EL CENSO DE LOS GUERREROS MADUROS QUE PELEARÁN LA BATALLA FINAL II, Witness Lee

NOTA DEL ADMINISTRADOR:
Al igual que los que pagaban la plata para la propiciación, sobre precio añadido a la redención, para formar parte del censo de guerreros de Moisés, creemos que en este kairos (tiempo) de los preámbulos de la Gran Tribulación, el Señor está reclutando Su Remanente santo y fiel, Su ejército de guerreros maduros que han estado dispuestos a pagar ese sobreprecio de la entrega absoluta. Solo ellos son INTERCESORES capacitados que no oran por lo suyo propio, sino que conocen Sus propósitos y oran para que sean ejecutados. Este ejército de  VENCEDORES será el que pelee la batalla final, el resto tendrán que madurar durante la Gran Tribulación y el Milenio.
Sugerimos leer este mensaje junto con este: EL EJÉRCITO QUE PELEARÁ LA BATALLA FINAL Y EL MENSAJE DE SÉFORA 


ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO CINCUENTA Y CUATRO

LA PLATA PARA LA PROPICIACIÓN
(2)

Lectura bíblica: Ex. 30:11-16; 38:25-28; Nm. 1:45-46; 2:32

En el mensaje anterior comenzamos a estudiar el asunto de la plata para la propiciación que se menciona en 30:11-16. En Éxodo 30:12 se habla del número o del censo de los hijos de Israel y el versículo 16 habla de tomar la plata para la propiciación de los hijos de Israel y ofrecerla para el servicio de la tienda de reunión. Ya mencionamos que para poder entender el significado de la plata para la propiciación, debemos hacernos algunas preguntas importantes. Primero, ¿cuál es la relación entre el altar del incienso y la plata para la propiciación? Segundo, ¿por qué los hijos de Israel después de haber sido redimidos necesitaban la plata para la propiciación que se menciona en el capítulo treinta? Tercero, ¿por qué la propiciación o el rescate que se menciona en Éxodo 30 guarda relación con la plata y no con la sangre de un animal, como lo fue la redención efectuada por medio del cordero pascual? Cuarto, ¿por qué se le llama a la plata para la propiciación una ofrenda elevada? Quinto, ¿por qué la plata para propiciación era pagada sólo por los hombres de veinte años arriba y no por todos los hijos de Israel?

LA ORACIÓN Y LA FORMACIÓN DEL EJÉRCITO

Como respuesta a la primera pregunta vemos que la oración, la intercesión que se hacía en el altar del incienso era para el mover de Dios y se requería que un ejército luchara por Sus intereses, y que para que este ejército se formara se necesitaba hacer un censo. Esto nos explica la relación que existe entre el altar del incienso y la plata para la propiciación. Ahora entendemos porque se menciona la plata para la propiciación inmediatamente después de que se describe el altar del incienso. La oración que se hace en el altar del incienso tiene como resultado el censo de los hijos de Israel para la formación del ejército que lucha por el mover de Dios en la tierra.
Supongamos que los hijos de Israel no hubiesen formado un ejército. ¿Creen que el tabernáculo se hubiese podido mover sin un ejército? No, el tabernáculo no se hubiese podido mover sin un ejército que luchara por los intereses de Dios. Conforme al libro de Números, el número de los hombres de veinte años arriba equivalía a la formación del ejército. Más adelante en el mismo libro se hace referencia a los campamentos de las doce tribus, a saber, el ejército. Esto demuestra que cada tribu era parte del ejército. La única excepción era la tribu de Leví, la cual se dedicaba al tabernáculo. Las tribus formaban un ejército con miras al mover de Dios.
En Éxodo 30 inmediatamente después del relato acerca del altar del incienso, se nos habla del censo y de la plata para la propiciación. Para formar el ejército era necesario llevar a cabo un censo. La oración de intercesión que se origina en el altar del incienso tiene como propósito el mover de Dios. Sin embargo, ¿cómo puede Dios moverse entre tantos enemigos? Dios se mueve a través de la lucha. ¿Dónde se encuentra el ejército de Dios? ¿Dónde están Sus campamentos? Los campamentos deben ser Su pueblo escogido. Además, sólo los hombres mayores de veinte años estaban calificados para formar parte del ejército. Esto demuestra que para formar el ejército de Dios, se necesita un buen número de escogidos que han sido madurados.
En algunos países se reclutan para el ejército los hombres que han cumplido una edad determinada. Sin embargo, esta clase de reclutamiento no se relaciona con la redención. Un joven no necesita ser redimido a fin de ser reclutado para el ejército. Pero para formar el ejército de Dios la situación es totalmente distinta. Par formar el ejército de Dios se requiere la redención. ¿Usted piensa que un hombre natural está calificado para formar parte del ejército de Dios? Claro que no. Debido a esto se necesita la plata para el rescate, la plata para la propiciación, un requisito adicional a la sangre del cordero pascual.

