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ADORADORES SINTONIZADOS A LA VOZ DEL ESPÍRITU, George H. Warnock


Los hombres dicen, y la Iglesia está generalmente de
acuerdo con ello, que para ser eficientes y para tener
éxito, uno debe ser enérgico, ambicioso, innovador,
celoso, poderoso... y tener medios económicos que lo
respalden para que todo funcione.
Mas, Dios dice que si usted quiere ser fructífero en
Su Reino, deber ser como la semilla que cae en la tierra
y muere...



Dios Escoge Soberanamente La Esposa

Cuando los siervos de Dios se mueven en el ámbito
de la voluntad de Dios, siempre existe la interacción de
lo celestial con lo terrenal. Eso es lo que marca la
diferencia entre la historia secular y la historia bíblica; y
esto es lo que ha seducido siempre en el corazón y la
mente del pueblo de Dios en todas las épocas. No se trata
solamente de que los hombres vivan rectamente y que
oren en forma debida, para que de ese modo intervenga
Dios. Por el contrario, en todos los tratos de Dios con el
hombre y por medio de ellos, Sus propios propósitos
están entrelazados intrincadamente en el tejido de la
historia bíblica, a fin de revelar la perfección de Sus
propósitos eternos, tanto a nosotros como al ámbito
celestial. Los hombres de fe, que movieron la mano de
Dios, fueron simplemente aquellos siervos que conocieron
y reconocieron que Dios tenía un plan y un propósito,
y su compromiso y dedicación a El fueron de tal grado
que descubrieron en qué consistía ese plan, y obraron
según Su dirección. Por la fe, ellos penetraron el ámbito
invisible, oyeron lo que Dios decía, supieron lo que El
quería, y actuaron de conformidad. Sus oraciones no
cambiaron el plan de Dios, pero habiéndolo oído de
Dios, y conociendo un poco de Su plan... supieron cómo
orar según la voluntad del Señor. Ellos no determinaron
o cambiaron su propio destino pero, al acercarse a Dios
y llegar al conocimiento de Su voluntad, aprendieron
cómo seguir por un camino que cumpliera el destino
trazado por Dios para su vida.
Cuando nos vemos moviéndonos en esta clase de
plan, llegamos a entender que Dios obra en ambos
extremos de la situación, así como en cada aspecto y
en cada detalle. Tenemos la propensión a manipular
las situaciones para hacer que resulten favorables,
pero el siervo que es enviado por el Padre no hará eso.
Puede que, a veces, trate de hacerlo así, pero pronto
descubre que ha fracasado miserablemente siempre
que actúa en esa forma. La experiencia le ha enseñado
que si Dios está en eso, El Mismo estará allí... tanto
en ese extremo del camino como en el otro, porque El
es “...el Alfa y la Omega: principio y fin...” (Apocalipsis
1:8 SEV), el primero y el último. Si Dios es el Unico
al cual servimos, entonces, El debe ser el primero y el
último en todo cuanto deseemos, y el primero y el
último en todo lo que hagamos. Nos gustaría, quizá,
tener más bajo nuestro control todas las cosas. Nos
gustaría poseer mayores conocimientos para hacerle
frente a las contingencias que puedan presentarse a lo
largo del camino. Flotar apenas en el Río de la
Verdad... o ser mecidos en las alas del viento... puede
ser muy angustiante para nuestra mente calculadora.
¿Y qué pasaría si eso no sirve? ¿Y qué pasaría si eso
no ocurre? Estas y otras preguntas similares pueden
importunar continuamente nuestro espíritu. Pero el
hombre dirigido por el Espíritu debe conocer de tal
modo los caminos del Señor, que pueda seguir adelante
al recibir el mandato de Dios, guiado por el
Espíritu en caminos que no conoce o que no comprende.
El no puede basarse en lo que el hombre llama
“fe” para comprometerse en programas y organizaciones
que él cree que podrían glorificar a Dios. Si
Dios no está dirigiendo... si Dios no está dando una
Palabra segura... entonces, no tiene nada que ver con
la Fe, y se convierte en mera presunción. A medida
que Dios nos hace conocer Su voluntad, sólo, en
aquel momento, podemos movernos en el ámbito de
la fe, y estar seguros de Su guía durante todo el
camino. El nos da la fe, según la medida de nuestra
obediencia... de nuestra obediencia a Su voluntad.
Usted no puede alcanzar la fe mientras proceda osadamente
para realizar alguna obra notable para el
Señor... sino más bien cuando haya aprendido, como
lo aprendió Jesús, que “no puedo hacer nada por Mí
Mismo.” Cuando sus propias fuerzas se hayan debilitado,
entonces usted podrá oír lo que Dios tiene que
decir. Usted no tiene que ver todo el cuadro claramente.
Pero, cuando usted se mueve en la fe, a
medida que El le da Su Palabra para que se mueva,
entonces, usted puede continuar en la confianza de
que El completará el cuadro cuando usted llegue al
final del camino. Usted no necesita del conocimiento,
ni del entendimiento, ni de la fe para conocer el
otro extremo hasta cuando llegue allí. Pero, si usted
ha sido dominado por un gran anhelo, por el deseo de
hacer la voluntad de Dios, no obstante, caminará con
El hoy, y mañana, y pasado mañana, “...corroborados
con potencia en el hombre interior por su Espíritu”
(Efesios 3:16 SEV) conociendo cada día la fe que usted
necesita para ese día y para esa situación. Entonces,
una vez más, usted llegará a la encrucijada... pero,
habiendo aprendido algo de Sus caminos, usted no se
amedrentará. Simplemente se detendrá junto al pozo,
como lo hizo el siervo de Abraham, y esperará en el
Señor para el siguiente paso.
