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LOS NICOLAÍTAS MODERNOS


  • Los Nicolaítas Modernos

    Las últimas semanas he estado predicando del capítulo 10 del libro de Nehemías. Uno de los puntos esenciales de esa porción del texto es la doctrina de la santificación. Dios, en Su fidelidad a Su pacto Abrahámico, no ha abandonado a Israel, sino que ha perseverado en cuidarlos y preservarlos por causa de la promesa singular hecha al patriarca.

    Habiendo estado en el cautiverio por causa de su pecado, de su rebeldía y obstinación en contra del Señor; por causa de haber echado, como dicen en Nehemías 9:26, la ley de Dios ‘tras sus espaldas‘ y haber matado a Sus profetas con el fin de hacer lo que sus perversos corazones deseaban y no lo que Dios -su Dios- les había ordenado en Su Palabra; el Señor cumple Su promesa en Levítico 26,

    “44 Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios. 45 Antes me acordaré de ellos por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de las naciones, para ser su Dios. Yo Jehová.”

    Es decir, a pesar de ser ellos un pueblo rebelde y contumaz, el Señor perseveraba en su trato con ellos por causa de Su pacto. Dios los había escogido de entre las naciones, los había llamado, separado del mundo, o para decirlo en términos teológicos, los había santificado posicionalmente, con el fin de que las naciones glorificaran Su grande nombre viendo el testimonio de lo que Dios estaba haciendo en Israel.

    En Deuteronomio 7 Dios les había dicho,’

    6 Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8 sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. 9 Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; 10 y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago. 11 Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas.”

    Y este es el punto al que quiero llegar: la meta en esa santificación posicional -esa separación especial de Israel del mundo- era la santificación progresiva del pueblo. Todo lo que Dios buscaba separando a Israel del resto de naciones era hacerlos diferentes a ellas para que cuando los paganos vieran a Israel y sus buenas obras producto de su santificación, glorificaran a Dios. Noten que ese es el argumento en Deuteronomio 7: Dios lo santifica, es decir, los hace Su pueblo, con el fin de que guarden Sus mandamientos y decretos.

    Todo el plan de Dios, Su voluntad, para Su pueblo, fue, es y siempre será, su santificación. Eso es lo que Pablo afirma en su epístola a los Tesalonicenses, “la voluntad de Dios es vuestra santificación” (1 Tes 4:3).

    Sin embargo, en los primeros siglos de nuestra era la iglesia tuvo que luchar contra una herejía que atacaba no sólo la doctrina de Cristo, sino también la doctrina de l santificación. Esta secta eran los gnósticos. Estos hombres habían pervertido el evangelio argumentando que un pecador podía llegar a ser cristiano y persistir viviendo una vida atada al pecado. Enseñaban que un creyente no necesitaba la ley y por lo tanto no necesitaba ser santificado, sino que podía vivir exactamente igual que el mundo.

    Y el apóstol Juan atacó duramente esta herejía, especialmente contra uno de sus líderes, un tal llamado Cerinto. En contra de esta visión equivocada de la vida cristiana y de este ataque a la doctrina de la santificación, escribió lo siguiente,

    8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” 1 Juan 3: 8-9

    La afirmación del apóstol Juan fue que el verdadero cristiano había sido separado del mundo por Dios en un momento determinado de su vida, por lo tanto estaba en un proceso de separación constante del mundo a lo largo de toda su vida. Si era hijo de Dios, entonces su vida estaría caracterizada por una santificación o una separación diaria del pecado y del mundo. Si por el contrario había una persona que decía ser cristiana, pero que tenía una vida indistinguible del mundo, caracterizada por el pecado, entonces esa era la marca determinante para saber que tal persona no era un hijo de Dios, sino un hijo de Satanás.

    La santificación progresiva era la evidencia de que una persona había sido santificada posicionalmente por Dios.

    Unos años más adelante el mismo apóstol continuaría luchando contra esta secta gnóstica. Escribiendo la revelación del Señor Jesucristo para las iglesias en Asia, escribió la reprensión del Señor a la iglesia en Pérgamo, a la cual le dijo lo siguiente,

    14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.”

