AVANZAMOS MÁS ALLÁ DEL BLOG FINISTERRE. CRUZADO EL JORDÁN, EL REMANENTE FIEL ESPERA EL APOTEÓSICO DERRAMAMIENTO FINAL DE LA FIESTA DE TABERNÁCULOS, PLENITUD DE PENTECOSTÉS, EL MEJOR VINO DEL FINAL, ¡LA MANIFESTACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS! // "La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Yahweh de los Ejércitos; y daré paz en este lugar...". Hg. 2:9 // "No estoy diciendo, 'regresemos a Pentecostés'; estoy diciendo, '¡avancemos!'” (G.H.Warnock)
ILUSIÓN DE CRECIMIENTO. Administrador
No avanzas ni un ápice por más que des vueltas para auto-engañarte con una vana ILUSIÓN DE CRECIMIENTO. Mientras no mueras y cruces la línea para OBEDECER, aun seguirás viviendo en la vieja creación. Ahí nada de lo que hagas agradará al Padre.
José
José
Mateo 7:13-14
Entrad por la PUERTA ESTRECHA;
porque ancha es la puerta,
y espacioso el camino que lleva a la perdición,
y muchos son los que entran por ella;
porque ESTRECHA ES LA PUERTA,
y angosto el camino que lleva a la VIDA,
y pocos son los que la hallan.
DARSE POR VENCIDO PARA SER VENCEDOR, por Juan Luis Molina
......pues mirad hermanos, que no escogió Dios a muchos sabios y entendidos entre vosotros, sino que lo necio del mundo escogió Dios....para avergonzar a los sabios.
(1ª Cor. 1:26-27)
No será fácil dejar trasparecer las ideas en este escrito, que me rondan mis pensamientos. Veo un gran fondo lleno de colores armoniosos en la confusión de estas visiones que ahora son parte de mí, pero sé que no podré, por lo menos ahora, ponerlas en claro todavía por escrito. Es así como el Espíritu nos enseña los asuntos de lo Alto. Muchas veces, va formando dentro nuestro un escenario compuesto de muchas piezas, como un puzzle o rompecabezas, hasta que se hace la "sunnesis". No que haya visto todo Su escenario, con esta enseñanza que me propongo ahora; sino que huí de la presencia de nuestro Abba Padre para contaros y dejaros ver lo grande que debe ser todo este cuadro, y espero daros algunas lineas con lo que llevo viendo de él hasta ahora!
Bien se que es solo Jehová Quien sabe muy bien establecer el orden en medio del caos de nuestros pensamientos. Y a mí me sucede que, viendo en mitad de Sus pinceladas lo grande y hermoso que en mí está diseñando, no me pude esperar y salgo dando voces de contento. Así salí corriendo sin saber bien si podré exponeros esta experiencia tan consoladora que llevo rondando dentro, deseando que veáis lo que nuestro Abba Padre está queriéndonos decir!
Así, pues, espero que sea Él, el propio Jehová y Padre Quien me guíe escribiendo estas líneas ahora, pues ha supuesto para mi, o mejor dicho, está suponiendo, el mayor consuelo de mi vida en Cristo desde que renací. Son tan grandes los escenarios que diviso con este puzzle, que no creo aun ahora que los pueda repetir. Y el Espíritu Santo me dice lo mismo, la misma cosa que me repite muchas veces desde que se me apareció Cristo en mi camino..... "no te preocupes mínimamente ni en absoluto, por dar a conocer lo que YO SOLO te expliqué, porque YO SOY SOLO Quien a cada uno de Mis hijos le explico....lo mismo que te explico a ti".
Amadísima del cielo y mía:
Es cierto y verdadero que, las mayores sorpresas en la vida del cristiano no se dan cuando renacemos, sino cuando desesperados después de un cierto tiempo a seguir a nuestra regeneración de lo alto, nos damos cuenta por fin de lo que nos va enseñando Dios con Su Espíritu Santo, con Su leche no adulterada por la de los hombres!
Casi todo, por no decir todo lo que pensamos antes de aprender directamente de la unción que ahora tenemos, se derrite o va derritiendo en nosotros; simplemente desaparece a medida que Dios aparece en la faz del Cristo que nos va transformando.
Pensamos que basta creerle a Dios, cuando nos dice por Su Espíritu Santo que ya no vivimos nosotros. Eso es lo más sencillo, porque es cierto que no podemos contradecir lo que nos muestra el Padre a puerta cerrada con nosotros, en la revelación. Bien palpable se hace entonces nuestra muerte. Considerarnos muertos después de recibir esa visión, es lo más fácil que ocurre en nuestras vidas de cristiano. Lo peor viene después. Muchas veces ahora me digo para mí mismo, a sabiendas de que me escucha Dios: ¿Quién en su sano juicio, si supiera lo que viene envuelto en la revelación, se querría volver para el Cielo?
Yo encuentro ahora a Dios en medio de mi aflicción y no tanto en el gozo. Encuentro también que mi enemigo, el mas feroz y encarnizado que me asedia, nos es el que habita fuera y está lleno de maldad en las regiones celestes, sino uno que estaba oculto y agazapado dentro, en el interior más oscuro de mi propio corazón. Este enemigo es bien más penoso de soportar que el del aire. Bien mayor de lo que juzgué siempre. Fíjate bien, ante aquel enemigo invisible y del aire ya de tiempo me abrió los ojos Cristo, y me mostró que, por muy fiero que parezca, muchos más son los que están con nosotros...que los que están de su parte. La serpiente se vuelve un gusano inmundo delante de nuestro Cristo. Pero sin embargo, el enemigo de entre puertas adentro nuestro se engrandece, se hace mayor y no menor como yo juzgaba y enseñé en la Iglesia, cuando aparece Cristo en nosotros, y se niega rotundamente a toda hora a hacer la voluntad de Dios!