DETENIENDOSE JUNTO AL POZO
“Y el siervo tomó diez camellos de los
camellos de su señor, y fue llevando en
su mano lo mejor que su señor tenía;
y se levantó y fue a Ara Naharaim, a la
ciudad de Nacor. E hizo arrodillar los
camellos fuera de la ciudad, junto a un
pozo de agua, a la hora de la tarde, a la
hora en que salen las doncellas por
agua. Y dijo: SEÑOR, Dios de mi señor
Abraham, dame, te ruego, el tener hoy
buen encuentro, y haz misericordia
con mi señor Abraham. He aquí yo
estoy junto a la fuente de agua, y las
hijas de los varones de esta ciudad
salen por agua. Sea, pues, que la
doncella a quien yo dijere: Baja ahora
tu cántaro, para que yo beba; y ella
respondiere: Bebe, y también daré de
beber a tus camellos, que ésta sea la
que aparejaste a tu siervo Isaac; y en
esto conoceré que habrás hecho misericordia
con mi señor”
(Génesis 24:10-14 SEV).
El siervo había procedido en obediencia a la voluntad
de su amo, y había llegado al lugar preciso y en el
momento conveniente. ¿Ahora qué? ¿A dónde iría
después? El debe encontrar una esposa para el hijo de su
amo. ¿Qué hará ahora? ¿Irá tocando puertas? ¿Seguirá
explorando? ¿Le preguntará a la gente de la calle sobre
los parientes de Abraham?
Hemos recalcado que Dios tiene un plan y un propósito
para nuestra vida; y debemos saber esto, si vamos a
tener reposo y tranquilidad en las tormentas de la vida,
no necesitamos tener un gran conocimiento de lo que son
ese plan y ese propósito, SINO QUE PARA VER SU MANIFESTACION
EN NUESTRA VIDA DEBEMOS CONOCER LA
VOLUNTAD DE DIOS Y ANDAR EN ELLA. No debemos
pretender realizar el plan, porque nuestra comprensión
de él es muy deficiente... y si nos empeñamos en su
realización, terminaremos frustrados. El secreto consiste
en retomar la senda de Su voluntad, y empezar a
caminar de nuevo por ella. Verdaderamente, puede
parecer que la senda por la cual El nos conduce, no tiene
ninguna relación con el plan, pero, cuando descubrimos
un poco Su manera de obrar, comprenderemos que ésta
es la senda que se suponía, porque nuestros pensamientos
no son Sus pensamientos, ni los caminos de los
hombres son los caminos de Dios. Esto es lo que
perturba generalmente: Creemos que tenemos alguna
idea de Su plan, y tratamos de tomar esa dirección...
antes que hacer simplemente lo que Dios quiere que
hagamos hoy... y mañana... y pasado mañana. Nuestras
metas pueden sufrir un aplazamiento, y nos inclinamos
a creer que nos estamos alejando cada vez más de lo que
Dios tiene en mente para nuestra vida. Quizá, esto se
deba a alguna profecía que hayamos tenido... a algún
sueño... a alguna visión... y el camino que estamos
siguiendo parece conducirnos cada vez más lejos de ello.
Pero, no dejen que esto les perturbe, pues eso siempre les
ha sucedido a los hombres y a las mujeres de fe. Sigamos
buscando a Dios, conociendo Su voluntad para hoy, y
acatándola. En alguna parte del Camino nos daremos
cuenta de que haciendo simplemente Su voluntad y
siguiendo la senda de obediencia, nuestro camino converge
con el plan y los propósitos de Dios.
Aquí es donde fallamos con tanta frecuencia.
Tenemos Su dirección para llegar hasta cierto punto...
y entonces, se presenta un momento de crisis, y
nos decidimos por tomar el asunto en nuestras propias
manos. Y los consejeros fallan a menudo cuando
nos dicen que hagamos nuestra parte, y que Dios hará
la Suya después. La sabiduría y el entendimiento
humanos son siempre perjudiciales para el caminar
por fe. Tenemos entendimiento suficiente y muchos
consejeros, y parece muy fácil escoger la próxima
etapa del camino.
El verdadero siervo está consciente de dos cosas: De
su propia deficiencia y del peso del juramento que lleva
sobre sí. El debe tener la orientación Divina, pues sabe
que puede estropear todo el cuadro. Una vez que
estamos seguros de que Dios está pintando un hermoso
cuadro en nuestra vida para Su propia gloria, y para
manifestación de Su sabiduría a las huestes celestiales...
en ese momento, nos encontramos cada vez más con la
contención del Espíritu para que andemos con cautela,
no sea que echemos a perder el cuadro con nuestra
intervención y desatino. Lo que Dios está haciendo es
algo glorioso y maravilloso... y no es para nuestra
complacencia, sino para la Suya. El está a punto de
revelar y de crear una Esposa para Su Hijo, y todo el
Cielo está concentrado en lo que Dios está haciendo en
la Tierra. Pedro nos dijo que las “cosas en las cuales
desean mirar los ángeles”... son esas cosas que incumben
a nuestra redención. (Ver 1 Pedro 1:12 SEV). Pablo dice
porque somos “...hechos espectáculo al mundo, y a los
ángeles, y a los hombres” (1 Corintios 4:9 SEV). En otra
oportunidad nos dice que es “por medio de la iglesia”
como Dios dará a conocer al ámbito celestial Su “multiforme
sabiduría” (Efesios 3:10). ¿Cómo nos atrevemos a
echar a perder el hermoso cuadro que Dios está hacien
do, tomando las cosas en nuestras propias manos? Detengámonos
mejor junto al “pozo de agua” y pidamos el
consejo del Altísimo, antes de seguir adelante. Siempre
es mejor “esperar” que apresurarse. La Escritura: “Lo
que vas a hacer, hazlo más pronto,” no se dio para un
verdadero siervo del Señor, sino para el traidor. Para
usted y para mí, El dice: “Quédate junto al pozo de agua,
y pide el consejo de Mi boca.”
