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CREER NO ES VISUALIZAR. A. W. Tozer

Creyendo o Visualizando

         La incredulidad es tan prevaleciente que no quiero decir nada que pueda ser interpretado como excusándola, pero nuestro ser es tan lento para creer que creo que lo que debemos culpar por nuestra incredulidad es nuestra inhabilidad para visualizar.

         Hay algunas verdades establecidas en las Escrituras que ponen una carga en nuestra mente. La revelación divina nos dice que ciertas cosas son ciertas aunque nuestra imaginación sea incapaz de captarlas. Creemos en ellas, pero no las podemos ver con los ojos de la mente.

         Puede ser señalado aquí que la facilidad con que uno capta una verdad está en proporción exacta a su externalidad como distinta de su interioridad. La historia bíblica, por ejemplo, por ser objetiva y externa, es fácil de creer. Creemos todo lo que se nos dice de Moisés, de David o de Pedro porque fácilmente podemos "ver" lo que se nos cuenta de ellos, pero verdades tales como la regeneración o la habitación del Espíritu en nosotros, no podemos visualizarlas, y por eso nos cuesta más creerlas. Esto lo debemos reconocer como psicológico, no espiritual, y deberíamos cesar de regañamos a nosotros mismos por algo que no hemos hecho.

         Como lo he dicho muchas veces antes, no podemos actuar correctamente a menos que pensemos correctamente, y no podemos pensar rectamente a menos que sepamos distinguir creyendo de visualizando. Las dos cosas no son iguales. Una es moral, la otra es mental. La decisión de no creer muestra que el hombre ama más las tinieblas que la luz, mientras que la inhabilidad para visualizar indica solamente falta de imaginación, algo que no se nos echará en cara cuando estemos ante el tribunal de Cristo.

         La habilidad de visualizar bien se halla entre personas de mente vigorosa, independiente de su estado moral o espiritual. Un hombre que no tiene fe en Dios o en Cristo puede tener una imaginación aguda que lo capacita para pintar interiormente todo lo que oye describir. Puede captar todo bien, sin necesidad de cartas o de ilustraciones, porque es capaz de crear una imagen interna tan clara como una fotografía. Otro hombre, que cree sinceramente la palabra de Dios y lo demuestra por obediencia y caridad, puede hallar difícil imaginar o visualizar las cosas que cree. Ese hombre podría culparse a si mismo por lo que él cree es incredulidad.

         El cristiano sabio no permitirá que su seguridad dependa de los poderes de su imaginación. Personalmente reconozco que es difícil para mí hacerme una representación pictórica de la resurrección y la vida futura. Pero creo sin vacilación todo lo que está escrito en la Palabra de Dios acerca de ello, y puedo afirmar, junto con toda la familia de Dios,
         Creo en el Espíritu Santo,
         la santa iglesia universal,
         la comunión de los santos,
         el perdón de los pecados,
         la resurrección del cuerpo,
         y la vida perdurable.
   Con todo, obtengo poca satisfacción cuando hago esfuerzos para imaginar la resurrección y el estado glorificado. He escudriñado todo el Apocalipsis sin recibir mucha ayuda en mi intento de visualizar la vida por venir. He meditado amorosamente en el himno de Bernardo "El País Celestial", y mi corazón ha sido elevado casi hasta el éxtasis por las escenas descritas allí, pero cuando trato de imaginarme a mi mismo estando en ese país, mi mente desmaya con el esfuerzo. Yo creo con certeza inquebrantable que nuestro Señor ha ido a preparar un lugar para nosotros, y que El volverá para tomamos consigo, pero no puedo formar una imagen mental de ello.

         Indudablemente que Bernardo, con toda su brillante imaginación y su conocimiento de las Escrituras, a veces hallaba difícil verse a sí mismo caminando en las mansiones celestiales y captar con sus propios ojos la Visión Beatifica. Al principio yo estaba tentado a culparlo un poco por lo que parecía una duda en lo que él escribía:
         Dulce y bendito país,
         ¿Te veré alguna vez?
         ¡Oh, dulce y bendito país!
         ¿Tu gracia alguna vez tendré?
         Tengo en mí la esperanza,
         De consuelo y bendición.
         ¿Pero ganaré el premio mismo?
         Dímelo, dímelo que sí.
Entonces leí la triunfante respuesta que se dio a si mismo y comprendí:
         ¡Exaltaos, polvo y ceniza!
         ¡El Señor será tu parte;
         De El solo. Solo Suyo siempre
         Tu eres y tú serás!
         La fe verdadera no es la habilidad de visualizar las cosas invisibles para la satisfacción de nuestras mentes imperfectas. Más bien es el poder moral de confiar en Cristo. Para estar contento y sin temor cuando viaja con su padre, un niño no necesita ser capaz de imaginar todos los sucesos; solo necesita conocer al padre. Nuestras vidas terrenales son una malla dorada de misterios, los cuales experimentamos sin comprender, cuanto más nuestra vida en el Espíritu. Jesucristo es nuestro todo en todo. Solo necesitamos confiar en El, y El se hará cargo del resto.

         Posiblemente se deba a mi propia natural estolidez que hallo tan profunda satisfacción en las palabras del profeta: "Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanuras. Estas cosas les haré, y no los desampararé" (Isaías 42:16). Dios nunca me ha fallado en este mundo; puedo confiar en El para el mundo por venir.

A.W. Tozer.

Por gentileza de Pilar Medrano 

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