Fíjate bien amadísima del cielo y mía, cuando alguno es hallado por Dios por primera vez y se sabe que ha sido salvo, generalmente, se dedica a edificar un muro mental que le sirva de ciudadela, un castillo lleno de almenas que nos parecen inultrapasables; y lo hacemos con el objetivo quimérico de esconder y guardar a Dios dentro nuestro, pensando que así seremos purificados. Levantamos entonces confiados defensas que nos parecen resistentes a nuestros propios ojos, para que nos libren de los asedios de fuera y poder así librar las batallas desde ahora para el Rey que ahora se halla con nosotros. ¿Si Dios es por nosotros, quién contra nosotros? Así juzgamos que será nuestra bendita vida cristiana llena de victorias y coronas de laureles. Nos convencemos que, a partir de ese momento, con Cristo dentro nuestro y considerándonos ya muertos nosotros, serán nuestros muros un baluarte firme con nuestro Dios, resistiendo nosotros como héroes a todas las pruebas que nos quiera presentar el maligno desde fuera.
Pero lo que difícilmente queremos ver y nunca confesamos a nuestros hermanos, lo que no se imagina el creyente, construyendo sus muros de piedra que él juzga agradable a Dios, es que dejó dentro de esas paredes que levanta un enemigo bien peor que el de fuera. El Apóstol dice también, después de levantar esos muros: pero hallé en mís miembros una ley que se rebela contra la ley de Dios. Aquí tenemos la misma sorpresa que referí al principio, en la vida del propio apóstol. Si la encontró, si halló esa ley en cierto tiempo, es porque no sabía que la tenía consigo. Igual nos sucede a nosotros.
Es cierto, todos hemos hecho lo mismo, y, cuando los muros de esa ciudad defendida han sido erguidos, cuando pensamos que la paz y seguridad reinarían en nuestro interior por toda la eternidad, entonces, ¡oh Dios mío! ¡qué deprimente descubierta nos aparece entonces! Porque así nos damos cuenta de que había aquel enemigo espía dentro de los muros, y no solo fuera. ¡Sorratero, fingido, agazapado y maquillado de una aparente piedad! Pero no queremos confesar que es un enemigo que se hallaba dentro de puertas, escondido y semidormido en el interior nuestro, y no de fuera. Vendido al pecado y en servicio del gran Enemigo de Dios. Por eso mismo nos llevábamos todo el tiempo volcando la culpa en los "dardos encendidos" que nos enviaba él de fuera, el Gusano Mor.
Pero así acabamos siempre sin entender nada, y la derrota es mucho más palpable que la victoria, y acabamos juzgando que no sabemos nada, y que ya sabremos todas las cosas cuando vuelva el Amado. ¡Oh Dios mío! que gran confusión es todo esto entonces. Y es verdad, muchos se van a dormir sin resolver este gran conflicto!
Dentro nuestro, y no de fuera, repito señalándolo, se halla el peor de los enemigos. Es del corazón nuestro que sale el peor de nuestros enemigos, tanto nuestro como de Dios. Bien perdimos nuestro tiempo cuando nos convencimos que el enemigo se hallaba fuera de nuestros muros y no sabíamos esta durísima realidad. Bien perdimos nuestro esfuerzo intentando edificar nuestro castillo. Hermana mía, esta descubierta y cruda y dura revelación es tal vez la peor experiencia que atravesemos los cristianos. Y lo que es peor, no decrece ni mengua la fuerza y el poder de este enemigo de Dios cuando Cristo vive Su vida por nosotros, como nosotros pensamos, sino que, a medida que realizamos, vemos y palpamos a Cristo dentro nuestro, este enemigo se engrandece y va en aumento y supone sin duda alguna el mayor obstáculo para nosotros, aunque no para Dios. Pero aquí se halla un misterio: Dios lo permite y lo deja engrandecerse sobre nosotros, y, cuando no entendemos Su propósito, anulando esta fuerza animal, terrenal y diabólica en nosotros, es porque tiene con él muchas cosas que enseñarnos!
Nada de esto se nos enseña en la Iglesia, lo cual hace más necesaria nuestra total dependencia del Padre, para que nos lo explique a Sus santos ignorantes. ¡Nada de esto hemos oído antes, aunque está escrito en letras gravadas a oro y a fuego! - HAY UN GRAN CONSUELO ENVUELTO EN MISTERIO DENTRO DE ESTA DOCTRINA. ¡Tal vez sea la mayor de las consolaciones del Cristiano, y por eso mismo el Gusano la intenta quitar de nuestros ojos y de las enseñanzas de la Iglesia!
Aunque la Iglesia entera me condene y me excomulgue con las tinieblas eternas, yo ahora grito a voces más poseído por el Espíritu Santo que endemoniado lo siguiente:
El error más grande del cristiano es pensar que se irá mejorando su vida a medida que Dios se vaya manifestando. Pero la senda del cristiano es una senda hacia abajo primero, y no hacia el cielo como enseñan los evangelistas.