De pronto, el siervo se dio cuenta de que allí, en el
pozo, Dios terminaría el cuadro. El simplemente se
quedaría quieto y vería la manifestación del plan y del
propósito de Dios. Nosotros podemos hacer esto, si
obramos verdaderamente por la fe, porque la fe no tiene
origen humano. Ella se origina en Dios, y es por la “fe
de Dios” por la cual vivimos nosotros, pues ella tiene su
origen en Dios, para que los hombres que hayan aprendido
a obedecer a Dios puedan participar de ella y andar
en ella. Y entonces, cuando anden en ella, se encontrarán
a sí mismos fluyendo en el plan y en el propósito de Dios.
El concepto que enfatiza la capacidad de la fe para
conseguir, y conseguir, y conseguir, le concede un papel
muy barato, especialmente cuando significa fe para
conseguir cosas materiales. La “fe” bíblica procede de
Dios, el Dios cuyo plan para nuestra vida es el de que
seamos “conformes a la imagen de Su Hijo.” Primordialmente,
ésta es la fe para LLEGAR A SER, no la fe para
CONSEGUIR, o la fe para HACER.
El designio sublime de Dios estaba incluido en esta
elección que el siervo tenía que hacer, y él estaba
consciente de la importancia de tener la orientación
Divina. Una vez más, él se entregó a la clemencia del
Dios de Abraham. Tal vez desconocido para el siervo,
pero conocido por nosotros, era el hecho de que Dios
estaba uniendo en ese momento los vasos que serían, en
la plenitud de los tiempos, el instrumento de la Divina
providencia para la encarnación del Señor Jesús, el
Cristo Mismo. Los supremos propósitos de Dios estaban
convergiendo en el tiempo en ese punto, en ese
momento de la historia, mientras el siervo permanecía de
pie junto al pozo de agua. Posiblemente no supiera
mucho sobre las últimas manifestaciones de los propósitos
de Dios, ni necesitaba saberlo. Era suficiente
conque él amara a su amo tan tiernamente, y le sirviera
con tal amor y obediencia para que supiera que debía
conocer la voz de Dios en este momento crucial. Y así,
el siervo se sintió impulsado a pedirle a Dios que
respondiera a una oración muy difícil: “Haz que esta
escogida me dé de beber cuando yo se lo pida...y que me
ofrezca dar de beber a mis camellos también.” ¡Esto no
era una tarea fácil! Me han dicho que un camello
sediento puede beber 22 galones de agua al tiempo, y ¡él
tenía diez camellos sedientos! La verdadera fe no busca
el camino fácil. El plan y el propósito de Dios son muy
específicos... y nosotros debemos tener la fe de Dios, que
también es muy específica. Y así, mientras el siervo
miraba con asombro, Rebeca vino al pozo y empezó a
cumplir detalladamente la oración del siervo: Ella le dio
el agua que le pedía... y luego, con un suspiro de alivio,
oyó que ella decía: “También para tus camellos sacaré
agua, hasta que acaben de beber” (vs. 19).
En las Escrituras encontramos muchos ejemplos
sobre la manera como convergen los propósitos de Dios
en un momento determinado, en un lugar específico, y
bajo ciertas circunstancias... pero que tenían
implicaciones de largo alcance en el plan de Dios que
Sus siervos desconocían. Sin embargo, vemos cómo
reaccionan en los momentos de crisis... sin darse cuenta
de que ese era precisamente un momento crítico. Ellos
sólo estaban cumpliendo las labores rutinarias y serviles
de la vida... y allí, precisamente, en el trabajo, los
engranajes de los propósitos de Dios empezaron a moverse,
y los verdaderos siervos de Dios se vieron envueltos,
repentinamente, en los movimientos de Dios. Vemos
a José, cruelmente aprisionado por sus hermanos...
pero, aprisionado en realidad por Dios, y vendido como
esclavo. Sin embargo, porque era sincero y fiel, los
movimientos de Dios le llevaron eventualmente a una
posición de poder y de fructificación. Vemos a Moisés,
aprisionado repentinamente por Dios cuando cuidaba
las ovejas, para convertirlo en poderoso libertador.
¿Qué aprenderemos de todo esto? Que no es en los
paraninfos de las universidades donde vamos a conocer
a Dios. No es en los palacios de los reyes donde vamos
a ser revestidos para ocupar un lugar en el trono. No es
en los dominios de los políticos donde aprenderemos los
caminos del gobierno espiritual y de la autoridad. No es
según la estrategia de la guerra física donde aprenderemos
los secretos de la lucha espiritual. Más bien, ES EN
LA BUSQUEDA CORRIENTE DEL DIARIO VIVIR, SEGUN EL
PLAN Y EL PROPOSITO DE DIOS... ES ALLI MISMO, EN LA
EJECUCION FIEL DEL TRABAJO ANTE NUESTRO AMO,
COMO SI FUERA ANTE EL SEÑOR, DONDE SEREMOS JUZGADOS
PARA SER HEREDEROS DEL REINO CELESTIAL.