EL CORDERO PASCUAL
Y LA PLATA PARA LA PROPICIACIÓN

Existe una diferencia fundamental entre el cordero pascual y la plata para la propiciación. El cordero pascual era dedicado absolutamente para la redención de todo el pueblo. Sin embargo, la plata para el rescate sólo se aplicaba a la redención de los hombres que estaban calificados para formar parte del ejército de Dios. Supongamos que algunos hombres del pueblo escogido de Dios, pero menores de veinte años hubiesen ofrecido el medio siclo de plata para el rescate. Puesto que eran menores, les faltaba la madurez, no estaban calificados para pagar la plata por el rescate. Sin embargo, con relación a la redención efectuada por el cordero pascual la edad no importaba. Todos los hijos de Israel, sin importar su edad, podían ser redimidos por el cordero. Incluso un recién nacido podía ser redimido. La diferencia entre quienes podían ser redimidos por el cordero pascual o por la plata para el rescate ha sido ignorada por algunos maestros bíblicos.

LA URGENTE NECESIDAD DE MADURAR

Como el pueblo escogido de Dios, en un sentido espiritual, sin importar nuestra edad todos hemos sido redimidos. Sin embargo, ¿cuál es nuestra edad espiritual conforme a nuestra madurez? Es posible que su edad espiritual sea de sólo unas semanas o tal vez algunos años. Para el tiempo de Éxodo 30 el número de los hijos de Israel era de por lo menos dos millones. Pero menos de 603, 550, para ser exactos, cualificaban para estar en el ejército de Dios. Más de dos terceras partes del pueblo de Dios, eran mujeres u hombres menores de veinte años que no podían entrar en el censo militar.
La experiencia espiritual en cuanto a si queremos estar en el ejército que lucha por el mover de Dios, es que debemos madurar. Necesitamos crecer hasta que tengamos la edad espiritual de veinte años. La intercesión que se hace en el altar del incienso tiene como propósito el crecimiento y la madurez para que se pueda formar el ejército. Cuanta más intercesión se hace en el altar del incienso, más urgente es que el pueblo de Dios crezca. Tenemos que ver que la necesidad de madurar es imperante. Existe una urgente necesidad de que más de nosotros crezcamos hasta alcanzar la madurez, y por tanto, calificar para el ejército de Dios. Sólo cuando se forme este ejército Dios podrá moverse en la tierra con miras a Su propósito. Sin un ejército formado por los santos maduros, Dios no tiene la manera de moverse. ¡El pueblo escogido de Dios necesita madurar! Este es el propósito de la oración de intercesión que se ofrece a Dios desde el altar del incienso.
Las hermanas no deben desalentarse al ver que sólo los hombres del pueblo de Israel podían formar parte del ejército de Dios. Desde el punto de vista espiritual un hombre representa alguien que es fuerte. En la actualidad, espiritualmente hablando, algunas hermanas pueden ser hombres, y algunos hombres pueden ser mujeres. Ya sea que somos hombres o mujeres desde el punto de vista espiritual no depende de si somos hermanos o hermanas; depende de si somos fuertes o débiles en espíritu. Si usted es fuerte en espíritu, usted es un hombre. Pero si es débil en espíritu, usted es una mujer. Entre nosotros hay muchas mujeres, es por esto que se requiere de madurez.