Yo juzgaba, porque así fui enseñado, que sería mi vida un mar de rosas cuando Cristo en mi resucitase, y que nada pararía mi camino al cielo dejándome embalar en algunas manos celestiales..., pero, sin embargo, lo que me sucedió realmente, y no me avergüenzo de confesarlo, lo que en mí interior ocurrió, fue una gran decepción, una enorme monstruosidad mucho más compleja de lo que yo pudiera haberme imaginado. La palpable evidencia de mi propia caída condición. Ahora, al final de estos años todos pretendiendo ser sabio, pareciera como si Cristo me hubiese sido depositado con solo esta única intención: ¡Que Dios escoge al lisiado de ambos pies, al inútil y al revolcado en el polvo, para hacerlo eficaz, útil y necesario en Su Cuerpo!
Amadísimos miembros cercanos, hoy estoy persuadido y sé bien que Dios permite esta gran batalla dentro de mí por una simple y lógica razón. Cuando cualquiera de nosotros hemos sido tocados por las cuerdas musicales de Su Amor, caemos en la tentación de querer ser siervos e instrumentos de honra en la Casa de nuestro Padre Dios, y nos olvidamos sencillamente de lo mejor. Lo mejor de parte del Padre es que somos Sus hijos amados a pesar de que seamos los más perdidos pecadores. Sí, es cierto, es verdad que esto mismo dicen muchos cristianos, es el ABC de una vida cristiana, pero hay que extenderse, dicen ellos, hay que dejar volar al espíritu para que nos lleve a Dios donde habitan todas las prosperidades y cambios del corazón que procuramos. Pero aquí se da la gran contradicción. Así se olvidan de la primera lección.
Nuestro Dios y Padre no quiere que nos olvidemos ni un solo instante de esta durísima realidad. La conciencia de pecado debe mantenerse constantemente y a toda hora, cuando Andamos en Cristo con nuestro Dios.
Observa bien esto que te digo, y que el Espíritu de Cristo dentro tuyo te dé el entendimiento, Para demostrarle yo al Padre que no se equivocó conmigo en Su elección, yo juzgaba entonces que le sería agradable a Él, por la mismísima vía que los hombres intentan agradar a sus amos terrenales, serle útil en mi servicio para Él. Esto, aunque parezca bueno y agradable para nosotros, no pasa de ser un engaño de nuestro malvado corazón. Porque nos caemos del todo de la gracia con este constante pensamiento en nosotros. Y, para hacernos ver la cruda realidad que nosotros no queremos ver, surge entonces con un pesado mazo de nuestro propio corazón en toda su poderosa fuerza... nuestra naturaleza de pecado. Entonces nos quedamos abismados. Bien queremos nosotros hacer el bien, pero hallamos la misma ley en nuestros miembros que se encontró el apóstol Pablo: ¡Que el mal se halla dentro de nuestra ciudadela, y no solo afuera!
Dos caminos podemos emprender entonces, ahora cuando el Espíritu nos da cuenta de esta durísima realidad: primeramente maquillamos nuestra verdadera condición de pecadores y pronunciamos palabras al viento, y nos comportamos como si no existiera mal en nosotros, o en segundo lugar desesperamos completamente de nosotros mismos y nos ponemos del todo en las misericordiosas manos del Padre.
La primera elección es la que más frecuentemente vemos siempre en el seno de la Iglesia, y por eso, comparándonos con estos hermanos que maquillan su interior, con una aparente piedad dentro de ellos, nosotros nos sentimos miserables, pero sin confesarlo. ¿No te ha ocurrido nunca que, entrando en la reunión de creyentes, te hayas sentido indigno y más pecador que todos los que se hallan a tu alrededor? ¿¡No has seguido la corriente predominante y confesado con todos, gloria al Señor, gloria al Señor!? ¿No has salido de allí como si estuvieras completo a los ojos de los demás, sabiendo en tu interior que saliste mucho más vacío que cuando entraste? Hermano mío, muchos son los que maquillan esta penosa condición y se van al sepulcro como si hubiesen sido "buenos cristianos".
Esta humillación nuestra no es falsa religión, como yo me había imaginado, sino que nace y crece ese sentimiento del propio Cristo que en nosotros se va formando. A más y más que brille Cristo por nosotros, a más y más veremos de cerca nuestra propia inutilidad! ¿Quién entonces en su sano juicio querrá pasar por esta experiencia?
Pero aunque no se enseñe ni se predique esta condición del cristiano en la Iglesia lo suficiente, ten por cierto, ten por seguro me dice Dios, ¡que por ella pasan todos sin excepción! Lo que ocurre es que, pensando ellos que escondiéndola desaparecerá y me serán más agradables, lo que realmente sucede es que empodrece dentro de ellos. Se infecta y se propaga, dentro de una faz fingida que juzgan ellos los protege.
Pero, ¡oh amada del cielo y mía!!!!!! Cuando ya cansado de esta durísima batalla interior mía, me di por vencido y no por vencedor, apareció entonces una paz dentro de mí que no era mía. ¡Un descanso y un reposo que llevo tres días sin dejarme dentro! Y por añadidura, muchas Escrituras que antes mantenía en mi lucha contra mi enemigo, sin saber lo cierto del enemigo interior, se comenzaron a ver de cerca y llenas de colores. Mucho más palpable y eficaces consoladoras me parecen las Escrituras desde entonces, con mi conciencia de pecado. Cuando alguno por la gracia divina se sabe renacido, consciente o inconscientemente, siempre juzga que "algo bueno" había en sí mismo por haber sido de esa manera escogido por Dios, aunque bien leemos y leemos que Dios nos amó, pero cuando éramos aun pecadores. Y juzgamos que esto del pecado nuestro es una idea "menor" y que habiendo conocido la doctrina que me libró, tenemos muchas otras cosas que aprender dejándola de fuera, pero jamás pensamos que deberíamos mantener esta condición nuestra con nosotros de aquí en adelante. En la Iglesia se enseñan dos cosas: o bien unos se centran en la condenación de su condición de pecadores, y sirven de hazmereir de los incrédulos; o, se propaga a los cuatro vientos que somos más que vencedores, y que nuestra vida debe ser un ejemplo de éxitos y conquistas excelentes y maravillosas, como si el pecado ya no estuviera en nosotros.