Ciertamente, poco sabía o comprendía Rebeca que
cuando dijo, con la bondad de su corazón: “Sacaré
también para tus camellos,” ella estaba allí y entonces,
de pie junto al pozo, calificándose a sí misma para llegar
a ser la esposa de la simiente escogida, por medio de la
cual todas las naciones serían benditas hasta el fin de los
tiempos. No obstante, pasó una prueba que ignoraba que
le estaban haciendo porque, al andar por el camino recto
todos los días, ella había participado de esas cualidades
de amor, de misericordia y de ternura que habían hecho
que ella fuera una fiel y apropiada esposa para aquel que
iba a ser el heredero de todas las naciones.

UN ANILLO DE COMPROMISO DE PARTE
DE ISAAC
“Y fue que cuando los camellos acabaron
de beber, el varón sacó un
pendiente de oro de medio siclo de
peso, y dos brazaletes de diez siclos de
peso de oro, y dijo: ¿De quién eres
hija? Te ruego me digas...”
(Génesis 24:22,23 SEV).
Oro para su pecho, y oro para sus manos... dando a
entender así que ella iba a tener corazón para oír la voz
de su amo, y manos para cumplir sus mandatos. Y
cuando ella corrió a la casa para contárselo a su madre y
a su hermano, el hombre permaneció allí, con la cabeza
inclinada, adorando al Señor por Su gran fidelidad y
misericordia al llevarlo por el camino correcto.
Cuando el siervo de Dios se compromete a hacer
la voluntad del Señor, al modo de Dios y en la hora de
Dios (porque todos estos elementos son esenciales en
este asunto de hacer la voluntad de Dios)... no puede
equivocarse para encontrarse en el lugar justo y en el
momento preciso, para ver la manifestación de la
gloria de Dios en aquello que El ha ordenado. Porque
en esta clase de compromiso, el siervo no anda vagando
de un lado a otro de la Tierra buscando un lugar de
reposo y creyendo encontrarlo en la obra de sus
manos. Antes bien, empieza a comprender que se
encuentra enyugado en los propósitos de Dios y se
mueve siguiendo el fluir de estos propósitos. Se
niega a ceder a la presión del momento, a la presión
del mundo, o a la presión de los bienintencionados
miembros de la Iglesia; y encuentra una nueva seguridad
y confianza al desear o hacer estrictamente la
voluntad de Dios. Agradar al Señor se convierte en su
más grande deseo... nos atreveríamos a decir que es
su único deseo. Cuando se siente tentado a tomar en
sus manos el pincel para ver si puede, de algún modo,
llenar los espacios en blanco de la tela... duda y
desiste, no sea que eche a perder en su ignorancia la
obra de su Amo. Prefiere desistir y ver de qué modo
se termina el cuadro.

EL SIERVO CUENTA TODA LA HISTORIA
“Entonces dijo: Yo soy siervo de Abraham;
y el SEÑOR ha bendecido mucho
a mi señor, y él se ha engrandecido; y
le ha dado ovejas y vacas, plata y oro,
siervos y siervas, camellos y asnos. Y
Sara, mujer de mi amo, dio a luz un
hijo a mi señor después de su vejez, al
cual le ha dado todo cuanto tiene. Y mi
señor me hizo jurar, diciendo: No tomarás
mujer para mi hijo de las hijas
de los cananeos, en cuya tierra habito;
sino que irás a la casa de mi padre y a
mi natural, y tomarás de allá mujer
para mi hijo”
(Génesis 24:34-38 SEV).
Después de haber cumplido de este modo con su
misión, el siervo le cuenta toda la historia al hermano y
a la madre de Rebeca, y sólo espera la decisión de ellos:
“He cumplido fielmente lo que Abraham me dijo que
hiciera... Dios ha sido fiel en hacer lo que yo no tenía
modo de lograr y puso a Rebeca en el cuadro...,” ahora,
¿cuál es vuestra respuesta? Y la respuesta fue sencillamente
ésta: “... del SEÑOR ha salido esto... tómala y
vete...” (Vs. 50,51).
Hemos enfatizado un poco sobre la fidelidad del
siervo de Abraham, y cuán celoso fue en hacer solo y
simplemente lo que su amo le dijo que hiciera... ni más
ni menos. Estoy convencido de que Dios no va a tolerar
la infidelidad que hoy vemos por todas partes en la
Iglesia actual, en aquellos que creen tener la razón a
causa de su llamamiento y de su ministerio para disentir
“por la fe,” y para comprometerse en toda clase de
excelentes proyectos, cuya realización no les ha sido
autorizada por Dios. Al proceder así, están falseando y
echando a perder, ciertamente, la obra maravillosa que
Dios tiene en mente. Sabemos que el plan de Dios no
fallará, así que no debemos preocuparnos demasiado por
esto, porque Dios sabe cómo y cuándo aplastar en Sus
manos las vasijas de barro y hacer “...otro vaso, según...le
pareció mejor hacerlo” (Jeremías 18:4 SEV).

LA PARTE DE DIOS Y LA PARTE NUESTRA
Entendemos claramente cuál es “nuestra parte” en todo este asunto de servir al Señor. Nuestra parte es descubrir la voluntad de Dios y, luego, hacerla... con Su
unción y con Su dirección. Nuestra parte no es hacer la
vasija. Por el contrario, nos corresponde entregarnos de
tal manera a Dios, que seamos un instrumento que El
pueda usar. Todo cuanto podemos hacer es echar a
perder la vasija. Y cuando esto ocurra, no podemos
esperar que el Alfarero venga y tome lo que nosotros
dejamos y lo arregle un poco. El no hace bonitos
remiendos para arreglar los vestidos rotos de nuestra
virtud. El no trata de tapar la grieta en los viejos envases
de vino. Por el contrario, ¡EL HACE UNO NUEVO!