    Quienes eran estos nicolaítas? Bueno, en realidad sabemos muy poco de ellos por el testimonio bíblico. Sin embargo, lo que se nos dice en el versículo 14 es muy importante para entender lo que estos falsos maestros enseñaban. Balaam había sido un falso profeta en el Antiguo Testamento. Balaam había sido contratado por Balac para maldecir a Israel con el fin de derrotarlos. Dios, en Su soberanía, le había prohibido a ese falso profeta hacer lo que Balac le había contratado para hacer. Es más, cada vexz que Balaam se alistaba para maldecir a Israel terminaba bendiciéndolos (Números 23).

    Al ver que le era imposible proferir una maldición en contra de Israel, Balaam le habla a Balac y le dice que la única manera de destruir a los israelitas era haciéndolos como el mundo, es decir, mundanalizarlos! Dios los había separado del mundo con el propósito de hacerlos cada día más diferentes al mundo; pues, bien, la manera de contrarrestar esto era engañarlos para que desearan ser cada vez más como el mundo. Y siguiendo las falsas enseñanzas de Balaam el pueblo de Israel se entregó a la idolatría y a la fornicación. Y Dios se volvió contra ellos y los castigó duramente (Números 25).

    Pues bien, estos nicolaítas tenían la misma doctrina de Balaam; ellos enseñaban que los creyentes no necesitaban obedecer la ley de Dios, sino que podían ser iguales al mundo: cristianos carnales! Es decir, cristianos que viven exactamente igual al mundo: siguiendo sus mismos deseos, sus mismas metas, sus mismas convicciones. Como dice Pablo a los Efesios, “siguiendo la corriente de este mundo” (Efesios 2:2). Sin embargo, el argumento de Pablo al proclamar estas palabras es decir que esto fue lo que los creyentes estaban haciendo en el pasado, antes de que Dios lo sacara del mundo.

    Pues, bien, lo que los nicolaítas enseñaban es que los creyentes podían ser discípulos de Cristo y ser mundanos! Y Juan escribe que la reprensión les llega a la iglesia en Pérgamo por tener en medio de ellos a estos falsos maestros que enseñan una doctrina aborrecida por Cristo. Porqué? Bueno, porque Cristo había enseñado que aquellos que Él había llamado iban a ser santificados progresivamente por medio de la Palabra de Dios (Juan 17: 17).

    Clemente de Alejandría, un patriarca de la iglesia, escribió lo siguiente de los nicolaítas y su doctrina,

    “Tales son aquellos (que dicen seguir a Nicolás), citando un adagio del hombre, el cual ellos pervierten, ‘que la carne debe ser abusada.’ Pero ellos se abandonaron a sí mismos al placer como las cabras, llevando vidas de auto-indulgencia; no sabiendo que el cuerpo se desgasta, siendo por naturaleza sujetos a disolución; mientras su alma es enterrada en el vicio; siguiendo como ellos la enseñanza del puro placer.” Stromata Libro II, capítulo XX.

    Y lo que debemos ver es que aún en nuestros días andan enseñando estos nicolaítas modernos, instruyendo a los cristianos a vivir como el mundo; a buscar los placeres y deseos del mundo, llamando a los hombres al cristianismo carnal, con el lema: “viva su mejor vida ahora!” Y lo necesario para los creyentes verdaderos es comprender que el llamado de Dios es para santificarnos cada día más. El propósito de Dios en la salvación de un pecador, no es sólo sacarlo del mundo, sino también separarlo continuamente del mundo, día con día!

    Por tal razón, es el deber de todo creyente de “ocuparse” en su salvación. El cristiano debe velar, luchar, perseverar, en su santificación progresiva. Eso es lo que Dios busca de todos nosotros con el fin de que Él sea glorificado por los hombres.

    Está usted luchando contra su pecado para que Dios sea glorificado por los hombres? O está usted dejándose llevar por el pecado y la mundanalidad por lo cual el nombre de Dios está siendo blasfemado entre los paganos? Que nos examinemos a nosotros mismos y luchemos en la búsqueda de nuestra santidad, “son la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Y que con amor corrijamos a aquellos que están viviendo vidas caracterizadas por la carnalidad creyéndose cristianos.

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