Yo, en mi caso particular, tomé conmigo esta segunda vía, y la conciencia de pecado la tenía escondida sin dejarla salir. Bien patente en mi interior, y sin modificarse nunca, pero como me sentía miserable cada vez que la consideraba, la encerraba a siete llaves dentro de mí y actuaba como si no la tuviera dentro. Ni tan siquiera a Dios se la presentaba, porque eso sería, según lo que me enseñaron en mi iglesia, una vergüenza para Dios, pues Dios ya en Cristo me había librado de ella!
No hermana mía, no. ¡No y mil veces no! Esta conciencia total y absoluta de pecado no debe desaparecer nunca de nosotros, ni desaparecerá, y nos cabe a nosotros preguntarle al Padre de todos los espíritus para que sirve, de qué vale esta conciencia tan inútil y destructiva en nosotros. Y amada mía, cuando como enfermos desesperados nos dirigimos al hospital divino, después de mucho sufrir intentando ocultar nuestra enfermedad, entonces se nos enseña para lo que vale. Y dice la unción del Santo que vale y sirve y es de... CONFIRMACIÓN. De confirmación verdadera y sana de que, cuando somos débiles, entonces somos fuertes. De que, aquel que se humilla delante de Dios, será el único enaltecido. De que, cuando sabemos y dejamos correr nuestra inutilidad y falta de capacidad, la dependencia total y completa nuestra del Padre se hace mucho más presente. De que, el amor de Dios resalta enormemente, cuando tenemos conciencia despierta de nuestra verdadera caída condición, al recogernos aun así en Sus brazos. Es la vía por la cual Dios, nos desarraiga toda confianza en la carne: ¡¡¡En la nuestra y en cualquiera de los hombres!!!
Aquí comenzamos entonces a darle al Padre Su justo sitio y el que debió tener siempre. Aquí ponemos Su Gloria y misericordia antes que todo lo demás. Aquí nos anulamos completamente a nosotros mismos y nos negamos y tomamos nuestra cruz. Aquí descansamos de obras y servidumbres. ¡¡¡Aquí nos quedamos literalmente como muertos en los brazos de nuestro Dios, y le permitimos desde entonces que se nos dé a conocer!!!
Y aquí se preguntarán muchos, lo mismo que me preguntaba yo ¿no será mejor suponernos ya del todo en Cristo, y vivir como si ya lo hubiéramos recibido todo? ¡No, no, no....y mil veces no! Eso es lo que yo y muchos nos llevamos haciendo treinta años, y aunque no lo confesamos, nos sentimos por dentro miserables. Porque son dos vidas distintas dentro nuestro. Así, de esa manera, negando la evidencia del hombre de pecado dentro nuestro, nos adentramos en la diabólica "evolución cristiana", y de manera inconsciente juzgamos que se irá engrandeciendo en nosotros, sin tener en cuenta nuestro hombre de pecado. Pero exactamente lo contrario sucede. Primero porque Cristo no puede engrandecerse más en ti, pues ya viene completo, y segundo porque aquel hombre de pecado se rebela siempre y te engaña constantemente, convenciéndote siempre de que tienes seguir "haciendo tu mejor", para que Dios haga Su parte. Este es el demonio que tiene en sus predicaciones la Iglesia, que tú tienes que "hacer tu parte", y juzgas que esconder tu naturaleza de pecado es tu "mejor para Dios", cuando es absolutamente lo contrario. Sin esa conciencia de inutilidad y de pecado, no podrás ver a Dios ni conocerle. Ese "concluir" tú Su obra en ti, es confesar como si Dios no lo hubiese concluido todo, y como si Dios no hiciese en ti todo, así el querer como el hacer. ¡Así que no, no, no, y mil veces no! Tu mejor es sencillamente que admitas todo lo que te vaya diciendo Dios, y que no te olvides ni lo dejes para atrás, como si fueses apto de conocer "cosas más profundas". Y Dios dice que tú y yo tenemos en nuestros miembros una ley que se rebela contra la Suya. ¡¡¡Siempre!!!
El engaño de la Iglesia es que te enseña que ahora debes seguir adelante, y no darle ya más importancia al "hombre muerto" y te lo demuestran además sus líderes y coordinadores con grandes testimonios, y señales y maravillas del Cristo que dicen que llevan dentro. ¡Así que tú te callas la realidad interna tuya y te maquillas cuando vas a la Iglesia. Pero solo en tu cuarto, encerrada con Dios, te sigues sintiendo del todo el ser más miserable, y cada vez peor!
Está claro que la otra opción, la de sentirte miserable confesando tu condición pecadora y llenándote de condenación, tampoco es la sana doctrina. Las dos cosas son necesarias, dejar bien presente y consciente tu gran debilidad delante de Dios, y saber que hay un bálsamo de consolación que no permite jamás que se te condene, es la sana doctrina. La pesa justa y cabal que a Dios le agrada.