Entendamos el mensaje de la vasija dañada... el
mensaje del vestido viejo... el mensaje del odre viejo. Si
así lo hacemos entonces, antes que sentirnos desanimados
por el desastre al cual El nos condujo, El nos
reanimará, y encontraremos el valor para levantarnos de
nuevo y para buscar de nuevo la voluntad de Dios, y para
aprender a hacer Su voluntad más eficazmente.
Jesús, el Verdadero Siervo, dijo: No puedo yo de
Mí Mismo hacer nada; como oigo, juzgo; y Mi juicio es
justo, porque no busco Mi voluntad, sino la voluntad del
que Me envió, del Padre” (Juan 5:30 SEV). Resulta extraño,
en verdad, que el hombre pueda hacer tantas cosas
maravillosas con sus grandes habilidades y talentos, ¡y
que Jesús no pudo hacer NADA! ¿Por qué? Porque en Su
compromiso de hacer la voluntad del Padre, El era
tomado por el Padre a tal extremo, que no había lugar
para que Sus propios deseos se realizaran. El lo hizo
así para que usted y yo podamos regocijarnos cuando
El acabe con todo y empiece a moldearnos según Su
propia voluntad. ¿Cuándo empezarán los siervos de
Dios a comprender que cuando ellos hablan por su
propia cuenta, por su propio conocimiento y con su
propia sabiduría, e insisten en hacer las cosas a su modo,
en realidad están buscando su propia glorificación? “El
que habla de sí mismo, gloria propia busca; mas el que
busca la gloria del que le envió, éste es verdadero...” (Juan
7:18 SEV).
El siervo de Abraham hizo explícitamente lo que su
amo le dijo que hiciera; y entonces, Dios fue fiel al
entretejer su acto de obediencia en la hermosa vestidura
de Sus propios propósitos. Sólo Dios podía hacer esto.
Oímos mucho sobre la parte de Dios y sobre la parte
nuestra; y, sin embargo, se nos presenta esto como si
Dios empezara Su obra, y luego se volviera hacia Sus
siervos para que ellos hicieran la parte que les corresponde.
Esto no es así, en absoluto. Mi parte es hacer
solamente lo que Dios reserva para mí... y sólo puedo
hacerlo cuando Dios obre a través de mí. El únicamente
me pide que lleve la carga que encuentre cuando llegue
a la unión con El, y me encuentre bajo Su yugo.
El es el Alfarero, y nosotros sólo somos la arcilla que
El quiere moldear para Su gloria. Que seamos la mejor
clase de arcilla es todo lo que El pide... para que lleguemos
a ser dóciles y maleables en Sus manos, para
moldearnos como El lo juzgue conveniente.
El es el Maestro Pintor, y nosotros sólo somos el
lienzo... para que nos entreguemos en Sus manos y
recibamos el color que procede de Su pincel.
El es el Escultor, y nosotros sólo somos la roca... tal
vez dura e impenetrable... pero al golpe del martillo y del
cincel nos vamos transformando en Su propia imagen y
semejanza.
El es el Arquitecto y el Constructor, y nosotros
somos el edificio que El quiere unir en construcción,
madero por madero y piedra sobre piedra, para que
podamos convertirnos en “morada de Dios en el Espíritu.”
El es el Hortelano, y nosotros somos el huerto. Sólo
somos barro. El sólo desea que nos convirtamos en el
“suelo fértil” que El está buscando... y que le permitamos
preparar el terreno y sembrar la buena semilla de la
Verdad dentro de nosotros... y después regar, desyerbar
y podar como El lo crea conveniente.
En ningún sentido, la parte del siervo era algo
adicional a la parte de Abraham... pues realmente constituían
una sola y misma cosa. Jesús dijo: “Mi Padre
hasta ahora obra, y Yo obro...” (Juan 5:17 SEV). Solamente
a medida que El vio obrar al Padre, El pudo trabajar.
Solamente a medida que oyó que el Padre hablaba, pudo
hablar, porque entonces serían las palabras del Padre y
no las Suyas. De otra manera estaría buscando Su propia
gloria.

EL SIERVO, UN VERDADERO ADORADOR
“...cuando el siervo de Abraham oyó
sus palabras, se inclinó a tierra al
SEÑOR”
(Génesis 24:52 SEV).
Se cree que la adoración es algo que usted hace en
la iglesia. Pero la verdadera adoración no es algo que
usted hace en la iglesia mas que en cualquier otro lugar.
Si la adoración es verdadera, es algo que se convierte por
completo en su forma de vida.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando
los verdaderos adoradores adorarán
al Padre en Espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adoradores
busca que le adoren. Dios es Espíritu;
y los que le adoran, en Espíritu y en
verdad es necesario que adoren”
(Juan 4:23,24 SEV).
El hombre ciego de nacimiento a quien Jesús sanó,
fue considerado por los judíos como un ignorante, pero
les dijo algo maravilloso sobre la adoración:
“Y sabemos que Dios no oye a los
pecadores; mas si alguno es temeroso
de Dios, y hace Su voluntad, a éste oye”
(Juan 9:31 SEV).
