ministries.net/ |
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