La conciencia de pecado entonces, no es un dardo del adversario, sino que se te aparece más palpable cada día para resaltar más y más toda la bondad de Dios, toda Su misericordia, toda Su insondable sabiduría. ¡Y, a medida que tu te vas viendo como Tu Dios te deja ver, amada mía, el gozo y la sanidad entonces van, desde aquí y en adelante... SIEMPRE EN AUMENTO!
(http://mirasoloadios.blogspot.mx/)
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DESCANSAR ANTES DE TRABAJAR. SIGNIFICADO DEL SÁBADO. (E.V. Éxodo-Witness Lee)
ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO
MENSAJE CIENTO
OCHENTA Y DOS
ERIGEN EL TABERNÁCULO, HACEN SU
MOBILIARIO
Y LAS VESTIDURAS SACERDOTALES
(1)
Lectura bíblica:
Ex. 35:1-10, 20-35; 36:1-7; 39:32, 42-43.
...
DESCANSAR ANTES DE TRABAJAR
A la luz de lo que acabamos de ver, consideremos ahora Éxodo 35:1-3.
Cuando Dios estaba a punto
de mandar a Su pueblo que levantara el tabernáculo, hiciera su mobiliario y las
vestiduras sacerdotales, Él les pidió que primero guardaran el sábado. Esto
significa que ellos debían descansar
antes de trabajar en la erección del tabernáculo. Esto es conforme a
Génesis 2:2 y 3: “Y acabó Dios en el día
séptimo la obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo, y
bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la
obra que había hecho en la creación”. Hemos visto que justo después de ser
creado por Dios, el hombre empezó a descansar. El primer día del
hombre fue el séptimo día del Creador. Lo primero que hizo el hombre después de
ser creado por Dios fue descansar con Él. Esto indica que antes de
poder hacer algo por Dios, primero debemos descansar con Él. Si usted intenta
trabajar por Dios, debe recibir la gracia, disfrutarla y descansar con Dios.
Entonces usted podrá proseguir y hacer algo por Dios. No debemos empezar a
trabajar por Dios y luego disfrutar de la gracia y del descanso. Esta manera es
según la ley. Según la gracia, primero disfrutamos de la gracia y luego
trabajamos. Primero descansamos con el Señor, y luego trabajamos para Él.
Debemos aplicar este principio a nuestro diario vivir. A menudo oro antes
de hacer algo específico. Por ejemplo, doy un paseo cada día. Antes de salir de paseo, yo oro así:
“Señor, Te doy gracias por la paz que disfruto ahora. Tú sabes que yo
acostumbro salir a dar un paseo. Señor concédeme Tu bendición durante mi
paseo.” Si no oro así, quizá no sienta paz cuando emprendo mi paseo, pues en
este caso no descanso con el Señor antes de iniciar el paseo.
Podemos aplicar este principio a muchas cosas. Supongamos que
usted debe escribir una carta a sus
padres. Antes de escribirla, tome un minuto para descansar con el Señor. Diga:
“Señor, Te doy gracias por poder estar contigo. Señor tengo que escribir una
carta a mis padres. Señor, quédate conmigo mientras escribo esta carta. Me
gustaría descansar contigo y luego escribir esta carta contigo. Señor, Te pido
que escribas esta carta conmigo”. Esto demuestra el principio del descanso con Dios, antes de actuar con Él
y por Él.
El hecho de descansar con el Señor de esta manera puede afectar
aún la manera en que nos vestimos por
la mañana. Si usted descansa con Él antes de vestirse, pienso que se vestirá
conforme a la imagen del Señor. Supongamos que un hermano haya comprado
recientemente alguna vestimenta que expresa al mundo. Si él descansa con el
Señor antes de ponerse esta prenda, quizás se dé cuenta de que no debería
llevarla.
Puedo testificar que sé de lo que estoy hablando cuando me refiero
al descanso con el Señor. La experiencia me ha enseñado lo que significa
descansar con el Señor antes de emprender algo.
EL SIGNIFICADO DEL DÍA DE SÁBADO
¿Conoce el verdadero significado del sábado? Éxodo 20 y
Deuteronomio 12 nos enseñan que el sábado significa recordar al Señor como
nuestro Creador y Redentor. Cuando recordamos Aquél que nos
creó y redimió, guardamos el sábado. Si estamos ocupados día y
noche, nos olvidaremos del Señor y lo pondremos a un lado. Pero existe un
principio, una regla espiritual, según el cual debemos recordar al Señor y
descansar con Él antes de emprender algo. Descansemos con Él, en
memoria de Él, como nuestro Creador y Redentor y también como nuestro Salvador,
Señor, maestro y vida, ¡Cuantas bendiciones y luz recibiríamos si practicáramos
esto regularmente!
Esta manera de entender la palabra acerca del sábado en Éxodo
35:1-3, no proviene solamente de mí experiencia, sino también de la secuencia
de los capítulos 34 y 35. Cuando Moisés estaba en el monte con el Señor, el
Señor le habló acerca de tres fiestas que el pueblo debía respetar cada año y
del sábado que debían guardar cada semana. Luego Moisés bajó del monte y dijo
al pueblo que debían erigir el tabernáculo, hacer su mobiliario, y las
vestiduras sacerdotales. No obstante Moisés no olvidó lo que el Señor le había
dicho. Por consiguiente al exhortar a los hijos de Israel a que construyeran el
tabernáculo para Dios, él pidió que primero descansaran con Él y que lo
recordaran a Él como Su Creador y Redentor. Esta es la razón por la cual el
relato acerca del tabernáculo, de su mobiliario y de las vestimentas de los
sacerdotes, empieza con una palabra acerca del sábado.
BAUTIZADOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR JESÚS, Devocionales eManná
~~~~~ Versículos de la Biblia ~~~~~
Hechos 19:5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Gálatas 3:27 Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
~~~~~ Palabras del ministerio ~~~~~
Hechos 8:16 declara que antes que los apóstoles llegaran a Samaria, los creyentes de allí “solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús”. La expresión “en el nombre”, se traduce literalmente, “dentro del nombre”. El nombre denota la persona. Por tanto, ser bautizados en el nombre del Señor Jesús es ser bautizados en la Persona del Señor, o sea, ser identificados con el Cristo crucificado, resucitado y ascendido, y ser puestos en una unión orgánica con el Señor vivo.
En Mateo 28:19, el Señor les mandó a los discípulos que bautizaran a los creyentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Pero después, en la práctica, los creyentes eran bautizados en el nombre del Señor Jesús, tanto en este versículo como en 19:5, y en Cristo como se menciona en Romanos 6:3 y Gálatas 3:27. Esto indica que ser bautizados en el nombre del Señor Jesús equivale a ser bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, puesto que el Señor Jesús es la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9). Esto indica también que ser bautizados en el nombre del Dios Triuno o en el nombre del Señor Jesús equivale a ser bautizados en la Persona de Cristo.
Puesto que los creyentes samaritanos habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús, es decir, en el Señor mismo, ciertamente recibieron en ellos al Espíritu esencial de vida a fin de no solamente nacer del Señor, sino también de unirse a Él (1 Co. 6:17). (c) 2013 Living Stream Ministry.
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Los versículos son tomados de la Santa Biblia, Versión Recobro. Las "Palabras del ministerio" provienen del Estudio-vida de Hechos, escrito por Witness Lee, capítulo 23. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anahei m, CA.
Por favor visítenos en http://www.emanna.com/espanol
Dirija sus comentarios a: comment.sp@emanna.com
LIBRES PARA ESCOGER SU VOLUNTAD: Día de Trompetas, Mensaje de Paz
Serie Retiñirán Ambos Oídos
Autor Desastrado
“…retiñirán ambos oídos…”
(1ª Samuel 3:11; 2ª Reyes 21:12; Jeremías 19:3)
Día de Trompetas - Yom Teruah 5774
Septiembre 5 de 2013
Parte 3
Y por qué, si el Señor sembró una vid escogida, dio fruto una vid silvestre? Por qué le
salió agraz la uva y de inservible calidad? (Isaías 5:1-5) No acaso la plantó el mismo
Señor? (Jeremías 2:21).
Y por qué alguien que viene a consultar al Señor, Dios mismo lo engaña? (Ezequiel
14:9-10).
Nos está del todo prohibido volver la relación con el Señor una rutina, una religión, una
profesión externa. Dios no acepta nada menos que tratos en la intimidad (Salmo 51:6),
en la cámara secreta de corazón a corazón (Mateo 6:6), en el sitio donde nadie pero El
nos ve; porque al fin El nos llevará solos a Peniel cual Jacob o como a Moisés a una
posada en el camino o como a Elías al monte Horeb a ajustar cuentas sin mano
humana, a darnos la oportunidad de morir a nosotros y cambiar nuestra inservible y
fracasada vida adámica por la vida de Su Hijo en nosotros -Segundo y Postrer Adam- a
través de una fe valiente, agresiva y violenta que arrebata el canje propuesto.
Al igual que el primer Adam antes de la rebelión, nuestra tarea es cuidar el huerto que
es nuestro corazón, cooperando con Dios a todo momento, podándolo diariamente,
limpiándolo momento a momento, porque por encima de toda cosa preciosa o de valor,
lo que mas se nos manda a guardar es el corazón (Proverbios 4:23). Con qué facilidad
colocamos tropiezo delante nuestro, un pequeño descuido, una mínima tregua, un
“respiro”, bastan para que el viejo hombre empuerque el huerto, entre la cizaña y
comience el daño. Con qué ligereza fabricamos ídolos que llenen el lugar que solo Dios
debe ocupar: personas, lugares, sueños, proyectos, sentimientos, cosas, etc.; pero
especialmente el ídolo del yo: ese secreto anhelo de ser dioses, ese devorador deseo
de ser gobernadores y señores de nuestra vida, esa férrea voluntad de independizar
nuestras decisiones de Dios, y a cambio depender de la razón envanecida, del
raciocinio caído o de las vacilaciones del sentimiento y no del Espíritu de Dios.
Y por qué el Señor le dice a Isaías que vaya y les predique, pero que engruese el
corazón del pueblo de Israel, que agrave sus oídos y ciegue sus ojos, para que no
vean, ni oigan ni su corazón entienda, ni por cierto se conviertan, a fin de que no haya
sanidad para ellos y caigan? (Isaías 6:9-11). Por la misma razón que a la manada
pequeña le revelaba el Señor los misterios del Reino de los Cielos pero a los demás de
Israel no les era concedido (Mateo 13:10-17): la clave estaba en el corazón; dispuesto
en estos y endurecido en aquellos, un corazón aparejado en esos pequeños pero
envanecido en aquellos “sabiondos” líderes espirituales. Dios -que juzga los corazonesa
unos endurecía y a otros les revelaba sus misterios para salvación. Quienes se
creían sobrados con vista espiritual, eran cegados y quienes humildemente aceptaban
su ceguera, recibían la vista espiritual (Juan 9:39). Notemos que nada de esto está
dirigido para aquellos que no conocen los caminos del Señor, sino a los que
supuestamente le conocían, porque para estos es la Palabra que dice que se
convirtieron engañosamente, se tornaron al Señor mentirosamente (Jeremías 3:10), su
fe era falsa, externa, pasajera, interesada.
