¿Amamos a Jesús? ¿HACEMOS TODO LO QUE DICE?
Peter White en "Salid de ella pueblo Mío", cap. VI
"El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me
ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él mi palabra guardará; y mi Padre le
amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me
envió" (Juan 14:21-24).
Debemos ser muy conscientes del hecho que cuando Jesús pronunció esas
frases no hacía mención de las Santas
Escrituras. Se refería a SUS PROPIAS
PALABRAS. Es decir, las que hablaba a sus discípulos, y que con toda
claridad Él afirma que son LA PALABRA DE DIOS, DEL PADRE.
"y
la palabra que habéis oído no es
mía, sino del Padre que me envió. Os he
dicho estas cosas ESTANDO CON
VOSOTROS" (Juan 14:24-25)
Si con toda sinceridad deseamos dar al Señor Jesucristo el
primer lugar en todo, debemos arrepentirnos de nuestras ideas sobre lo que
hemos creído y enseñado. Debemos
volver a la DOCTRINA DE CRISTO.
También debemos redescubrir el
significado neotestamentario de LA PALABRA DE DIOS.
Antes que millones de cristianos puedan ser libres de estos
engaños necesitan que sus pensamientos se renueven en esa área. Para muchos de
nosotros, sobre todo para los "fundamentalistas combativos" y para el
"Pueblo de la Palabra" (de manera incidental parte de mis
antecedentes personales) es una verdadera herejía señalar lo que a continuación
sigue. Sin embargo, si eres un buscador sincero de la verdad, y pides al
Espíritu Santo que te guíe, encontrarás que es una declaración correcta, por
más desagradable que aparente ser al principio: Nos hemos acostumbrado tanto a llamar a la Biblia la
Palabra de Dios, que cuando encontramos esta frase en el Nuevo Testamento,
pensamos inmediatamente en las Escrituras. En consecuencia, no podemos entender
lo que leemos, porque casi sin
excepción, "La Palabra" o "La Palabra de Dios" siempre se
refiere a Jesús o a SU MENSAJE, al ver estas frases en el Nuevo Testamento.
Sólo hasta cuando comprendamos esto, y por tanto aprehendamos
y captemos lo que leemos, dejaremos de ser engañados sutilmente y podremos ser
capaces de hacer lo que Dios ha dicho.
Casi siempre se les dice a
los nuevos conversos que lean la Biblia, que oren, que asistan a las reuniones
y que testifiquen a los demás. Luego se les instruye en las creencias y
doctrinas del grupo al que se han unido. En un claro contraste, Jesús ordenó a
sus apóstoles hacer discípulos a quienes se les debía enseñar a hacer y practicar todo cuanto Él enseñó. ¿Cuándo cambió
nuestro Rey sus instrucciones? Si dice que sus maestros deben enseñar a otros a hacer lo que dijo y
predicó, somos rebeldes al desobedecerle.
Nos han construido y
edificado sobre cimientos falsos y, como consecuencia, nunca creceremos hasta
alcanzar y obtener la estatura de la plenitud de Cristo. Solamente la leche
pura y sin contaminación, leche no adulterada de las palabras de Jesús nos hará
crecer hacia la madurez espiritual, como dijo el apóstol Pedro; y si algunas
personas conocieron de primera mano la verdad, deben haber sido los primeros
discípulos y los apóstoles del Señor.
Recordemos que Jesucristo,
con toda autoridad dijo estas palabras que inclusive en el día de hoy, tienen
un profundo significado:
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque cualquiera que
quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por
causa de mí, la hallará. (Mt. 16:24-25).
En aquellos días, cuando un
hombre llevaba su cruz hasta el punto de la crucifixión, era para todos los
objetivos y propósitos un hombre muerto. Había perdido todos sus derechos y el control
sobre su propia vida. Cuando Jesús dice que nos neguemos a nosotros mismos,
quiere decir que debemos morir al yo, y rendirle a Él nuestras voluntades si
queremos seguirle y compartir con Él en la vida de Dios.
Sólo cuando rindamos
nuestras almas, con todos sus deseos egoístas, a la soberanía, al
reino y a la dirección del
Espíritu de Cristo, habremos dado al Señor Jesús la preeminencia en todo.
COMENTARIO ADMINISTRACIÓN:
Y he aquí les aparecieron Moisés (la ley) y Elías (los
profetas),
hablando con él.
Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bien es que
nos quedemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tabernáculos: para ti uno, y
para Moisés otro, y otro para Elías.
Y estando aún él hablando,
he aquí una nube de luz que los cubrió; y una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en
el cual tomo contentamiento; a El oíd.
Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre
sus rostros, y temieron en gran manera. (Mat 17:3-6)
Dios parece tapar la boca a Pedro, que impresionado con la Ley y los
Profetas, situaba a Jesús al mismo nivel de Moisés o de Elías, interrumpiendo
su apresurada locuacidad, dejando claro que es Jesús y solo Él quien tiene la
preeminencia y a quien hay que oír.
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