Dios está deseando encarecidamente “verdaderos
adoradores”... y no solamente una congregación de
gente que “sepa cómo hacerlo.” El siervo de Abraham
no había aprendido cómo hacerlo, pero sí aprendió a
obedecer estrictamente a su amo Abraham, y se hizo
partícipe de algunas de sus cualidades... y llegó a ser,
también, un “verdadero adorador.” El había sido testigo
de la adoración en la vida de Abraham. Sabía que su amo
había adorado al Señor todos los días de su vida, a
medida que actuaba obedeciendo a Dios, y cómo levantaba
un altar para el Señor dondequiera que iba. Y
ciertamente tenía conocimiento del altar sobre el monte
Moriah, donde Abraham, en un acto de suprema obediencia,
puso a su hijo Isaac sobre el altar... y cómo
encontró a Dios allí, en medio de ese gran acto de
obediencia a Su voluntad. (Ver Génesis 22:5). El aprendió
cómo la adoración se había convertido en una forma de
vida para Abraham, ya en Betel, ya en el Neguev, ya en
Hebrón o en Moriah. No se trataba de un arte o de un
método... era una forma de vida. El había llegado a ser
un “adorador.”
Lo mismo ocurrió con Job. Cuando las cosas iban bien, y él prosperaba, adoraba a Dios. Cuando la desgracia lo golpeó, y Dios permitió que de un solo golpe perdiera todo, Job rasgó sus vestiduras, no por ira contra Dios o los hombres, sino como “adorador.” ¿Era una manera extraña de adorar a Dios? No, ciertamente. No cuando usted comprende lo que significa adorar, que es un acto de total sumisión 
 a la voluntad de Dios,  una
total negación de cualquier derecho que tengamos a
rechazar lo que nuestro Dios está haciendo. Es darle
gloria a Dios y obedecerle humildemente en todos
nuestros caminos... porque sabemos que El siempre
tiene la razón, y que El siempre lo merece todo.
“Entonces Job se levantó, y rasgó su
manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo
en tierra adoró”
(Job 1:20 SEV).
Toda nuestra forma de vida, y todas nuestras asambleas
de la confraternidad eclesial van a cambiar drásticamente
cuando los integrantes del pueblo de Dios se
conviertan en “adoradores.” Porque no podemos “adorar
al Padre en Espíritu y en verdad” hasta cuando nos
convirtamos en adoradores... hasta cuando empecemos
a vivir en la Verdad, y en el Espíritu.
Permita Dios que seamos “verdaderos adoradores”...
que seamos un pueblo tan totalmente comprometido con
Dios, tan completamente dominado por el deseo de
hacer Su voluntad, que adoremos al Padre en Espíritu y
en Verdad... por la mañana, a mediodía, por la noche...
día tras día, y todos los días... ¡en lo que digamos, en lo
que hagamos, en lo que seamos!

REGALOS PARA REBECA Y PARA SU
FAMILIA
“Y sacó el siervo vasos de plata y vasos
de oro y vestidos, y dio a Rebeca;
también dio cosas preciosas a su hermano
y a su madre”
(Génesis 24:53 SEV).
Dios tiene dones especiales para Su Esposa...dones
de oro, y de plata, y vestidos.
Alhajas de plata. La plata representa nuestra redención,
porque nosotros también somos “comprados por
precio.” Mas, el precio no es la plata ni el oro de este
mundo. Es nada menos que la preciosa sangre del Señor
Jesús. Nosotros no nos pertenecemos... pues somos
Suyos por el precio de Su sangre (1 Pedro 1:19).
Ahora, si esto es así, ¿por qué damos por supuesto
que tenemos el derecho de escoger nuestro camino? No
tenemos la opción de ir de un lado para el otro... de
predicar o de no predicar... de edificar o de no edificar...
de agrandar o de no agrandar. Nosotros no nos pertenecemos. Le pertenecemos a Otro.
Presumimos demasiado como siervos del Señor. La
causa frecuente de esto es nuestra ignorancia de los
caminos de Dios. Sólo presumimos que Dios quiere
siempre el agrandamiento... que El siempre quiere el
aumento... que El siempre quiere la expansión. Y la
razón para que pensemos así, es porque nuestros pensamientos son muy distintos a los de Dios, y nuestros
caminos están muy lejos de los de El.
Seguramente que nuestro Dios hace cosas grandes y
maravillosas, y que hay aumento y fructificación. Pero
cuando Jesurún “engordó,” como lo hizo Israel, como
lo ha hecho la Iglesia, es hora de que Dios aparezca en
escena y congregue un “pequeño rebaño,” un remanente pequeño, un ejército de lisiados... y los haga regresar a la sencillez de la vida y de la 
práctica de la iglesia, y que haga, sin embargo, otra “cosa nueva” en la Tierra. Y con seguridad, ¡ya hemos llegado a esa hora!
Con seguridad, una vez más, ha llegado la hora de tener
misericordia de Sion, “porque el plazo se ha cumplido”
(Salmo 102:13).
Alhajas de oro. El oro representa la naturaleza y el
carácter Divinos. Sin embargo, para producir el oro,
Dios debe someternos a la prueba y al ensayo. El debe
llevarnos por los caminos del desierto. El debe llevarnos
a los lugares de confinamiento, a las prisiones de
Su disciplina. El oro está allí, si usted le ama verdaderamente
y desea hacer Su voluntad. Pero, El quiere
quitar toda la escoria, todo elemento humano, todas
las ambiciones humanas, todos los celos humanos,
todos los deseos por el éxito y por los logros. Si usted
y yo andamos verdaderamente por Sus caminos, vamos
a caer en el fuego. Puede parecernos que caímos
accidentalmente en el fuego. Sin embargo, si lo
aceptamos como proveniente de El, saldremos nuevamente
del fuego como “vaso para honra, santificado,
y útil para los usos del Señor, y aparejado para toda
buena obra” (2 Timoteo 2:21 SEV).