Cuando el corazón no es recto para con el Señor, es temerario acercarse al Altísimo,
porque El promete enviarle a quien no recibe el amor de la verdad (verdad de
cualesquier situación) un espíritu de error para que acaben creyendo a la mentira. Dios
mismo envía un espíritu de mentira para que engañe a los profetas que vienen a
consultarlo con el corazón desviado (1 Reyes 22:21-22). Es por eso que vemos con
temor cómo hoy, en la mayoría de denominaciones llamadas cristianas, están
escuchando espíritus de error, profetas que hablan al corazón del pueblo lo que quiere
escuchar: la prosperidad de este mundo, la victoria del hombre adámico, la corona sin
la cruz, el reino sin sufrimiento; líderes profetizando visión de su corazón engañoso y
un pueblo que quiere escuchar palabras halagüeñas que no curan la llaga; el evangelio
hedonista, el evangelio del atajo, no que haya atajos para llegar al Reino, pero es ese
“otro evangelio”, el evangelio anatema del cual habló Pablo. !Ay de unos y otros! !Tal el
profeta como el pueblo, tal el pastor como el redil! Están escuchando a la mentira,
están concertando pacto con la muerte, están comprando cisternas rotas, negociando
con monedas falsas. Pero querido lector, ese es el propósito de las Trompetas, del
penetrante y turbador sonido del Shofar, llamar al arrepentimiento, pues Dios no quiere
que nadie perezca, sino que procedan; que procedan con su Benignidad a enmendar el
camino, que la puerta aún está a medio cerrar, que todavía caben, que hay espacio en
le corazón del Buen Pastor.
El Padre plantó una buena semilla, lo hizo con Israel, pero se corrompió y fue
desechado, desterrado y entregado a sus enemigos; lo hizo con la Iglesia y bien pronto
se desvió; no había muerto el apóstol Juan, cuando el Señor advertía y amonestaba a
las Iglesias de Asia, que quitaría el candelero de ellos si no se arrepentían. Esa ha sido
la historia de la Iglesia, la historia de las denominaciones cristianas, bien sea católicas,
protestantes o evangélicas: cómo grupos que comenzaron bien han terminado tan mal
en lo que hoy vemos? cómo hombres que comenzaron en integridad acabaron tan
corrompidos? cómo es posible que lo que Dios mismo plantó se prostituya? Si no
cuidamos nuestro corazón “Hoy”, si no buscamos afanosamente en El su limpieza, si
“Hoy” escuchamos la voz de Dios para obedecerla, nuestro corazón termina endurecido
(Hebreos 4:7) y presa fácil de las potestades de error y mentira que están desatadas
cazando rebuscos, prestos a dar sus últimos asaltos antes de la cosecha final, antes de
la Fiesta de los Tabernáculos hacia la cual se dirige el Cuerpo de Cristo, a
consumación, a plenitud.
El llamado en este día de solemnidad, en este día de toque de trompetas, es a oír la
voz del Señor para obedecerla, para hacer Su voluntad; “...por qué me llamáis Señor,
Señor y no hacéis lo que digo?...”. Cada uno de nosotros tiene un papel que cumplir
dentro del Cuerpo de Cristo, un don o servicio o ministerio y debe ser fiel a su misión, a
su llamado, a su encargo. Solo así podremos ser utilizados por Dios como vasos de
honra para esta hora, si cada uno es fiel a El en lo que ha sido llamado, solo así podrá
el Cuerpo de Cristo levantarse como el Ejército del Señor, como el Hijo Varón, en
armonía con el Espíritu, en sincronía con la Cabeza, sin desentonar como ahora se
oye, sin desafinar como al presente, sin tropelía como una Babel cristiana, cuando
cada uno en su egoísmo busca lo suyo propio, lejos de la unidad encomendada en
contradicción unos con otros.
Quizá recibamos el encargo de denunciar la Babilonia espiritual (Isaías 48:20), y nos
veamos obligados a pleitear contra nuestra madre que nos parió -Oseas 2:2 llámese la
iglesia Católica, Evangélica, Protestante, o denominación cualquiera, etc.-, pero
debemos recordar que ese no es el fin en sí mismo, es asunto del todo secundario. Es
que el llamado a salir de esos atrios babilónicos es para entrar en El, en esa íntima
comunión con Dios, una vida de obediencia, en esa insustituible relación que nadie
puede quitar, en quedar inscritos en el servicio EXCLUSIVO para El, con el sello en la
frente de apartados SOLO para El, “Kadosh para JAH”, en esa verdadera cobertura;
romper las cadenas de esclavitud del reino de las tinieblas, de la tiranía de la carne
para libre y voluntariamente escoger su yugo, deliberadamente abrazar su carga; pasar
de un reino de tinieblas al reino de la luz implica que hay un solo Rey no varios reyes, y
que se alista para servirle solo a ese Rey, se toma su yugo (el madero de cada día), y
se camina hasta el fin; hay quienes al ver el precio (muerte al viejo hombre para que
Cristo se forme en nosotros, muerte de cruz, muerte lenta, muerte de cada día, muerte
oprobiosa, muerte por desangre) vuelven atrás, cuando se dan cuenta que no pueden
hacer su propia voluntad (Jeremías 5:5; Salmo 2:3); no aceptan el yugo del Señor, no
admiten Sus coyundas, rompen Sus cuerdas que son de amor (rechazan el madero).