LUCHANDO POR EL CRISTO PRECIOSO
QUE ESTÁ EN ASCENSIÓN

Supongamos que usted es lo suficientemente maduro para ser parte del ejército de Dios. Puesto que su experiencia espiritual equivale por lo menos a veinte años, usted está calificado para ser contado entre los que pueden ir a la guerra. ¿Significa esto que usted debe entrar en la batalla directamente? Definitivamente no. Si usted trata de luchar directamente caerá sobre usted mortandad. En Éxodo 30:12 dice: “Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado”. Para evitar que caiga cualquier mortandad, no debemos ir a luchar por nuestra cuenta. Debemos declarar: “Nunca iré a luchar por mi cuenta en el ejército de Dios. Sólo iré en Cristo y por medio de Él. Cristo es mi medio siclo de plata para pagar mi rescate. Él es precioso y valioso”. Si queremos luchar en el ejército de Dios, sólo debemos hacerlo por medio del Cristo precioso.
El Cristo tipificado por la plata del rescate no es el Cristo crucificado, quien murió en la cruz como la ofrenda por el pecado y por la transgresión. Al contrario, la plata para la propiciación es una ofrenda elevada, la cual tipifica al Cristo que resucitó y ascendió y que ahora está en los cielos. Conforme a la tipología de la plata para la propiciación, no luchamos con el Cristo crucificado, sino con el ascendido. Es posible que nunca haya considerado este asunto, pero este es el cuadro que se nos presenta.
Además, nuestra experiencia nos muestra que siempre que luchamos por nuestra cuenta y no por medio de Cristo como la plata para el rescate, sufrimos mortandad, lo cual implica que en la batalla espiritual pasamos por un desastre. Sin embargo, por lo menos algunos entre nosotros han tenido la experiencia de luchar espiritualmente no por ellos mismos, sino por Cristo como la plata para el rescate. Esta lucha es por medio de Cristo como la ofrenda elevada, el Cristo resucitado y ascendido.
Todos los que han participado en la batalla espiritual saben que esta no se lleva a cabo en la tierra. Las guerras espirituales se realizan en el aire. Si queremos luchar de esta manera, tenemos que estar en los lugares celestiales con el Cristo ascendido. Tenemos que esta en los cielos con Cristo, nuestra ofrenda elevada. Ya habíamos mencionado que la ofrenda mecida representa al Cristo resucitado y la ofrenda elevada representa al Cristo ascendido. Por tanto, la ofrenda elevada es superior a la ofrenda mecida, es decir, que el Cristo ascendido es superior al Cristo resucitado. En la ascensión Cristo venció a Su enemigo.
Según el relato presentado en Éxodo y en Números, para formar el ejército de Dios era necesario hacer un censo. Cuando Dios cuenta con un ejército, Él puede actuar en pro de Sus intereses en la tierra. No obstante, a medida que luchamos en este ejército por el mover de Dios, debemos luchar por el Cristo resucitado y ascendido. Nunca debemos luchar por nuestra propia cuenta.

