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DISCERNIMIENTO versus CRISIS DEL JORDÁN, José






Al DISCERNIMIENTO llegamos por el quebrantamiento de nuestro hombre exterior, que nos lleva a la división del alma y el espíritu humanos, que permanecen mezclados y no se los puede diferenciar uno del otro, hasta que la espada de la Palabra de Dios (Heb. 4: 12) junto con dicho quebrantamiento nos va enseñando gradualmente a conocer lo que es la carne.

Esa espada era el cuchillo afilado de los sacerdotes, abriendo todas las partes del sacrificio, para que quedaran expuestas, desnudas y abiertas delante de Dios.

Con cada tajo de profundización de la espada de Jesucristo sobre nosotros cuando estamos en el altar, es como si el Espíritu nos dijera: "¿Ves eso que ha quedado al descubierto tras el último machetazo que te prodigué? Eso es tuyo, esa es tu carne. ¿Ves ahora que en realidad tu intención detrás de ello eran tus propósitos, tus deleites, tu ego y no Mi gloria? Pues recuérdalo para cuando vuelva a aparecer cosa similar".

Así, cuando la espada penetra la carne es expuesta a la luz de la revelación y aprendemos que aquello que pensábamos ser de Dios o del Espíritu era nuestro y no Suyo. Solo así, desnudos, somos capaces de poder ver y detestar toda carnalidad.

El proceso divisorio concluye con esa crisis final del Cruce del Jordán, que separa las aguas de arriba (lo espiritual) y las aguas de abajo (lo terrenal o almático). Solamente después de esta crisis quedamos habilitados para poder discernir la voz del Espíritu en nuestro espíritu y para andar en el espíritu.



Josué 3: 16,
Las aguas que descendían de arriba, se pararon como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán; y las que descendían al mar de los llanos, al mar Salado, se acabaron y fueron PARTIDAS; y el pueblo pasó en derecho de Jericó.

Hebreos 4: 12,

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta PARTIR el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos (del alma) y las intenciones del corazón (del espíritu).

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