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¡HERMOSA ES LA HEREDAD QUE ME HA TOCADO!, C. H. Spurgeon




Sal 16:6 
Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.

Sal 47:4
Él nos elegirá nuestras heredades;
La gloria de Jacob, al cual amó.
Selah



Creyente, si tu heredad es modesta confórmate con ella, pues lo que te ha tocado en suerte es lo más conveniente para ti. La sabiduría infalible que ordenó tu suerte, te eligió la mejor y más segura posición. Supón que hay que hacer subir río arriba una nave de gran tonelaje; ahora bien, en una parte de ese río hay un banco de arena. Alguno podría preguntar: «¿Por qué el capitán navega por el lado profundo del canal y se desvía tanto de la línea recta?». La respuesta sería esta: «Porque si no siguiera el canal, no podría llevar mi nave hasta el puerto». De igual modo, quizá tú correrías peligro de encallar y de naufragar si tu divino Capitán no te condujera por las profundidades de la aflicción, donde las olas del dolor se siguen la una a la otra en rápida sucesión. Algunas plantas mueren si les da mucho el sol. Quizá tú estés plantado donde hay poco sol: el amante Labrador te ha puesto allí, de modo que solo en esa situación fructificarás a la perfección. 

Recuerda esto: Si hubiera sido mejor para ti cualquier otra condición que aquella en que te hallas, el amor divino te hubiera puesto en ella. Dios te ha colocado en las circunstancias más apropiadas; en cambio, si tú mismo eligieras tu parte, pronto clamarías diciendo: «Señor, elige tú mi heredad; porque, por mi terquedad, me veo traspasado de muchos dolores». 

Conténtate con lo que tienes, pues el Señor ha ordenado todas las cosas para tu bien. Toma tu cruz cada día —porque ella es la carga que más les conviene a tus hombros y que demostrará ser la más efectiva para hacerte perfecto en toda buena palabra— y trabaja para la gloria de Dios. ¡Abajo el yo entremetido y la arrogante impaciencia! ¡No te corresponde a ti el elegir, sino al Señor de amor! «Las pruebas tienen que venir y vendrán, pero con humilde fe yo he de ver escrita en todas ellas la palabra amor, y esto feliz me hará».


Spurgeon, C. H.

(Por gentileza de Rafael Restrepo)

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