Porque hay muchos que han salido para mal, han salido de sus religiones, de sus
grupos, de sus denominaciones, pero no han entrado en El, han quedado en medio de
la amargura, del resentimiento, de los juicios humanos, del gobierno de la carne; han
salido sí, de las denominaciones pero tan así como Israel, salieron de Egipto pero a
Egipto no lo dejaron salir de sus corazones, por tanto quedaron sus cuerpos postrados
en el desierto. Conocen muy bien los versículos para denunciar a Babilonia, saben de
memoria las abominaciones del sistema religioso, les viene de molde salir pero no se
dejan ceñir del Señor Jesucristo, no quieren su Señorío; pretenden una “zona neutral”
entre el cielo y el infierno, son como seres silvestres sin Amo, intactos a los tratos
incómodos del Alfarero, evaden con redomada astucia el “misterioso madero”, única
puerta al redil, impronta de los hijos de Dios; en ellos, a pesar de no hacer parte de
denominaciones, permanece el olor y sabor adámico; para ellos el mensaje de
Babilonia se ajusta y coincide con sus intereses adámicos, no han salido por revelación
sino por rebelión, no porque les fue revelado sino porque se rebelaron, pero ya libres
de los hombres no se les ha visto llegar fatigados, vencidos y renunciados a los pies
del Vencedor, no han reconocido su incapacidad y su repetitivo fracaso, no han
entregado las armas de su desafiante milicia; saben de memoria el discurso contra la
Gran Ramera, pero con sus obras niegan el Señorío de Cristo, sus vestidos son
adámicos, su ropaje es la higuera de antaño, remendada, envejecida y hedionda,
vestiduras viles que descalifican para la Gran Cena, cual aquella generación que salió
de Egipto pero no entró a la Tierra Prometida, sus cuerpos todos quedaron
descalificados en el desierto; con su incredulidad daban cuenta que aquello que
buscaban era la liberación de la dura esclavitud de Faraón, meramente, nada mas,
saciar sus vientres, estar cálidos y confortables, nada mas (Filipenses 3:18-19); pero no
entendieron que eran liberados de la esclavitud de Faraón para entrar al servicio de un
Rey Benévolo; ser libres para escoger hacer la voluntad de Dios, ser liberados para
elegir ser esclavos de Cristo, de quien es ligera su carga y fácil su yugo.
Selah
...Esos vestigios que veis, esos cansados y fatigados que veis, aquellos surcos
profundos en sus rostros, aquellos gestos de militante derrotado, esos golpeados
contra la misma Piedra vez tras vez, esos que veis con lástima y desdén, de esos que
os burláis hoy; no están destruidos, no están vencidos para mal; esos esclavos que
veis, no lo son por fuerza o por cadenas de metal sino esclavos de voluntad; no rodean
sus cuellos grillos de hierro sino coyundas de amor, su yugo no es de pesado fierro
sino uno voluntario, fácil y de carga ligera; son los escapados de las naciones, reunidos
a la Voz del que los llamó (Isaías 45:20);
...Hartos de engaños, entrenados en el crisol, hartos de amarguras, entrenados en
sufrimientos, hartos de afrentas, entrenados en desengaños; cansados de mentira,
avezados en tropezar contra la misma piedra, Roca que estorba su propia y testaruda
vida, vez tras vez, una tras otra ocasión, aprendieron de sus torpes escogencias a no
hacer mas elección, a negar su propia elección, y aunque intuyen la respuesta,
aprendieron a responder: “Señor, tu lo sabes”.
...Esos de quien os burláis no caminan así por llamar la atención, fueron
descoyuntados para que renquearan el resto de sus vidas, para que mas no pudieran
caminar a su antojo, para que de ellos no se enseñoreara mas la sabiduría que los
envanece, la que primero se muestra terrenal, luego se torna animal y al fin deviene en
diabólica (Santiago 3:15);
...Y esos cintos de cuero con que ciñen sus lomos, esas viles vestiduras a los ojos de
este mundo con que cubren su ser, son el sello de un pacto de sangre que hicieron con
su Formador, atavío precioso a los ojos de su Amo, ornato de su alma purificada;
...Y esa lezna que veis con desprecio, ha sido implorada de corazón, servidumbre
anhelada que les ha abierto el camino para ser llamados Amigos, a ellos, indigentes
ante el Autor de la Vida.
...Pero vendrá, sí vendrá, y estará muy a punto cuando se cumpla la hora y el tiempo
señalado, hasta que se muevan no ya por voluntad individual, ni por autónoma
iniciativa, sino como las ruedas que se movían hacia donde los cuatro seres se movían
(Ezequiel 1: 20); como aquel detalle del pueblo de Israel en el desierto que tantos
pasan por alto (Números 9:17-23); como el Primogénito les dio ejemplo, como el
Hermano Mayor les marcó el camino, pues que nada hacía de sí mismo (Juan 5:19),
solo obraba cuando su Padre obraba (Juan 14:10), que se movía hasta cuando su
Padre lo movía en su interior (Juan 7:8-10), hasta que sean de la misma calidad, de la
misma simiente, del mismo trato, del mismo bautismo, del mismo azote, de la misma
muerte, de la misma copa, quienes hayan sido entregados a los mismos heridores, que
han soportado el mismo oprobio, el mismo escarnio, hasta que sean uno con El y digan
lo mismo que dice el Espíritu de Verdad, y hablen una misma cosa, y sean hallados
dignos de decir al unívoco: Ven (Apocalípsis 22:17).
Serie: Retiñirán ambos oídos. PARTE 3