Y vestidos. Rebeca consiguió su anillo de compromiso
en el pozo, y podemos estar seguros de que ella
estaba entusiasmada por esto. Pero, hay mucho más en
una boda que tener un anillo de compromiso. Hay
hermosos vestidos que Dios quiere que usemos. Estos
vestidos son comprados para nosotros por el Siervo del
Padre de la Casa. Porque El quiere que nosotros vivamos
la vida del ámbito celestial aquí abajo:
“Poned la mira en las cosas de arriba,
no en las de la tierra. Porque muertos
sois, y vuestra vida está escondida con
el Cristo en Dios”
(Colosenses 3:2,3 SEV).
Estos vestidos no son tejidos por nuestras manos,
sino por las Suyas. Tenemos que comprender que lo que
Dios requiere de nosotros, El también lo provee
El es el que hace nuestros vestidos. Desde luego, 
que mientras El trenza los hilos de Su voluntad en nuestra vida, nosotros debemos facilitarle el trabajo. Pero, la gracia 
es Suya, y la humildad es Suya, y la dulzura es Suya, y la
m ansedumbre y la paciencia... todo es de El; y cuando El
empieza a entretejer estas virtudes en la tela de nuestra
vida, ellas se convierten, como las vestiduras de los
sacerdotes de Israel, en “vestiduras para la gloria y para
la perfección.” “Vestíos pues, (como escogidos de Dios,
santos y amados) de entrañas de misericordia,
de benignidad, de humildad,
de mansedumbre, de tolerancia;
soportándoos los unos a los otros, y
perdonándoos los unos a los otros, si
alguno tuviere queja del otro,...” (Y
luego, dice El, unidlo todo con amor:)
“Y sobre todas estas cosas, vestíos de
caridad, la cual es el vínculo de la
perfección”
(Colosenses 3:12-14 SEV).
Nuestros vestidos viejos son el hombre viejo... y por
esto, Pablo nos dice que “...despojándoos del viejo
hombre con sus hechos, y revestíos del nuevo, el cual por
el conocimiento es renovado conforme a la imagen del
que lo creó” (Colosenses 3:9,10 SEV). Así que es Su obra
creadora en nuestras vidas lo que produce estas hermosas
vestiduras de Su virtud.
Esta ha sido la lucha incesante del pueblo de Dios
para descubrir, de algún modo, el secreto para desprenderse
del hombre viejo y revestirse del nuevo. La
comprensión del procedimiento de Dios para hacerlo
así, creo que se encuentra claramente expreso en las
Escrituras. Debemos contar conque el hombre viejo está
muerto al pecado, porque así fue como Dios lo hizo con
el hombre viejo en la Cruz. El fue crucificado allí con
Cristo, en la Cruz. No obstante, “contar” efectivamente
con que el hombre viejo está muerto, que actúa como el
que está muerto, ha sido una lucha incesante en los
corazones del pueblo de Dios. Estoy convencido de que
el problema es de mayor envergadura que tratar de
conocer y de entender, solo teológicamente, lo que Jesús
realizó en la Cruz. Ahora, el Espíritu Santo es el Unico
que ministra eficazmente en nuestra vida todo lo que
Jesús realizó en Su gran obra redentora. El secreto,
entonces, es tener la perdurable presencia del Espíritu
Santo en nuestra vida y en las asambleas que hagamos en
Su Nombre. Estoy convencido de que éste es el verdadero
problema. El quiere ser el Señor de nuestra vida y
estar en medio de nosotros cuando nos congreguemos;
y no se le está reconociendo Su Potestad. El es el que da
testimonio constante de la pureza de la sangre y de la
limpieza de nuestra conciencia. El es el que ministra la
sangre de Cristo “...en el lavamiento del agua por la
Palabra” (Efesios 5:26 SEV). Como la paloma que vuela del
Arca de Noé, que no encuentra lugar para descansar la
planta de sus pies, y tiene que regresar al arca hasta
cuando las aguas hayan bajado. Pablo habla de la
aflicción del Espíritu Santo. El se aflige fácilmente... y
no puede morar por mucho tiempo donde haya carnalidad,
obstinación, rebeldía. Nuestro gran anhelo y
nuestro deseo más ardiente debe ser por tener Su
presencia, invitándole a que regrese, y preparar el
camino para Su regreso con humildad y arrepentimiento.
La parte triste de esto es que, en toda la Tierra, la
presencia perdurable de la Paloma de Dios ha desaparecido de nuestras iglesias... y en la mayoría de los casos, ¡ni siquiera saben que se ha ido!
Estos preciosos regalos que traía el siervo de Abraham
glorificaban a su amo, no a él mismo, porque fueron
traídos para la esposa de la casa de Abraham. ¡Que vea
esto el pueblo de Dios y, especialmente, Sus siervos ministros! No está en nuestras manos, no podemos
elegir la manera como podemos glorificar al Señor
Jesús. Nuestro Señor Jesús será glorificado verdaderamente
sólo cuando seamos capacitados por el Espíritu
Santo para poner de manifiesto los tesoros desde el
corazón de Dios y para tejer las hermosas vestiduras de
Su virtud en las vidas de Su pueblo. Quisiera poder
enfatizar esto todavía más:
“El me clarificará; PORQUE TOMARA
DE LO MIO, Y OS LO HARA SABER...”
(Juan 16:14 SEV).
Solamente glorifica al Señor Jesús si es ALGO QUE
PROCEDE DE LOS TESOROS DE DIOS.
“Todo lo que tiene el Padre, mío es;
por eso dije que tomará de lo mío, y os
lo hará saber”
(Juan 16:15 SEV).