LA INTERCESIÓN EN EL ALTAR DEL INCIENSO

Si el recobro del Señor quiere progresar, se necesitan santos que tengan la experiencia de todos los aspectos del atrio y del tabernáculo. Ellos deben ir al altar, luego disfrutar a Cristo como su suministro de vida que se encuentra en la mesa del Lugar Santo. Luego deben pasar a recibir a Cristo como la luz en el candelero y la experiencia del quebrantamiento de su ser natural por el rasgamiento del velo a fin de acceder al arca, a saber, Cristo como el testimonio de Dios. Finalmente deben llegar al altar del incienso con miras al mover de Dios.
Algunos santos en el recobro han tenido esta experiencia. Ellos entienden a lo que me refiero. Estos santos anhelan permanecer en oración ante el altar del incienso. Incluso si no tiene mucho tiempo para detenerse a orar, en sus espíritus desean permanecer ante el altar del incienso y orar: “Señor, invocamos Tu nombre por el bien de tu recobro. Oh Señor, ve adelante. Señor vemos que existen muchos enemigos Tuyos en toda la tierra. Señor, ¿dónde está Tu testimonio? Oramos para que Tu testimonio vaya adelante”. Esta es la oración de intercesión que se ofrece en el altar del incienso.
Después de llegamos al altar del incienso y permanecemos en él por un tiempo, veremos que no tenemos deseos de orar por cosas materiales, tales como una casa o un carro. Nuestro único deseo será orar por el mover del Señor. Nos preocuparemos por Su testimonio en la tierra. Oraremos: “Señor, que Tu recobro avance. Oh Señor, ¿qué ha sucedido con Tu testimonio en la tierra? Señor ve adelante en Europa y en América del Sur”. Es posible que nuestra carga por el mover del Señor sea tal que no tengamos ningún interés por nuestros asuntos personales. Debemos poner todas nuestras preocupaciones en las manos del Señor, incluso nuestra salud. Sin embargo, si oramos por nuestros asuntos, o nuestra salud, en nuestro interior esa no debe ser nuestra mayor preocupación. Nuestra mayor preocupación debe ser el recobro del Señor, Su mover y Su testimonio.
La oración de intercesión que se hace en el altar del incienso promueve que se lleva a cabo un censo entre el pueblo de Dios para formar un ejército que luche por el mover de Dios. Esto significa que esta oración produce la formación del ejército. No piense que este entendimiento es producto de mi imaginación. Al contrario, se trata de una descripción clara de todos los asuntos que suceden en el plano espiritual. El resultado de la oración que se hace en el altar del incienso es que Dios lleva a cabo un censo militar entre los santos de las iglesias. En todo lugar, Él cuenta a Su pueblo. Los que son contados están calificados para ir a la guerra. Sin embargo, ellos deben darse cuenta de que no pueden pelear por ellos mismos; necesitan a Cristo ascendido. Necesitan al Cristo que está sentado en el trono.

LA IGLESIA REPOSA EN LA EXPERIENCIA DE

CRISTO COMO LA PLATA PARA EL RESCATE

Conforme a 38:25, la plata que se recogió de los hombres para el ejército era “cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario”. El versículo 27 dice que los cien talentos se utilizaron para hacer las basas del santuario y del velo: “hubo además cien talentos de plata para fundir las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas, cien talentos, a talento por basa”. Cada basa pesaba un talento, lo cual es aproximadamente cien libras. Todo el tabernáculo estaba colocado sobre cien basas de plata. Además, todas las columnas del tabernáculo tenían capiteles de plata. Estos capiteles representan la gloria. En Éxodo 38:28 dice: “Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de ellas, y las ciñó”. Cubrir y ceñir los capiteles era la forma de levantar el tabernáculo y de conectarlo.
La plata representa a Cristo en los cielos como el precio que debían pagar los que podían ir a la guerra. Cada iglesia local reposa sobre el Cristo que experimentan los santos que participan de la guerra. Estos hermanos y hermanas han experimentado al Cristo resucitado y ascendido a lo máximo, y su experiencia ha llegado a ser las basas y los capiteles de plata junto con la plata que los cubre y los ciñe.
Les puedo asegurar que esto no es simple doctrina. Si estudia la historia de cada iglesia local, verá que esta es la situación real. Dondequiera que existe una iglesia local, de seguro, hay unos santos que espiritualmente han alcanzado la edad de veinte años y que toman a Cristo como la plata para el rescate. Este Cristo no es el Cristo crucificado; si no el resucitado y ascendido. Estos santos son uno con Cristo y lo experimentan de tal modo que Él llega a ser las basas de su iglesia local. También Él llega a ser los capiteles de las columnas, es decir, la gloria de la iglesia. Además, el Cristo ascendido cubre y ciñe los capiteles, lo cual es la fuerza y el poder que une a la iglesia.

Esta experiencia del Cristo ascendido como la plata para el rescate tiene como miras el mover de Dios. Es el producto y el resultado de las oraciones de intercesión que se ofrecen en el altar del incienso. Por tanto, la plata para el rescate se relaciona directamente con el altar del incienso.

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