Podremos manifestar públicamente que las cosas
lindas que podemos decir y hacer... el entretenimiento
que podemos ofrecer... los elocuentes sermones que
podemos preparar... todo lo estamos haciendo para glorificar
al Señor; pero Dios dice que solamente glorificamos
al Señor cuando tomamos Sus tesoros para gastarlos
en Su pueblo.
“¿IRAS TU CON ESTE VARÓN?”
“Y llamaron a Rebeca, y le dijeron:
¿Irás tú con este varón? Y ella respondió:
Sí, iré”
(Génesis 24:58 SEV).
Dios ha obrado soberanamente para encadenar todos
los detalles en este asunto de la escogencia de la
esposa de Isaac. El celo del siervo por la felicidad de su
amo, ha hecho brotar de su corazón una profunda y
sincera oración por haber sido guiado y orientado. Dios
honró su oración y su fidelidad, y puso a Rebeca en su
camino. Ella, sin saberlo, había calificado para llegar a
ser esa esposa digna, no simplemente porque hubiera
dicho las palabras correctas al siervo, sino porque había
demostrado estas cualidades en los años de preparación
y de aprendizaje: cualidades de gracia, de bondad, de
gentileza, de generosidad y de amor por los demás. Su
madre y su hermano estaban igualmente impresionados
por las palabras y por el proceder del siervo de Abraham,
y tuvieron que admitir que “del Señor ha salido esto.”
Sin embargo, hubo una tentación para retardar el
proceso. “...espere la doncella con nosotros a lo menos
diez días...” (Génesis 24:55 SEV). El número diez se tiene
en las Escrituras como un número de “prueba” y de
“ensayo.” Aquí la prueba es: “¿No podemos demorar
este viaje unos pocos días?”
Hagamos claridad en nuestro corazón con relación a
este asunto de la “espera.” Ponemos mucho énfasis en
lo de esperar a Dios. No obstante, el verdadero siervo de
corazón paciente, está listo para responder a los deseos
de su Amo. Esperar a Dios no es un caso de pereza, de
indiferencia, de desinterés, de negligencia. Esperamos
la orientación, el consejo, la guía... y, algunas veces,
debemos esperar mucho y sufrir mucho. Mas, cuando El
habla, debemos estar listos para responder. El corazón
paciente hace fielmente la voluntad de Dios, mientras lo
espera a El pacientemente. El corazón impaciente es
lento para llegar a un verdadero espíritu de espera y, por
tanto, lento para comprender cuando llega la voz de
Dios. Los hermanos de Jesús, que le urgían para que
obrara, estaban “siempre listos” para hacer cosas. Pero
a Jesús le importaba que Dios estuviera listo o no. “... Mi
tiempo aún no es venido; mas vuestro tiempo siempre es
presto” (Juan 7:6 SEV). Cuando llegó Su tiempo, estuvo
listo para responder, listo para dar cumplimiento al
mandato del Padre. El estar listos para actuar por nuestra
propia cuenta, puede producir resultados rápidos, pero
no conduce a una verdadera manifestación de la obra de
Dios en nuestra vida, o en la vida de aquellos a quienes
buscamos ayudar.
Debemos hacer énfasis sobre esto de esperar a Dios
y sobre la llegada del tiempo de Dios... porque es
solamente por el camino de la perfecta voluntad de Dios
como vamos a ver abiertos los Cielos y a ver la respuesta
a las necesidades y a los clamores de la Tierra. Los que
piden urgentemente la acción y menosprecian la idea de
esperar a Dios, no se encontrarán dentro de los escogidos
de Dios, cuando Sus propósitos soberanos empiecen a
coincidir con los de los hombres de fe y de paciencia.
Esta coincidencia de lo celestial con lo terrenal, es la que
predomina en el relato bíblico de los héroes de la fe, tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Esto no es
algo casual, que nosotros podamos manipular. Esto
ocurre cuando los hombres y las mujeres siguen los
caminos del Señor... buscándole, esperándole y siguiendo
una vida de total sumisión y obediencia a la voluntad
de Dios. Ellos no le fallan a Dios, ni pueden fallarle.
Porque, al seguir Su camino, Dios ha dispuesto un lugar
de encuentro con ellos en el mismo camino por el cual El
los está llevando. El los espera allí donde El pueda
visitarlos... bien sea en una caverna, en la celda de una
prisión, en un barco sacudido por el mar, en una era,
cerca del lagar, o en una zarza que arde. Si supiéramos
dónde va a encontrarse El con nosotros, podríamos
tomar un atajo y estar allí de una vez... pero, no lo
encontraríamos porque, entonces, nos habríamos adelantado
a El. Es solamente después de que hayamos
hecho la voluntad de Dios y de que hayamos aprendido
a tener paciencia, cuando podremos esperar y anticipar
la apertura de los Cielos y el resplandor de Su presencia.
El siervo de Abraham replicó: “...No me detengáis,
pues que el SEÑOR ha prosperado mi camino;
despachadme para que me vaya a mi señor. Ellos
respondieron entonces: Llamemos la doncella y preguntémosle.
Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con
este varón? Y ella respondió: Sí, iré” (Génesis 24:56-58
SEV). El corazón paciente, es un corazón preparado...
que está listo para responder a la voluntad de Dios.

Los hombres dicen, y la Iglesia está generalmente de
acuerdo con ello, que para ser eficientes y para tener
éxito, uno debe ser enérgico, ambicioso, innovador,
celoso, poderoso... y tener medios económicos que lo
respalden para que todo funcione.
Mas, Dios dice que si usted quiere ser fructífero en
Su Reino, deber ser como la semilla que cae en la tierra
y muere...

(Tomado del libro: 
Gloria en lugar de Ceniza III- El Viaje de la Esposa
por George H, Warnock)

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